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sábado, 8 de agosto de 2015

UN BÁLSAMO PRA LA FELICIDAD Y SALUD CORPORAL EN LA CIUDAD DE LA MOTA.




            Hubo siempre preocupación por  la salud en la ciudad de la Mota desde su  toma; para curar las heridas de guerra y  las enfermedades epidémicas; en tiempos de paz, primero los  barberos. cirujanos, saudores, curanderos, santeros y muchas personas con conocimientos transmitidos secretamente  de generación en generación aplicaron sus experiencias de sanar a las personas. por eso no nos extraña que las hierbas y las pócimas se aplicaran para enfermedades depresivas como relata el libra de la genealogía de los Aranda.  Era un terreno movedizo , donde el secreto unía la magia con la racionalidad de las aplicaciones farmacopeas. Pues sabemos que la medicina gozó de un gran prestigio, En tiempos de asentamiento de la ciudad renacentista, las boticas se abrieron y se contrataron por el cabildo de la ciudad  médicos, incluso hubo pleitos  contra algún que otro  físico que suplantaba los servicios de la medicina. Entre los médicos hay que destacar a Gutierre de Godoy, médico afincado finalmente giennense que vivió en Alcalá por el siglo XVI y principios del XVII; el médico Gaspar de los Reyes, cuyo estudio de "El agua elada" se ha llevado a cabo en el Programa de la Virgen de 2015, el espiritista Ruiz Matas en el siglo XIX  que introdujo la vacunación en la comarca, Pedro Camy, hijo de padres franceses, y la excelente lista de médicos del siglo XX:   
            En el gremio sanitario, también los hospitales- en su doble función hospitalaria y curativa- se establecieron pronto en la Mota y sus alrededores: el Hospital de los Monteses y el del Dulce Nombre de Jesús y Caridad; luego uno despareció y el otro bajo a la  ciudad del llano, en el Llanillo y en la calle Caridad, a la que dio nombre, para transformarse en el de Jesús y Santa Ana y acabar definitivamente en el Hospital Civil de Nuestra Señora de las Mercedes en  la calle Rosario, precisamente en las casas del Abad Moya.   
            Por otro lado, las boticas también pronto abastecieron a los pacientes de medicinas, pócimas, bálsamos y otros mejunjes para curar todo tipo de enfermedades. Solían ubicarse en la plaza Baja, sabemos que hubo solo una en la plaza alta Mota; y que las más conocidas fueron las de la torre de Aguilera o del Argamasón y la de la Esquina. Nombre como Quesada y María Aguilera dieron nombres a las boticas. Hoy día se simula una de ellas en un rincón  de la plaza. Estas jugaron un papel fundamental en la investigación, en la prolongación de la vida de los vecinos y hasta en los asuntos más nimios, que se trataban en las reboticas. Luego, tras una estancia en la calle Real, con la familia de los Rodríguez,  bajaron al llano y se establecieron en la arteria comercial de la carrera de las Mercedes jugando un papel fundamental en la nueva fisonomía modernista de la ciudad con sus fachadas de  los Granados, Sánchez Velasco y de la Morena.
            Era un asunto muy serio de siglos pasados llevar a cabo las inspecciones de las boticas, para evitar caducaciones y posibles fraudes. Queda algún que otro legajo del Libro de Visitas , que realizaba el corregidor con varios munícipes y un técnico de rama, con lo que conocemos el herbolario, jarabes, medicinas, pastilleros y cualquier otro tipo de medicamentos que solían aplicarse nuestros antepasados del siglo XVI. Dentro de la investigación, se andaba con pies de plomo. Y se valoraba muchos los nuevos descubrimientos, que se extendían por España como la pólvora.
            Una de ellos fue la pócima de Juan de Granada.  En palabras de un comentarista suyo sobre las fórmulas secretas al bálsamo de Juan de Granada Consuegra, Esteban Mira Caballos: sabemos  " A juzgar por su apellido, no sería de extrañar que él o alguno de sus ascendientes tuviesen un origen morisco. El apellido Granada aparece con mucha frecuencia entre los conversos, sobre todo entre los expulsados tras la rebelión de las Alpujarras30. En cuanto a su descendencia o a los posibles herederos de su privilegio, tampoco disponemos de información. Sin embargo, a juzgar por la ausencia de documentación es probable que su explotación no durase muchos años. Tampoco parece tener relación alguna con el famoso botánico Sinforoso Mutis Consuegra, sobrino de Celestino Mutis y continuador de su famosa expedición botánica americana, a principios del siglo XIX31.
            No era un boticario de los aquellos tiempos que buscaran las fórmulas secretas , sino que pretendía lo que hoy se busca, la patente para comercializarlo por medio del privilegio real. Como ya hemos dicho, hasta mediados del siglo XVI la explotación comercial de distintos productos medicinales se basaba en el mantenimiento del secreto de su composición o fabricación. Sin embargo, como veremos a continuación, Juan Granada de Consuegra llevó a cabo una verdadera revolución en la investigación y comercialización de su bálsamo a partir de 1570, pasando del secretismo al privilegio29. Él no jugaba con fórmulas secretas sino con la obtención de un privilegio para distribuir el producto en exclusiva. Previo contrato ante notario, cedía la fórmula a cada uno de los boticarios o barberos locales con los que contrataba su fabricación, distribución y venta. Ello tenía dos ventajas añadidas: evitaba la competencia de otros supuestos elixires, pues él tenía la exclusividad sobre ese producto. Y segundo, no necesitaba fabricarlo personalmente ni, por tanto, capital social con el que financiar su empresa. Bastaba con que cediese la explotación y la fórmula a los boticarios locales para que estos fabricasen el licor a cambio de una renta anual.
Pese a la importancia de Juan Granada de Consuegra en la historia de la farmacopea española, apenas conocemos datos biográficos sobre él.  
            Y todo esto viene a cuento , por el hecho de que estar por estudiar la expansión de este medicamento  que fue pionero de su tiempo. En concreto,  Alcalá la Real tuvo el privilegio de recibir el bálsamo de Juan de Granada el  20 de septiembre de 1572. Este bálsamo, según afirma la acta de cabildo,  curaba heridas y otras enfermedades , entre ellas la del rey. Pero, el ayuntamiento, en esta sesión tomó medidas preventiva y acordó que  recabaran los informes de una e persona que instruyera el medicamento; y después  participaran en lo informes  el  médico y boticario.
Con este acuerdo, se aportan aspectos de la  utilidad  como  bálsamo para curar enfermedades concretas ( las heridas y las del rey). Estas no eran otras sino la sífilis y la gota. En cuanto a la comercialización,  en Carmona se recibió en 1570  la primera cédula sobre el uso y venta de este bálsamo  y la del Sevilla unos meses antes que la de Alcalá , porque no se han encontrado hasta ahora otras. No se sabe mucho sobre el bálsamo, salvo  haber sido aprobado por los protomédicos de la corona sin aportar ningún dato más sobre el particular, y la propagación que  tuvo en Castilla y Aragón, gracias al privilegio de explotación. En palabras de Miras Caballos " Según él mismo declaró, estuvo mucho tiempo experimentando su jarabe medicinal, invirtiendo más de 600 ducados en las pruebas y repruebas. Al parecer, el preciado elixir curaba heridas, yagas y apostemas y había sido aprobado y contrastado por los protomédicos reales, los doctores Diego de Olivares y Bernardo Rodríguez. Por real cédula otorgada en Córdoba, el 20 de abril de 1570, se le concedió el privilegio de explotación en exclusiva de su nuevo medicamento durante veinte años en todo el reino de Castilla. Cinco días después los citados protomédicos y el notario real, Diego de Burgos, fijaron el precio de venta del producto en un real la onza. Lo llamativo es que poco más de siete años después, Juan Granada consiguió que se le aprobase el monopolio en los territorios de la antigua corona de Aragón . Nuevamente se volvió a reconocer y experimentar el licor, en esta ocasión por el doctor de la corte Francisco Fernández Rajo. Al parecer, las pruebas volvieron a confirmar las extraordinarias propiedades curativas alegadas. El monopolio en esta ocasión se le concedió por doce años, por tanto, mientras en Castilla en estanco finalizaría en 1590 en Aragón lo haría un año antes, es decir, en 1589.

Precioso dato sobre Juan de Granada y Alcalá la Real pionera de investigación en su fortale3za de la Mota.






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