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domingo, 3 de octubre de 2021

EN LA SEMANA DEL JAEN.LAS BODEGAS DE LA MOTA.

 

LAS BODEGAS DE LA MOTA, LA BODEGA DE JUAN GARRIDO EN EL ALBAYCÍN.


     Ha comenzado el otoño, y, la vendimia se adelantó en la provincia de Jaén; también se marcharon los jornaleros a tierras manchegas y francesas. Actualmente, los pagos de la vid vetean los campos jiennenses sin apenas percibirse en medio del paisaje de olivos y en los pocos parajes y términos municipales de Torreperogil, Lopera y Alcalá la Real. En este último lugar, siglos pasados sus terrenos de montaña abundaba en vides sustituyendo al olivar de otros lares, pero el fruto de Minerva desde el siglo pasado prácticamente dejó como residual el caldo de Baco. Y no sólo marcaban las huellas del vino los campos, sino que en las ciudades abundaban las tabernas, los lagares, las bodegas y los bodegones. Sin embargo, actualmente, al encontrarse la ciudad de la Mota, prácticamente con pocos edificios enhiestos, en concreto la Iglesia Mayor, la Torre del Farol y el Alcázar, el resto solo presenta la primera planta y el sótano de las casas. De ahí que, tan sólo, salgan a la luz algunos aposentos o habitaciones de las viviendas completos, en su subsuelo o aprovechando el desnivel en la roca del cerro o sus pequeños terraplenes.  Generalmente, ofrecen un rebaje de la roca donde se asentaban los pies de las tinajas y formaban parte de las antiguas bodegas. Junto a ellas, se encontraba el lagar con sus diversas partes (estanque y sitio de pisar, lugar de prensa, canalillo de desagüe del mosto, y bodega de almacenamiento). Abundan en el recorrido de la ciudad fortificada de la Mota. Se han descubierto en el barrio noble junto a la Plaza; en el Bahondillo la cueva, el lagar y el lugar de almacenamiento se confunden, y se perciben varias en las casas excavadas del barrio militar de la Alcazaba de la Mota, entre ellos la de la casa de Interpretación del Vino.

    Todas estas bodegas fueron fruto de la actividad vitivinícola que le valió ganarse el Privilegio del Vino desde tiempos de los Reyes Católicos que les permitía la venta en otras tierras lejanas de la ciudad de la Mota, sobre todo, en los mercados de Granada, como se muestra en el de Carlos V. No puede olvidarse que estas bodegas realizaron otras funciones de almacenamiento y del abastecimiento de agua y otros líquidos y sólidos de alimentación.  Por eso, los recipientes se diversificaban de barro, piel como los odres de vino, tela como sacos, madera como arcones y canastas, y metal como ánforas, candiles y cazuelas, sin embargo, abundan los de barro, las tinajas. 

    Estos recipientes de barro provienen de las dolias romanas, tienen forma de vasija de perfil ovalado, boca y pie estrechos y por lo general sin asas. Predominaban en la Mota, las tinajas grandes, también llamadas tinajones, más profundas y panzudas, algunas con marcas como dos AA (Antón de Alcalá) se utilizaron tradicionalmente para almacenar vino, y los ejemplares medianos para aceite y granos de cereal. También, las vasijas más pequeñas, vidriadas parcial o totalmente, de color verde o marrón, se usaban para todo tipo de líquidos y semillas, así como conserva de carnes, especialmente de las matanzas de cerdos. Entre estas bodegas proliferan en el subsuelo, ocupando el sótano o el rellano entre dos alturas; también las hay horadadas en las rocas, cuevas antiguas reutilizadas, que se remontan a tiempos de la Edad del Bronce. No es de extrañar que se incardinaran en el recinto de la vivienda familiar, pero las hubo independientes que prestaban una renta muy codiciosa a sus vecinos para alquilarlas a los comerciantes y vendedores de vino. Este es el caso del comerciante Juan Garrido, casado con Catalina González, le vendió una bodega al clérigo de misa Alonso Ortiz, para almacenar el vino de sus cosechas. Por cierto, Juan Garrido era un comerciante muy emprendedor y hacendado que se había hecho de muchos bienes, entre ellos el tejar y horno de alfarería de la Tejuela, al mismo tiempo que intervenía en venta de vinos. Muy cercana a esta bodega del siglo XVI, se encontraba un barrio fuera de la ciudad amurallada de la Mota, que le dio nombre el mundo de la vid, Los lagares, junto a los nuevos barrios nuevos de la ciudad del llano de Alcalá la Real. E, incluso, conforme la ciudad bajaba al Llanillo la bodega y el lagar se transformó en una pieza de la vivienda, que ocupaba la primera planta o el sótano, como se conserva en algunas viviendas del recinto histórico.
    No solo eran los productores de vino los hidalgos, los labradores y los pegujareros, sino que, en siglos anteriores, se frecuentaba entre los clérigos el servicio eclesiástico con el laboreo o arrendamiento de tierras. 
    Y por un texto de 25 de septiembre de 1534, ante el escribano Antón Blázquez, el lugar de la bodega se definía como “una pieza sola de veintiséis tinajas mayores, y es la bodega en el corral de Moriana, que alinda con la casa y alhorí del vendedor y calle que sube al Albaicín". No era el precio bajo, alcanzaba la cifra de una bodega los 34.000 maravedíes.

    Con este contrato, la vid se convierte en recuerdo arqueológico del patrimonio, ya que la bodega se ubicaba en el Huerto de Moriana, actualmente excavado, y por donde pasaba la calle que se dirigía al Albaicín. Un barrio comercial donde se levantaron el Pósito de las Puertas del Arrabal, los mesones, las alfarerías, las viviendas y tiendas comerciales.  Está claro que la bodega de Juan Garrido responde al tipo de bodega-cueva que todavía subsisten en el entorno, donde se guardaban los vinos torronteses, tinto y amarillo, albarillos y de todos vidueños, esperando la comercialización a otras tierras, sobre todo Granada durante tres meses. Hoy, son bodegas en las afueras de la ciudad de Alcalá la Real, y sus caldos se elaboran en las bodegas y lagares de Marcelino Serrano y Campoameno. Se ha recuperado el torrontés, y han diversificado sus caldos desde el tinto hasta el espumoso, pasando por el blanco y rosado. Al mismo tiempo, han alcanzado un nuevo privilegio, Desde el año 2003 obtuvieron la mención «Vino de la Tierra de la Sierra Sur de Jaén». 

    Es una Indicación Geográfica Protegida que desde el 2005, consiguieron el sello de Calidad Certificada otorgado por la Junta de Andalucía. Proliferan los premios y menciones en concursos vinícolas de estos caldos y se beben en muchos rincones de España.


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