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domingo, 17 de octubre de 2021

EN LA SEMANA DEL JAÉN . LA LEJÍA, UNA FÁBRICA EN LA ALCALAÍNA FUENTE DEL REY EN EL SIGLO XVIII

 

 


Es curioso que se cite como inventor de la lejía al químico francés Claude Louis Berthollet en 1779, ya que descubrió que el cloro mezclado con agua producía un estupendo agente blanqueador. Se basaba en que este era el principio de la lejía. tal y como hoy la conocemos, de modo que le dio el nombre de Eau de Javel.  Fue una solución muy importante y la mejoró filtrando el cloro a través de una mezcla de cal, agua y potasaEn 1799 el químico inglés Charles Tennant descubrió un procedimiento para transformar el Agua de Javel de Berthollet en polvo, polvo que simplemente se añadía a la colada. Sin darse cuenta, acababa de revolucionar la industria del blanqueo de ropa.

Se sabe que las lavanderías y coladas se remontan a tiempos de los egipcios. No es de extrañar que, a lo largo de la historia, el blanco siempre fue un color preferido para la ropa, sirva de ejemplo la toga romana. El blanco, como símbolo de pureza, obligaba a las personas a conservar blancos sus vestidos de lino de modo que los empapaban en lejía muy alcalina. El blanqueo era una operación trabajosa y lenta. Un encargado calculaba el tiempo para sumergir la prenda   de modo que no saliera hecha trozos. La manera de conseguirlo ha cambiado a lo largo de la historia, con remedios ingratos para procurar su eficaz limpieza ante del invento del detergente.

Está constatado, en Roma y, desde el Renacimiento, que la orina fue empleada como lejía ya que contiene amoniaco. En concreto, era un recurso orinar sobre la ropa sucia antes de meterla en la tina, en una solución de agua jabonosaPero en otras culturas del mundo antiguo utilizaron procedimientos para blanquear su colada. Por cierto, colada hace referencia a la acción de blanquear la ropa metiéndola en lejía caliente. Con Plinio, se constata que empleaban por agentes blanqueadores tan curiosos como la orina podrida o las tierras arcillosas, dada la alcalinidad de esas sustancias. Y, para el proceso del blanqueo Plinio se refiere al strucium una planta saponaria de flor parecida a la clavellina; esto no impedía que se emplearan ácidos sulfurosos, álcalis y otras materias.

Siguiendo el uso de estos recursos, en el Siglo XII, ya se entendía por lejía el cocimiento de cenizas vegetales en agua: era lo que usaban las lavanderas para blanquear la colada. Como oro, se valoraban las s cenizas de los hornos, Por eso, estaban muy controladas y valoradas entre los vecinos de la ciudad de la Mota de tal manera que en las ordenanzas alcalaínas se reservan varios artículos para su aprovechamiento.

Este procedimiento se mantuvo a lo largo de la Edad Moderna y hay ejemplos en todos los rincones de España. En la zona de Alcalá la Real se empleaba en la Fuente del Rey, a mediados del siglo XVIII, tal como se entiende la lejía por aquellos tiempos diferentes al producto científico. Un documento de mediados de siglos nos aporta datos muy curiosos, En esta zona rural, el cura Juan Nicasio arrendaba por el 1747 a Matías Palacios una casa y una caldera para producir lejía. Pues se obtenía mediante el procedimiento de la mezcla de la ceniza de leña en grandes calderas de cobre: la de madera de encina, y menos en esta zona la de fresno que era excelente, se usaban en este procedimiento artesano y para mayor eficacia se procedía a su filtrado hasta lograr la ceniza más fina. 
En la fuente del Rey se encontraba uno de los lavaderos más importante de la comarca abacial hasta tal punto que por los setenta del siglo XVIII hubo que cubrirlo evitando la mirada de los malintencionados sobre las lavanderas en su labor de colada. Actualmente es un rincón encantador donde corren las aguas de este valle encauzadas dentro de un edificio con cimentación de Martín de Bolívar y lavadero cubierto de tiempos de la Ilustración, adornado con los escudos de la hidalguía. En su patio central se extiende un espacio donde se extendía las ropas para el secado y otras labores como el blanqueo.






    En concreto, tras echar la lejía venía el blanqueo al sol de la ropa de la colada en el patio del lavadero de la Fuente del Rey. Con el lento extendido de la ropa en el suelo y rociarla con agua una y otra vez, se iba secando, a fin de que la mera acción solar produjera lo pretendido. También, a veces llevaban a cabo acciones de blanqueo con una técnica más lenta y laboriosa procedente de los holandeses. No es de extrañar que el término “lejçia”, es una abreviación del sintagma latino aqua lixiva= agua de lejía, del adjetivo lexivus= sustancia utilizada en la colada de cenizas. En este documento de contrato ante el escribano Juan Gutiérrez de la Hinojosa, entre el arrendador el cura Juan Nicasio Navarro y el productor de la lejía Matías Palacios en la caldera de cobre, se comprometía a hacer lejías de 22 libras y medias, por el espacio de 8 años y una renta de 110 reales a fecha de 20 de agosto de 1747 y con día de pago por San Pedro, por ser cura y el santo su patrón. Un año después le arrendaba media huerta en el valle de la Fuente de Rey por setenta y siete reales. Muy pocos datos sobre la lejía, pero muy interesantes. Los instrumentos y el solar de la Fuente, Un lugar idóneo para extender losas ropas de blanqueo. 

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