LAS BODEGAS DE LA MOTA, LA BODEGA DE
JUAN GARRIDO EN EL ALBAYCÍN.
Todas estas bodegas fueron fruto de la actividad vitivinícola que le valió ganarse el Privilegio del Vino desde tiempos de los Reyes Católicos que les permitía la venta en otras tierras lejanas de la ciudad de la Mota, sobre todo, en los mercados de Granada, como se muestra en el de Carlos V. No puede olvidarse que estas bodegas realizaron otras funciones de almacenamiento y del abastecimiento de agua y otros líquidos y sólidos de alimentación. Por eso, los recipientes se diversificaban de barro, piel como los odres de vino, tela como sacos, madera como arcones y canastas, y metal como ánforas, candiles y cazuelas, sin embargo, abundan los de barro, las tinajas.
Estos recipientes de barro provienen de
las dolias romanas, tienen forma de vasija de perfil ovalado, boca
y pie estrechos y por lo general sin asas. Predominaban en la Mota, las tinajas grandes, también llamadas tinajones,
más profundas y panzudas, algunas con marcas como dos AA (Antón de Alcalá) se
utilizaron tradicionalmente para almacenar vino, y los ejemplares medianos para aceite y granos de cereal. También, las vasijas más pequeñas, vidriadas parcial
o totalmente, de color verde o marrón, se usaban para todo tipo de líquidos y
semillas, así como conserva de carnes, especialmente de las matanzas de
cerdos. Entre estas bodegas proliferan en el subsuelo, ocupando el
sótano o el rellano entre dos alturas; también las hay horadadas en las rocas,
cuevas antiguas reutilizadas, que se remontan a tiempos de la Edad del Bronce.
No es de extrañar que se incardinaran en el recinto de la vivienda familiar,
pero las hubo independientes que prestaban una renta muy codiciosa a sus
vecinos para alquilarlas a los comerciantes y vendedores de vino. Este es el
caso del comerciante Juan Garrido, casado con Catalina González, le vendió una
bodega al clérigo de misa Alonso Ortiz, para almacenar el vino de sus
cosechas. Por cierto, Juan Garrido era un comerciante muy emprendedor y
hacendado que se había hecho de muchos bienes, entre ellos el tejar y horno de
alfarería de la Tejuela, al mismo tiempo que intervenía en venta de
vinos. Muy cercana a esta bodega del siglo XVI, se encontraba un barrio
fuera de la ciudad amurallada de la Mota, que le dio nombre el mundo de la vid,
Los lagares, junto a los nuevos barrios nuevos de la ciudad del llano de Alcalá
la Real. E, incluso, conforme la ciudad bajaba al Llanillo la bodega y el lagar
se transformó en una pieza de la vivienda, que ocupaba la primera planta o el
sótano, como se conserva en algunas viviendas del recinto histórico.
No solo eran los productores de vino los hidalgos, los labradores y los
pegujareros, sino que, en siglos anteriores, se frecuentaba entre los clérigos
el servicio eclesiástico con el laboreo o arrendamiento de tierras.
Y por un texto de 25 de septiembre de 1534, ante el escribano Antón Blázquez,
el lugar de la bodega se definía como “una pieza sola de veintiséis tinajas
mayores, y es la bodega en el corral de Moriana, que alinda con la casa y
alhorí del vendedor y calle que sube al Albaicín". No era el
precio bajo, alcanzaba la cifra de una bodega los 34.000 maravedíes.
Con este contrato, la vid se convierte en recuerdo arqueológico del patrimonio, ya que la bodega se ubicaba en el Huerto de Moriana, actualmente excavado, y por donde pasaba la calle que se dirigía al Albaicín. Un barrio comercial donde se levantaron el Pósito de las Puertas del Arrabal, los mesones, las alfarerías, las viviendas y tiendas comerciales. Está claro que la bodega de Juan Garrido responde al tipo de bodega-cueva que todavía subsisten en el entorno, donde se guardaban los vinos torronteses, tinto y amarillo, albarillos y de todos vidueños, esperando la comercialización a otras tierras, sobre todo Granada durante tres meses. Hoy, son bodegas en las afueras de la ciudad de Alcalá la Real, y sus caldos se elaboran en las bodegas y lagares de Marcelino Serrano y Campoameno. Se ha recuperado el torrontés, y han diversificado sus caldos desde el tinto hasta el espumoso, pasando por el blanco y rosado. Al mismo tiempo, han alcanzado un nuevo privilegio, Desde el año 2003 obtuvieron la mención «Vino de la Tierra de la Sierra Sur de Jaén».
Es una Indicación Geográfica Protegida que desde el 2005, consiguieron el sello
de Calidad Certificada otorgado por la Junta de Andalucía.
Proliferan los premios y menciones en concursos vinícolas de estos caldos y se
beben en muchos rincones de España.
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