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domingo, 17 de marzo de 2024

HOY, LAS LUMBRÁS DE LA SIERRA SUR DE SAN JOSÉ EN LA SEMANA DEL JAÉN

 LAS LUMBRÁS DE LA SIERRA SUR           

 

 LAS LUMBRÁS DE LA SIERRA SUR           

 

 

 

 Es curioso que, durante el invierno, se celebren varias fiestas, donde las hogueras arden  y se encienden en varios barrios y rincones de  la Sierra Sur, sobre todo Castillo de Locubín, Alcalá la Real y sus aldeas. Lo hacen con motivo de la celebración de alguna festividad religiosa: en enero, por el día de San Antón como en Jaén; a primeros de febrero, por la Candelaria, abunda este tipo de hogueras y, en el dieciocho de marzo,  para honra de San José. De primeras, surgen las interrogantes sobre los elementos constitutivos de la fiesta: el fuego, los objetos de la hoguera, los ritos y los fines. No falta quien osado se lance a la  justificación sociológica de primera mano , y convierta estas fiestas en una catarsis griega, donde el pueblo se purifica a la manera del público de  su tragedia clásica. Pues, en medio de estos momentos difíciles y azarosos, no cuesta trabajo simbolizar la quema de los trastos viejos con el  deseo y ansías  de cambio de nuestras vidas gracias al fuego purificador de una crisis que no sólo quema a los más excluidos y más débiles, sino que achicharra, hasta la médula, al más pintado. 

Es verdad que la crisis se ha empleado a fondo con las personas que no  pueden cubrir ni siquiera los gastos básicos de luz, butano e, incluso, de elementos básicos como la vivienda, el vestido y la alimentación. Pero, su guadaña ha hecho mella también en muchas familias acomodadas que impulsaron con gran ilusión su pequeño negocio para afrontar las haciendas de sus casas, y han visto cerrados sus locales; por otro lado, muchos cooperativistas han visto mermado sus fondos y sus pequeñas empresas se han visto obligadas a mantener los puestos fijos y con gran dificultad. Tan sólo, paso de rositas por aquellos que los dígitos de beneficios solamente variaron en unas décimas ( si no se acrecentaron aprovechándose de la indigencia y la desesperación de otros)   para engordar sus arcas repletas de bienes.

            Sin embargo, por mucho que se quiera y se pretenda, no se encendieron desde tiempo inmemorial las hogueras ( cuya palabra degeneró, a partir de su evolución fonética,  en lumbradas y lumbrás en detrimento de la bella luminaria)  con estas hipotéticas interpretaciones, sino con la acertada intención de anunciar, en el día de la víspera, un acontecimiento festivo e importante( un evento dirían nuestros nuevos próceres) de modo que nuestros antepasados colocaban las  luminarias para que, de lejos, se vieran,  encima de las murallas y de las torres de la fortaleza de la Mota y, atrajeran a las personas a las fiestas; luego bajaron a las plazas de la ciudad baja. Y se hicieron urbanas. Es decir, ofrecían una misión pregonera, una anticipo festivo y una llamada al disfrute colectivo por una fiesta que rompía la monotonía del valle de lágrimas de cada día.

 Viene esto a cuento de que el mes de marzo es el mes , en estos  pueblos de la Sierra Sur y en  Alcalá la Real, de las Lumbrás de San José. Antes, se encendían las hogueras de todo tipo ramaje y támaras  de monte bajo en algunos rincones de la ciudad de la Mota. Como muestra de anuncio y publicación de las fiestas, se hacían  luminarias, que eran hogueras que solían encenderse en los distintos sitios señalados de la ciudad, el castillo de la Mota, las Casas de Cabildo, por los siglos XVI. Las encendían durante tres noches repetidas en cuanto se produjera la noticia del acontecimiento.

Muy alejadas en el tiempo en lo alto de las torres, almenas y las casas de cabildo de la ciudad fortificada del cerro de la Mota para anunciar las fiestas.      Durante algún tiempo del siglo XVII, el centro neurálgico de la ciudad será la calle Real y el Paseíllo de la Mora, el Llanillo y la Placeta de las Trinitarias, fueron los espacios abiertos donde se proclamaron los actos festivos y levantaron los tablados, y de confluencia de vecinos en las manifestaciones religiosas.

Actual y tradicionalmente, se conservan en los derredores del antiguo Pilar de San José y la cruz de la calle Ancha. Y se ha extendido a San José de Huerta de Capuchinos.  

 

Junto las luminarias,  se realizaban las máscaras o mascaradas, que eran los desfiles de los caballeros a caballo con las chirimías y atabales visitando las distintas luminarias y plazas. Provenían de estas paradas de los siglos XVI y XVII y se mantuvieron hasta el siglo XIX. Pero, desde este siglo XX, el lugar de los caballeros lo ocuparon las bandas de las tropas alojadas en la ciudad. A las doce del mismo día tenía lugar una compañía enmascarada y a caballo, compuesta de unos veinticinco jinetes recorrían las calles de la población iniciándose por la plaza y anunciando el baile  vespertino.

 A a mediados del siglo XX, la Banda Mixta de Nuestro Padre Jesús y la escuadra de judíos que recorrían las lumbrás. Actualmente, agrupaciones musicales del Cristo de la Salud y de Nuestra Señora de las Angustias, Nuestra Señora de la Esperanza, Dulce Nombre de Jesús junto con las veteranas del Gallardete y Tambores y Trompetas del Ecce Homo han acrecentado este desfile caballeresco y musical.

 

El pueblo sencillo nunca llegó a denominar las vísperas de este santo esposo como sus Luminarias; a lo más que se escucha por la vecindad es las Lumbres de San José. Las dos palabras aluden al significado de esas hogueras que se celebran con el sentido de la quema de pilas de  ramón de olivo  que anuncian su fiesta  Y en verdad que Luminarias es una palabra poética y preciosa por su rima final; recuerda históricamente las luminarias que se colocaban en las atalayas alcalaínas para iluminar a los cautivos que procedían de las cárceles enemigas para alcanzar la tierra de libertad.

 Esta luz es ingrediente básico que siempre se mostró en las Lumbrás del municipio de la ciudad de la Mota. El pueblo sabio recogía la  connotación, que algunos pretendieron añadir,  del sentido de calor humano de la fogata colectiva. La palabra luminaria sufrió en Alcalá la Real una evolución de su significante y significado a través de su historia léxica.

Nunca se sintieron remisos en deformar aquella palabra Lumbrada. Sabían que aquel fuego era una lumbre grande, pero que, con la caída de la  dental sonora intervocálica y la fusión de las dos, les  parecía como si quisieran  expresar una luz especial y colosal. Sería un vulgarismo , pero lo compartieron esta terminación como otras andaluzas como la espantá, la despertá, la levantá.. Simplemente hacían suyo el rico, expresivo  y complejo sistema vocálico del dialecto andaluz.

               De seguro que algún cortesano ponto pondrá los puntos sobre las íes, y, en vez de quemar en la hoguera los malos espíritus, los enfrentamientos banales, los disensos inútiles  y los ufanos complejos de su ficticia superioridad territorial, es capaz  de sacar el  lema propuesto para la academia por el conde del Montellano: Con el ocio, lo lúcido deshace, rompe y luce. Pero, ya está la Academia para esos fines, dejemos al pueblo que normalice su norma. Pues , si no, todavía estaríamos hablando latín. De ahí que  mantenemos el título  de las fiestas de la hogueras con   las lumbrás de san José.

 

 

 

 

 


 

 

 


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 Es curioso que, durante el invierno, se celebren varias fiestas, donde las hogueras arden  y se encienden en varios barrios y rincones de  la Sierra Sur, sobre todo Castillo de Locubín, Alcalá la Real y sus aldeas. Lo hacen con motivo de la celebración de alguna festividad religiosa: en enero, por el día de San Antón como en Jaén; a primeros de febrero, por la Candelaria, abunda este tipo de hogueras y, en el dieciocho de marzo,  para honra de San José. De primeras, surgen las interrogantes sobre los elementos constitutivos de la fiesta: el fuego, los objetos de la hoguera, los ritos y los fines. No falta quien osado se lance a la  justificación sociológica de primera mano , y convierta estas fiestas en una catarsis griega, donde el pueblo se purifica a la manera del público de  su tragedia clásica. Pues, en medio de estos momentos difíciles y azarosos, no cuesta trabajo simbolizar la quema de los trastos viejos con el  deseo y ansías  de cambio de nuestras vidas gracias al fuego purificador de una crisis que no sólo quema a los más excluidos y más débiles, sino que achicharra, hasta la médula, al más pintado. 

Es verdad que la crisis se ha empleado a fondo con las personas que no  pueden cubrir ni siquiera los gastos básicos de luz, butano e, incluso, de elementos básicos como la vivienda, el vestido y la alimentación. Pero, su guadaña ha hecho mella también en muchas familias acomodadas que impulsaron con gran ilusión su pequeño negocio para afrontar las haciendas de sus casas, y han visto cerrados sus locales; por otro lado, muchos cooperativistas han visto mermado sus fondos y sus pequeñas empresas se han visto obligadas a mantener los puestos fijos y con gran dificultad. Tan sólo, paso de rositas por aquellos que los dígitos de beneficios solamente variaron en unas décimas ( si no se acrecentaron aprovechándose de la indigencia y la desesperación de otros)   para engordar sus arcas repletas de bienes.

            Sin embargo, por mucho que se quiera y se pretenda, no se encendieron desde tiempo inmemorial las hogueras ( cuya palabra degeneró, a partir de su evolución fonética,  en lumbradas y lumbrás en detrimento de la bella luminaria)  con estas hipotéticas interpretaciones, sino con la acertada intención de anunciar, en el día de la víspera, un acontecimiento festivo e importante( un evento dirían nuestros nuevos próceres) de modo que nuestros antepasados colocaban las  luminarias para que, de lejos, se vieran,  encima de las murallas y de las torres de la fortaleza de la Mota y, atrajeran a las personas a las fiestas; luego bajaron a las plazas de la ciudad baja. Y se hicieron urbanas. Es decir, ofrecían una misión pregonera, una anticipo festivo y una llamada al disfrute colectivo por una fiesta que rompía la monotonía del valle de lágrimas de cada día.

 Viene esto a cuento de que el mes de marzo es el mes , en estos  pueblos de la Sierra Sur y en  Alcalá la Real, de las Lumbrás de San José. Antes, se encendían las hogueras de todo tipo ramaje y támaras  de monte bajo en algunos rincones de la ciudad de la Mota. Como muestra de anuncio y publicación de las fiestas, se hacían  luminarias, que eran hogueras que solían encenderse en los distintos sitios señalados de la ciudad, el castillo de la Mota, las Casas de Cabildo, por los siglos XVI. Las encendían durante tres noches repetidas en cuanto se produjera la noticia del acontecimiento.

Muy alejadas en el tiempo en lo alto de las torres, almenas y las casas de cabildo de la ciudad fortificada del cerro de la Mota para anunciar las fiestas.      Durante algún tiempo del siglo XVII, el centro neurálgico de la ciudad será la calle Real y el Paseíllo de la Mora, el Llanillo y la Placeta de las Trinitarias, fueron los espacios abiertos donde se proclamaron los actos festivos y levantaron los tablados, y de confluencia de vecinos en las manifestaciones religiosas.

Actual y tradicionalmente, se conservan en los derredores del antiguo Pilar de San José y la cruz de la calle Ancha. Y se ha extendido a San José de Huerta de Capuchinos.  

 

Junto las luminarias,  se realizaban las máscaras o mascaradas, que eran los desfiles de los caballeros a caballo con las chirimías y atabales visitando las distintas luminarias y plazas. Provenían de estas paradas de los siglos XVI y XVII y se mantuvieron hasta el siglo XIX. Pero, desde este siglo XX, el lugar de los caballeros lo ocuparon las bandas de las tropas alojadas en la ciudad. A las doce del mismo día tenía lugar una compañía enmascarada y a caballo, compuesta de unos veinticinco jinetes recorrían las calles de la población iniciándose por la plaza y anunciando el baile  vespertino.

 A a mediados del siglo XX, la Banda Mixta de Nuestro Padre Jesús y la escuadra de judíos que recorrían las lumbrás. Actualmente, agrupaciones musicales del Cristo de la Salud y de Nuestra Señora de las Angustias, Nuestra Señora de la Esperanza, Dulce Nombre de Jesús junto con las veteranas del Gallardete y Tambores y Trompetas del Ecce Homo han acrecentado este desfile caballeresco y musical.

 

El pueblo sencillo nunca llegó a denominar las vísperas de este santo esposo como sus Luminarias; a lo más que se escucha por la vecindad es las Lumbres de San José. Las dos palabras aluden al significado de esas hogueras que se celebran con el sentido de la quema de pilas de  ramón de olivo  que anuncian su fiesta  Y en verdad que Luminarias es una palabra poética y preciosa por su rima final; recuerda históricamente las luminarias que se colocaban en las atalayas alcalaínas para iluminar a los cautivos que procedían de las cárceles enemigas para alcanzar la tierra de libertad.

 Esta luz es ingrediente básico que siempre se mostró en las Lumbrás del municipio de la ciudad de la Mota. El pueblo sabio recogía la  connotación, que algunos pretendieron añadir,  del sentido de calor humano de la fogata colectiva. La palabra luminaria sufrió en Alcalá la Real una evolución de su significante y significado a través de su historia léxica.

Nunca se sintieron remisos en deformar aquella palabra Lumbrada. Sabían que aquel fuego era una lumbre grande, pero que, con la caída de la  dental sonora intervocálica y la fusión de las dos, les  parecía como si quisieran  expresar una luz especial y colosal. Sería un vulgarismo , pero lo compartieron esta terminación como otras andaluzas como la espantá, la despertá, la levantá.. Simplemente hacían suyo el rico, expresivo  y complejo sistema vocálico del dialecto andaluz.

               De seguro que algún cortesano ponto pondrá los puntos sobre las íes, y, en vez de quemar en la hoguera los malos espíritus, los enfrentamientos banales, los disensos inútiles  y los ufanos complejos de su ficticia superioridad territorial, es capaz  de sacar el  lema propuesto para la academia por el conde del Montellano: Con el ocio, lo lúcido deshace, rompe y luce. Pero, ya está la Academia para esos fines, dejemos al pueblo que normalice su norma. Pues , si no, todavía estaríamos hablando latín. De ahí que  mantenemos el título  de las fiestas de la hogueras con   las lumbrás de san José.

 

 

 

 

 


 

 

 

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