Archivo del blog

miércoles, 22 de febrero de 2012

LO PÚBLICO






                                                                                  Francisco Martín Rosales



Recuerdo que, en mis años de juventud,  sentíamos un interés apasionado por la defensa de lo público. Nos repugnaban todas aquellas actitudes que trataban de arrebatarnos  el espacio  común, natural  o social. Por eso, algunas proyecciones  sobre este tema nos  causaban un gran impacto – en  el túnel del tiempo, creo que nos sentíamos sumamente atraídos por una película dedicada a una valla o alambrada  que rompía la vida armónica de una sociedad para apropiársela el individuo, resaltando la lucha entre la propiedad pública y privada - y, salvando la legítima propiedad privada, nos convertíamos en defensores a ultranza de aquellos espacios comunes que los individuos  no podíamos dejar que lo usurpasen las personas particulares.

Hoy día, sin embargo, con una miopía galopante y una insensibilidad sin escrúpulos,  asistimos al deterioro más  alto que se ha producido en la historia  de una parte fundamental de las sociedades humanas, en concreto, de todo lo que  pertenece a cada uno de los miembros de un  lugar  y, al mismo tiempo,  se comparte en común con el resto de su comunidad para  poder  realizar el trabajo, prestar un servicio  o, simplemente, para disfrute  y ocio  que se nos otorgó por el consenso natural y universal antes que vinieran los legisladores.

Casi todos los días, podemos poner ejemplos sobrados  de los hurtos y robos con nocturnidad y alevosía que se producen en nuestro entorno. Unas veces,  notamos la falta de un elemento del mobiliario urbano- un  banco, una farola, un árbol, una planta de un jardín o un árbol-  que probablemente se ha colocado en una casa particular o ha caído en manos de  los traficantes de lo ajeno ( de seguro,  encolerizaremos y echaremos sapos por la boca  contra el ladronzuelo de turno).; sin embargo  otras veces,  nos quedamos  como panchos , cuando  vamos caminando y nos topamos con caminos,  que los abrió la naturaleza y fueron ( y son, porque los bienes públicos son intransferibles) ,   comunales, de propios y de realengo (   lo que  hoy día serían del pueblo), convertidos en  particulares, ya que el arado mecánico del tractor ha metido la cuchilla en donde  no era suyo. Y nos queda una cara de tontos, porque nos quieren  hacer pasar de ignorantes.  Así, en  nuestra comarca de la Sierra Sur, de pronto, y como de bruces, te topas, con frecuencia, un camino que comienza y  se rompe  por la labrantía ilegal. A veces, incluso se colocan vallas, invadiendo caminos que ya se fijaron  para la eternidad  y revisaron, con sentido de ejemplificación,  las autoridades en las visitas de veredas, caminos, sendas, y servideras. A la defensa de la intimidad y de la propiedad privada, incluso se le llama usurpación de lo ajeno.

Y es que el lenguaje está cambiando, cosa que es lógica. Pero, si  una calle  de Alcalá la Real o de las aldeas,  nos pertenece a todos para desplazarnos,  o  para disfrute de la comunidad, ¿Por  qué las calles del campo, que no son sino los caminos, veredas, servideras y sendas de antaño, no se respetan y se mantiene intocable el uso comunal, ya que sirven para el transporte de la riqueza y el desplazamiento humano- así como en la sociedad del ocio, al desarrollo físico de las persona?

Por eso, creo que es necesaria una nueva visita, revisita o revisión de los caminos de nuestro entorno, antes que nos encontremos que no se puede pasar del Portichuelo, con eso de los deslindes y otras hierbas, que es lo mismo que la defensa de lo privado.  Esperemos que se tome nota.

No hay comentarios:

Publicar un comentario