A unos 824 metros de altitud, Mures encarna un vocablo,
cuyo étimo se diluye entre las interpretaciones precipitadas y la concienzuda
profundización de la filología y la historia. Puede responder a un arabismo que
hace referencia a “unas casas o chozas” probablemente situadas en las riberas
de los arroyuelos y ríos Mures, Palancares y Frailes. Los hay osados que
lo remontan a un refugio de roedores, por eso de que en lengua latina mus,
muris, significaba ratón, un despropósito de filólogos aficionados También, sabemos
y hemos expuesto en anteriores artículos que el término de Mures provino de un
residente de aquella zona, que estaba relacionado con la ciudad natal y
norteña de Mures (por tierras del Principado de Asturias). Lo mismo que lo
hicieron los que labraron las tierras de la Fuente de Tudela, por
aquellos lares. Generalmente, tras la conquista de Alcalá la Real por
Alfonso XI y otros reyes posteriores, se les concedió a sus soldados, según el
grado social (peón, caballero, lancero o escudero) una posesión de tierras,
desde un haza a un cortijo, que pudo derivar de un villar o, incluso,
alquería medieval. El término mureño se fijó en varios lugares como
la Dehesa de Mures, las tierras de Mures o el arroyo de Mures a lo
largo del siglo XV y XVI. Pero no hay duda que el cortijo con el nombre de
Mures existió y lo recibió un caballero que solía arrendar a un labrador como
lo hicieron los frailes en las Juntas o los Góngora en otros cortijos. Lo
podemos datar por un documento que levantó el escribano Martín de Alcalá
Salazar en 1564 (4719, folio sin numerar) con fecha de doce días del mes
de noviembre, siendo testigos Diego Rodríguez de Boar, Juan Muñoz Vaca y
Juan Barrero.
El contrato sen entabló entre Juan
Jiménez de la Fuente y Pedro Jiménez de Porcuna. El primero nos da la
presencia del cortijo, pues declara ser " residente en el cortijo de
Mures" (no especifica los cortijos de Mures, que los había a su
alrededor como el de don Pedro, Gumiel, o Tudela) y " vecino que soy
de la ciudad de Alcalá la Real". El segundo, que también era vecino
de la ciudad de la Mota, era Pedro Jiménez de Porcuna (estos solían estar
ligados con los Ramírez, originarios de esta localidad del reino de Jaén, y se
emparentaron con los abuelos y madre de Martínez Montañés por la fecha del
documento). El objeto del documento era el pago de "seis mil ochocientos e
setenta y cinco maravedíes de la moneda usual los cuales confieso deber
los de un buey de color rubio bragado que debo".
Y en un tercer documento, que realizó el primero ante
el escribano Gome Muñoz, cita que era labrador en 1567, del cortijo de
don Pedro de Aranda, que es adelante de Mures.
Sin lugar a dudas, el
buey era un animal fundamental para la labranza y para poner en labor las
tierras que se roturaban en torno a aquella zona montuosa que servía de dehesa
de las tierras alcalaínas y se mantuvo hasta el siglo XVIII. En concreto, su reparto
dio lugar al asentamiento y concentración rural de su población en
torno a este cortijo que se ubicaba en lo que hoy está la población de
Mures.
Por otro documento
ante el escribano Gómez Muñoz, se encuentra el partido de campo de Mures,
término de esta ciudad (se alude a Granada). Es un contrato de arrendamiento
entre el labrador, vecino de Moclín, Alonso de Carranza, y Juan de Cuéllar,
veinticuatro de la ciudad de Granada, que le arrendaba en 8 de noviembre de
1579 un cortijo de teja con dos casas- la mejor de las dos que están
juntas- y 179 fanegas de tierra, lindero al cortijo del comendador don
Pedro de Aranda, tierras de Antonio de Ovalle y tierras de Pedro Gómez,
vecino de Colomera y arroyo de Mures. Se fijaba la renta a la tercia
parte del trigo y otros productos y 150 fanegas en el cortijo por el día de
Santa María de Agosto.
Con estos documentos,
el partido de campo de Mures se fija para una zona de frontera en época
medieval y línea de termino entre el reino de Granada y Jaén. Una zona, donde abunda el agua y el
monte. Lugar propicio para asentamiento humano, industria molinera, desarrollo
agrícola y fomento de la ganadería. Pues, en sus orígenes, estos
lugares formaron una zona boscosa de flora mediterránea, tan sólo cultivada en
las partes llanas junto a los caudales del agua. En época romana, se constata
la existencia de algunos asentamientos en formas de villas (Media Luna y Vegas
de Paz). Posteriormente, en la época musulmana, se transformaron estas
villas en alquerías, al mismo tiempo que se acrecentaron los
asentamientos dispersos, jugando un papel muy importante en el periodo nazarí
este terreno por estar situado en la frontera entre los reinos de Castilla y
León y el musulmán de Granada: lugar de dehesa, pasto de ganado, paso de tropas
y de enfrentamientos entre los dos reinos. El hito de la frontera
está constituido por el río y la cresta de los montes cercanos (Mulero,
Mal Abrigo y Guzmana, entre otros) y en varios lugares venían marcados por
varias atalayas como la Alta, Baja, Quejigar y Listán.
Tras la
conquista de Alcalá la Real por Alfonso XI, estos terrenos
constituyeron una tierra de nadie, en la que destacaban la dehesa de
Mures, la fértil zona de las Juntas, Malabrigo, los cortijos de la
Atalaya y, Medianil. Por sus tierras pasaban los caminos de Iznalloz, de
Granada y Moclín jugando un papel importante sus puentes para el
desplazamiento de personas y víveres.
Con la
conquista de Granada, esta zona fue repartida entre los vecinos de Alcalá
en varias ocasiones: la primera, en tiempos de los Reyes Católicos ( es el caso
del cortijo don Pedro); la segunda, en tiempos del emperador Carlos I
afectando a la zona de las Juntas, así como se vendieron una gran cantidad de
sus tierras al monasterio granadino de la Cartuja; ;en tercer
lugar, una definitiva roturación de sus tierras en la zona de la dehesa que
alcanzó su última fase a finales del siglo XVIII y con las posteriores
desamortizaciones en el siglo XIX, constituyéndose como un núcleo rural o
aldea.
En
1574, se construyó el puente de las Juntas, que fue obra del cantero
Miguel Sánchez Vizcaíno, e importó treinta ducados. Recibía este nombre por
unirse el Velillos Frailes, el arroyo Mures con el Palancares y era muy
importante, porque pasaba el camino de Granada, que unía Madrid o donde
estuviera la Corte Real con Granada. Por él pasaron personajes como
san Juan de Dios, Juan de Ávila, el emperador Carlos V por dos veces en la
primavera e invierno del año 1524, ministros como Ensenada o Wall de Felipe V o
Fernando VI, José Bonaparte y muchos carlistas a lo largo del siglo XIX. En cuanto a los aspectos sociolaborales,
avanzando el siglo XIX y a lo largo del XX, entre los vecinos
de Mures, predominaban los jornaleros del campo, los labradores, y, a gran
distancia, los oficios industriales y artesanales, siendo casi nulos los
servicios. Los que se denominan del campo o jornaleros, pueden dividirse según
tuvieran algún medio o ninguno y solo al jornal; los labradores eran los
arrendadores de cortijos y poseedores de algunas tierras, los pegujareros que
los que tenían posesiones pequeñas en parcelas y algún arrendamiento,
propietarios eran los que disfrutaban algunos de los cortijos.
En 1623, hay un pletio entre los hierederos de Bartolomé del Castillo, vecinos de Santa Fe y algunos regidores entablaron un pleito con el padre de menores Gerónimo de Ribero y su mujer. Entre los bienes que apare en haza del Enciinar del cortijo de Mures, lo que demuestra la pervivencia del cortijo. Y con este nombre. Aparecen los hrmanos María y Martín del Castillo y otros menores, hermanos que venden en el reparto de bienes 62 fanegas.
En el siglo XXI,
muestra la decadencia de población por la diáspora de los años sesenta, desde
los 1838 habitantes en 1950 hasta los 720 de 2011 y los 677 actuales, a los que
hay que añadir los avecindados en Moclín y los de población transeúnte. Durante varios años, solicitaron, por
parte de los vecinos de Mures, convertirse en Entidad Autónoma Local, y
en 2001 recibió esta reconocimiento ofical por la Junta de Andalucía,
presidiendo esta entidad autónoma el socialista Miguel Villegas Chica y
formando la comisión miembro del PSOE, PCE y PP. En las últimas elecciones, fue
elegida Francisca López Zafra de IU, Aunque Mures se mantiene en el sector
primario, los servicios, las dos almazaras, los comercios y los servicios la
han convertido en un nuevo reto para el siglo XXI. Ya no es el partido de
campo del cortijo de Mures, es la ELA de Mures sin que nadie se acuerde de
aquel primer rentista que arrendaba tierras a un labrador.
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