Tras los tres primeros decenios del siglo XVIII, en los que la familia de
Luís Melgar y Valladolid, padre e hijos, ocuparon un lugar importante en el
mundo artístico de la ciudad de la Mota trabajando y creando un taller de arte
y tienda comercial, en la que se contrataban obras de pintura, marquetería,
dorado y contratos de retablos, surgen nuevos artistas en la ciudad de Alcalá.
La familia de los Arenas comenzó a pujar por entrar en este mundo artístico de
la mano del pintor Manuel de Arenas, y de su hija María Eugenia.
Más que en la pintura
figurativa de cuerpos e imágenes religiosos ( Vírgenes,
Cristos y Santos ), su línea de escenas, por último,
encuadra a esta familia . Avecindados en Alcalá,
lograron, con su pintura decorativa y anecdótica ocupar el puesto de los
artistas granadinos de la arquitectura efímera como los granadinos Perea.
Pintura que trasladaron a otros lienzos propios de paredes de capillas, como la
Adoración de los Pastores y de los Reyes Magos del convento de las Madres
Trinitarias o la Resurrección de Lázaro de la iglesia de
Consolación.
Recogemos un contrato
que ilustra de los diversos campos que trataron con su modalidad pictórica a
través de un contrato con los comisarios de la fiesta del Corpus
de 1737, los regidores don Manuel de Manrique de Estrada y Chumacero
y don Felipe del Rincón. Firmaba Manuel de Arenas como maestro de
pintor y lo avalaban los vecinos don Antonio Cano y don
Vicente Arenas. Se comprometía a la composición de la Plaza, el altar en medio
de ella con las 16 columnas y arqueada y otros cuatro
costados con su adorno correspondiente a semejante festividad y
colgadura por encima de los arcos que hace, cielo o toldo pintado. Y
lo fijaba en la cantidad de 1.400 reales y debía recibirlo en varios plazos así
establecidos: 600 reales el último día del mes de febrero; otros 600
, cuando se encuentre la fábrica del adorno en el primer
cuerpo, otros 600 cuando esté fabricado el tercer cuerpo de dicho
alta ; y el último de los 600 reales en
la víspera del día del Corpus a medido dúa , que era cuando debía estar acabada
de adornar dicha plaza conforme a la planta realizada y firmada por
los caballeros comisarios y debía asumir las carencias e incumplimientos.
El contrato conllevaba
otras obligaciones. El pintor se obligaba colocar todas las arañas
que se debían poner para el adorno de la plaza en todos los arcos y en todos
los adornos que se componían los arcos de la plaza del Ayuntamiento, y en el
Altar las candilejas. Por su parte los comisarios debían entregar al pintor el
algodón y aceite que necesitara para las arañas y lámparas, que debían encender
Manuel de Arenas.
Y muy interesante por
su labor pictórica esta condición “ que el
otorgante ha de poner en los claros de los arcos de adentro y entremedias de
pintura de Historia, de láminas, al óleo finas, y
adornadas de caprichos”.
No sólo se obligaba al
día del Corpus, sino que era condición que el día de la Octava había
de estar obligado por el
dicho otorgante Manuel de Arenas a poner la colgadura en la plaza de
la Mota, y todo el derredor de ella y arco de la puerta de la Iglesia y de las
Casas Capitulares antiguas.
A mediados de siglo se
constata que otra familia granadina fue
la encargada de la organización de todos los preparativos, ornamentos,
aderezos, danzas, altares, y demás elementos de la Fiesta del Corpus. Era la
familia de los Perea, que provenían del Corpus de la ciudad de la Alhambra y,
mediante conciertos de siete y ocho años, se obligarán de padres a hijos a
organizar los principales actos y adornos. En concreto, el 1757, Juan Perea
firma un contrato cuyo memorial recoge el acta del cabildo del día ocho de
enero, donde se compromete a hacer todos los años la función del
Corpus y tener pertrechos suficientes, que eran los adornos y altar de la plaza
juntamente con las tres danzas de dichos días . El período de duración del
contrato suele establecerse con una periodicidad de siete años, que a veces
prorrogan como es el caso de este mismo en el año 1763, aunque cada vez exigen
nuevos elementos y materiales: en este año precisamente las tablas, madera y
rollizo de los altares y de los toldos. Al morir en el año 1772, sus
hijos, tutelados por Felipe Guillén, mantienen las mismas cláusulas. En el año
1784, finalizó este contrato y el propio cabildo quien organiza la tramoya del
toldo e iluminarias.
Al perderse el eslabón con ellos,
la ciudad va a adquirir algunos elementos de tramoya y aparato, que eran sobre
todo los lienzos de damasco rojo que colgaban todos los ventanales de las Casas
de Cabildo y de las Carnicería y cubrían el altar levantado en el centro de la
Plaza del Ayuntamiento. Concuerda con el color de terciopelo rojo que tenían
los vestidos de los porteros y los trompeteros y los asientos del cabildo en la
Iglesia Mayor. Muestra de esta situación es el año 1748, cuando los comisarios
Diego de Moya y Juan de Callava se ven imposibilitados a traer un adorno
decente de la plaza. Fueron los años anteriores a los Perea. Los motivos eran
claros: no había persona que se comprometiera a venir por la escasa cantidad
librada para tal efecto por la ciudad. Acuden , entonces , de nuevo al maestro
Arenas, residente en Alcalá, que pide un anticipo de doscientos ducados y se
concierte con él un período de ochos años. Así lo refieren los anteriores
comisarios:
Han tanteado al
maestro Arenas que se halla en esta ocasión y este se obliga a hacer el adorno nuevo
para la plaza con la condición de que salgan con la anticipación doscientos
ducados y que éstos se extingan en ocho años a razón de veinticinco en cada uno
y con la condición que a de adornarla dicha plaza en los expresados años de nueva
pintura y a satisfacción de los caballeros comisarios en quien entrase el turno
en los ocho años.
López Guadalupe
califica a Arenas como un pintor eminentemente popular, cultivador de una
pintura meliflua, decorativa y anecdótica. Pero realza su gran
capacidad productiva en los diversos campos de la pintura, y además debemos
cuidar sobre la autoría por la participación de su hija. No nos extraña que
cuadros como la Divina Pastora y el Divino Pastorcito sean de alguno
de los dos.
En esta línea los
claustros y museos de las iglesias y
convento alcalaínos pueden aportar en el futuro una línea abierta de
investigación para conocer esta familia que aportó una gran cantidad de obras
artísticas a las ciudades de la Sierra Sur.
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