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martes, 14 de marzo de 2017

EL BARRIO DE SANTO DOMINGO DE SILOS HASTA EL SIGLO XXI




            La ciudad de Alcalá la Real jugó un papel fundamental y estratégico entre el reino de Granada y el la Real, ya  que, con su  edificación,   se pasó de una ciudad fortificada a una  nueva ciudad  que, paulatinamente, se extendió desde el barrio de la  Mota  hasta el de las Cruces ya en tiempos de la Edad Moderna.. Pues,  al recinto  fortificado  en la cima del cerro de la Mota, se añadió  un tercer círculo de murallas  que dio lugar al Arrabal Viejo o barrio de Santo Domingo, cuyo centro era  la antigua mezquita transformada en iglesia del santo liberador de cautivos. Tras la conquista cristiana por el rey Alfonso XI, mientras que la ciudad fortificada de la Mota  fue ocupada por las familias nobles-estableciéndose en las casas de los caballeros musulmanes  y  aprovechando cualquier rincón edificable de la fortaleza-, este barrio atrajo, en cambio, a los vecinos que se ocuparon de los oficios  básicos para el mantenimiento de la ciudad.

 de Castilla y León. Pronto, la estabilidad política y el crecimiento de su población obligaron a pasar de un castillo defensivo a una extensa fortaleza, compuesta de diversos barrios en torno a sus correspondientes cinturones que se ampliaron gradualmente, a lo largo de los siglos XV y XVI  con la llegada de nuevos vecinos para repoblar esta ciudad.     Desde la época musulmana, la construcción de la muralla del Arrabal Viejo  constituyó un  hito fundamental para el desarrollo urbanístico de  Alcalá
Hasta finales del siglo XVI, el  Arrabal Viejo  debió  formar una amplia unidad territorial  a la hora de repartir los cuarteles o barrio entre los regidores  en el célebre cabildo de suertes porque se distinguía  claramente el cuartel de Santo Domingo entendido en su amplio territorio, con espacio delimitado con respecto a de San Juan, San Blas, San Sebastián y el Dulce Nombre de Jesús que correspondía a la zona del Llanillo[1]

En el siglo XVIII,  se producen dos  acontecimientos muy  significativos en el municipio  alcalaíno: por  un lado, se completa  la  rurralización de una  importante  parte de la población  de la ciudad de Alcalá la Real estableciéndose en los partidos  la nueva  ciudad de Alcalá la Real gracias a la ampliación  y  continuidad de los repartimientos reales  entre  las  clases más populares, y , por otra parte, prácticamente  la mayor parte de la población se extendió por completo entre los dos cerros, el de la Mota y los Llanos, donde se formó un rectángulo, atravesado por el Llanillo y la  calle Real, a las que convergen `perpendicular y paralelamente una serie de calles cardinales y decumanas. Como  consecuencia  de ambos movimientos de poblamiento,  estos barrios, de predominio campesino, fueron los primeros en sufrir las consecuencias y se vieron obligados a  trasladarse a los nuevos núcleos rurales para asentarse en los nuevos poblamientos  que se ubicaban en terrenos de propios y eran concedidos  por el propio ayuntamiento, y, por ende, el recinto fortificado mostró un declive significativo, no afectando  en mucho  la continuidad ni la habitabilidad en el barrio de Santo Domingo, porque   mantenían  en pie su iglesia y el lienzo meridional de la muralla, mientras gran parte del poblamiento de  la zona  oriental había desparecido en torno a la ermita de San Blas y la Puerta de Martín Ruiz
En el siglo XIX, la s calles de las Escalerillas de Santo Domingo, la Cruz de Piedra, Cava, y Mazuelos albergaron siempre  casas con vecinos, de extracto social muy pobres y  rayando la exclusión social. Incluso, pervivieron frente al despoblamiento que se produjo de un modo más intenso Pues, partiendo de  la base documental de  distintos padrones municipales., a partir  de 1822, podemos resumir la situación del barrio de Santo Domingo y alrededores  con los siguientes datos:
-Con motivo del nombramiento de alcaldes de barrio, “que celen y cuiden de los respectivos partidos que se les asignen”, esta zona se comprendía dentro del distrito cuarto y se componía de las calles siguientes: San Blas, La Caba, Escalerillas, Pozuelo, Mazuelos, Mesones, Trinidad,  además de Luque, Llana, Rosario y Medrano[1].

En 1832, podemos constatar el número de viviendas y la desaparición de la calle Mesones:

-San Blas: 7 casas
-Santo Domingo: 4 casas
-Cava:   7 casas
- Mazuelos: 5

 En 1833,  no hay variación
-Calle Pozuelo y San Blas: 12 vecinos
-Escalerillas de Santo Domingo. 5 casas 12 vecinos.
-Caba  6 casas y 14 vecinos
-Mazuelos: 5 casas.

Uno años después, en 1841, la despoblación es total

San Blas, un vecino
Casas por encima de San Blas: 8 casas
Iglesia de Santo Domingo: una
Casa por encima de Santo Domingo: uno
Cava: 16 vecinos
Calle Mazuelos: 4
Hondiguilla: 8 vecinos.
:
También, en los barrios colindantes se produjo este descenso de población;  y los edificios públicos y religiosos presentaban “un montón de ruinas cuyos materiales fueron vendidos  hace pocos años y transportados a la población”[1].
Lo que produjo la decadencia del barrio fue la venta de la mayoría de bienes inmuebles  a partir de finales del siglo XVIII y siglo XIX (desamortización de Godoy, Mendizábal y Madoz) que  cayeron en manos de la burguesía alcalaína. Primero,  le tocó la suerte al paraje de San Bartolomé, que  se transformó en olivar, regentado por la familia Vigas, luego los solares  y ermita de san Blas, que cayó en el segundo decenio XX en manos de la familia Fernández Anchuela; finalmente el convento de las Trinitarias.

 Pero,  hasta finales del  siglo XX,   no se produjo  el descenso total  de población ni  el poblamiento decayó  profundamente. Pues,  en circunstancias penosas, se consideraba un barrio de extrarradio  o periurbano de la ciudad, de ahí que  se mantuvieran varias casas en las Escalerillas y en  la calle de la Cruz de Piedra. Es verdad que, incluso en  1901, la iglesia de San Blas mostró  los primeros síntomas de su ruina que se plasmaron definitivos en el segundo decenio de este siglo vendiendo sus enseres a la familia Fernández Anchuela. Pero la muralla y el barrio de Santo Domingo siempre prestaron una fisonomía  peculiar  a la ciudad de Alcalá la Real con sus restos de una urbanización medieval  y las huellas de  un asentamiento muy importante en el dinamismo de la nueva ciudad. No obstante, el Arrabal Viejo se mantuvo  siempre con una población dispersa englobada dentro de la unidad/ calle/ plaza de San Blas y calle  Cava, porque eran los elementos más significativos  y poblados de este barrio.
La iglesia de Santo Domingo además se mantenía abierta hasta la Guerra Civil Española, lo que obligaba a mantener la urbanización de la zona e invitaba a que  permanecieran algunas viviendas alquiladas a familias pobres o convertidas  en segundas viviendas de labradores y hortelanos, donde guardaban los aperos de labranzas y en sus solarines se plantaba hortalizas para el mantenimiento de la hacienda familiar.
Junto a la fachada oriental de la iglesia de Santo Domingo de Silos,   perduraron diversas  casas de la familia gitana de Bernabé Muñoz hasta los años setenta del siglo XX;, en las  Escalerillas,   destacaba la familia de Malagón  hasta los años ochenta, la familia de López Fuentes en la Subida a la Mota junto al Arrabal Nuevo, en el camino de acceso de la iglesia de Santo Domingo por la puerta de Granada la casa de una enigmática Eva;  y la Casa del Arrabal pasó de vivienda familiar a  tina  de ganado  en los años noventa y pervivió hasta hoy día.. Las personas de edad frecuentaban un espacio público de recreo y ocio que denominaban Paseíllo de Vinuesa como lugar de encuentro y parque en los domingos y días festivos.  Con el nombre de San Blas, en el padrón de 1942, todavía se producen altas de vecinos, es decir,  en sus diversos aspectos (por cumplir 23 años, por enviudar,  por fijar su residencia...) y   altas por nacimiento, Lo que se repite en 1948 con Mercedes Pérez Ruiz y prueba de la habitabilidad del barrio es que se dio de alta por cumplir 21 años a la vecina Dolores Expósito Aceituno en  una calle que se nombra explícitamente “ Es. Santo Domingo”. Tan sólo, asistimos a tres bajas  por fallecimiento ( un niño de 9 años Francisco Bolívar Ruiz, una mujer Dulcenombre Teba de 37 años y un hombre Antonio Bermúdez de 51)., otras dos por casamiento y enviudar
En las revisiones del Padrón de 1970, el Arrabal Viejo englobado todavía dentro de San Blas, aparecen varias altas de nacimiento ( Ángeles Pérez Ruiz), bajas por contraer matrimonio como Mercedes Pérez Ruiz, de 21 años, lo que nos demuestra que este barrio está habitado. Curiosamente ,la emigración hizo mella aparecen familias enteras como de  Gámez-Olmo que figuraban en el padrón como bajas ausentes (5 miembros que emigraron a Asturias o Miguel Armenteros a Bilbao) .,Incluso en 1969, se produjo la defunción de un personaje muy popular del barrio Evaristo Gil Garrido, a la edad de 63 años, campesino que recibía la finca de  baja de empadronamiento de San Blas.
Este el panorama urbanístico de un barrio que siempre albergó vecinos hasta los momentos en el que el progreso y el desarrollismo lograron  salvar la exclusión social dando trabajo a sus moradores y nuevas viviendas en casas de protección social. Pero, el barrio fue cantado hasta por los poetas en una revista patronal de 1979:
“Seguía subiendo calle Cava, la plazoleta de San Blas, viendo los restos perdidos de un patrimonio y el deterioro de la casa de Eva, donde era nuestro fuerte en nuestras correrás por la Mota; observaba los huertos inhóspitos convertidos en  pequeñas hortalizas y, de vez en cuando, los troncos de olivo  dejaban ver la antigüedad de aquellos parajes. AL fondo, los cimientos y escombros de aquellas casas adosadas a la iglesia de Santo Domingo. Y me acordaba de la noche de “Camelamos naquerar” de aquellos que tanto tiempo la habían habitado hasta estos días:
Tostados, ahumados, desarrapados,
Desahuciados, enemigos de todos,
Sin tierra, sin horizonte, sin vida,
Sólos, engañados, a lo sumo
Engañando, erais la escoria, la risa”
Quieren vivir entre ellas,
No quieren que les cuenten cuentos,
Quieren ser lo que son
Rotos, desgastados, piedras hueras,
Mohín de los monumentos”.
(…


Francisco Martín Rosales.




[1] AMAR. Acta de 22 de junio de 1597.

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