Llevamos a cabo la ruta sesenta senderistas desde Capuchinos a Camino de La Virgen de la Cabeza, vereda por los Tajos de san Marcos, camino alto de Charilla , hasta adentrarnos en Zunaques, portillos de Aspadores, Lagor, antiguo vertedero reconstruido, Llanos de Alcalá la Real, Verónica y Sauces. E hicimos estos comentarios:
DIARIO DEL RUTERO
Alcalá la Real cuenta desde 2021 con el primer sendero homologado por la federación nacional de Montaña y ha sido precisamentre el que discurre por la emblemática ruta de los Zumaques. Esta ha sido una aspiración de la población local que podrá ser visitada con todas la garantías por todos aquellos que difrutan del patrimononio natural de nuestra tierra. El sendero discurre, en parte, por algunos tramos del antiguo camino a Charilla. Y pequeñas veredas que enlazaban la localidad con las parcelas agrícolas cercanas. En su segunda parte por el paraje de los Llanos, coincide con el Cordel de Córdoba Y con antiguos caminos que unían Alcalá con localidades como Santa Ana y Frailes.
Destacan “Los Tajos”, impresionantes cortados rocosos bajo los que la vegetación natural se conserva como muestra de lo que en un tiempo eran los bosques mediterráneos del sur de la Península Ibérica. Unas maravillosas vistas se nos irán apareciendo en el horizonte, teniendo como protagonista principal la Fortaleza de la Mota, y con estupendas vistas de Sierra Nevada y del centro histórico de Alcalá la Real. Un lugar impactante para disfrutar del atardecer.
Sin duda una oportunidad para que nuestro destino sea objeto de interés para un público que disfruta de su tiempo libre en el patrimonio natural.
Sendero SLA-253 LOS ZUMAQUES
Recorrido: Lineal
Longitud: 9,4 km
Tiempo estimado: 3 horas, 10 minutos
Época: Invierno, otoño y primavera
Desnivel acumulado de ascenso: 195 m
Accesibilidad: Bicicleta y Caballo
4Grado de Dificultad: media (ver método MIDE)
DESCRIPCIÓN DE LA RUTA
Unos lo hacen por el parque periurbano de los Llanos o Fátima; otros por el camino de Aspadores; y los hay, como Huerta de Capuchinos, que salió de plaza Juan Carlos I, atravesó todo el trayecto de la cardo renacentistas ( Álamos, Llanillo y Tejuela) llegó al barrio del Camino de Charilla, y por el antiguo camino de esta aldea camino entre olivares que besaban los pies de los tajos alcalaínos. A nuestras espaldas , un bello paisaje con la fortaleza de la Mota y el pueblo asomaban por su cara norte.
Breves explicaciones del Tajo Hacho-su sentido mágico de sino trágico- y la luminaria de comunicación para las atalayas el Norte ( Navas, Mimbres, Charilla, Cogolla, Boca de Charilla, la propia de la aldea de fandango, Moraleja, Cascante, y Dehesilla y la propia ciudad fortificada de la Mota).
Otra parada para explicar el mar de Tetis y los efectos en las caras visibles de la roca con sus cuevas subacuáticas fosilizadas y el enjambre pétreo de los pájaros en la roca arenisca: algún que otro comentario sobre viviendas trogloditas de la familia Regis y esculturas del camino, obra de Vicente Moreno, hasta llegar al cruce de caminos entre los senderos altos que desembocan frente a la Mora Vieja y antigua Casa de Pío. Y nuestro amigo Antonio planeaba los suelos de su olivar de Monterrey.
En otra parada, explicamos montes que nos circundan: la Tiñosa, sierra de Horconera, y Cabra, Jurada, Camuña, San Pedro, y Los Chopos. Tras un despiste, rápidamente corregido, que nos hubiera abocado a la carretera de Charilla, junto al Guadalcotón , anteriormente se adentraba entre olivares a las pagos de los Zumacales, por una vereda pequeña para transporte de burros, donde se conducía las cargas de uvas al Lagar del Pincho y Portillo de los Aspadores. Pero, actualmente se prolonga por el camino de Charilla, y una nueva vereda entre olivar y parte colateral a los Zumaques se nos adentra en otra vereda que avanza por el chozón y desemboca cerca de los Aspadores en un paraje encantador entre los tajos semicaídos.
Experiencia inolvidable, recordamos pisándose los pies la comitiva de los ruteros de Zumque y grupos senderistas foráneos formados por varios centenares, que se sumaban a nuestros sesenta ruteros. También se pudo topar de vez en cuando con algún que otro rutero individual o en pareja, familias y extranjeros. Por entre piedras areniscas, matorrales, zarzales, arbustos variados, escaramujos, acerolos, yedra por doquier, algún que otro olivo, un pino , y casas abandonadas, llegamos al primer rellano que sirvió para explicar el origen de aquellas tierras de Monterrey, donde vino el rey Alfonso XI cazar y se mantuvo como bienes de propios.
Entre escaleras, escalerillas, escaleruelas, rampas, veredas, sendas, senderillas, pequeños espacios abiertos entre las rocas y los arbustos, y, en medio de todo este bosque mediterráneo, los zumacales asomaban entre el rojo final y el amarillo de su secado de sus hojas; a veces los gránulos secos y ennegrecidos contrastaban con el rojo de carmesí pasado de color y pálido como el estandarte o pendón del rey Alfonso. Olor a fresco, suelos rociados y piedras que rompían las pisadas del humus. Los chiquillos disfrutan de caminar hacia lo alto del paso de los Aspadores como si vivieran una aventura o simularan un personaje del cuento de la Caperucita cuando iba por el bosque. Al llegar al Lagar , se nos ofrece como un mirador su antesala que nos dirigía la vista hacia Charilla en su altozano.
Por una escalinata más ampliar, y quitándonos de encima las varetas de pincho y espinosos salimos al paraje del antiguo basurero convertido en una excelente atalaya o mirador, muy bien adecentada, desde contemplamos in situ los restos del hundimiento del Tajo con sus movimientos de desprendimiento de enormes rocas en diversas posiciones.
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