HISPANIA NOSTRA
Recuerdo
hace unos años cuando los Baños Árabes de Jaén, ubicados en el recinto del
Palacio de Villadompardo, recibieron el cotizado Premio de Europa Nostra. La
prensa y el pueblo de Jaén celebró con
gran intensidad y promoción aquel cotizado honor gracias por sus patrimoniales, en este caso emprendido
por diversas instituciones y desarrollado de manos del arquitecto jiennense Luís
Berges. Corría el 1984, por aquel tiempo, se intervenía en la fortaleza de la
Mota, en medio de restos de un cementerio recién limpiado, el suelo de
la cima del cerro transformado en un montón de escombros, fruto del derrumbamiento
de edificios y galerías funerarias, portillos por doquier en la muralla y pasto
de reptiles, conejos y de otros ganados
desde sus arrabales hasta las oquedades de los aljibes que se asomaban por la
piel de la Mota. Apenas se podía subir a
la torre del Campanario, y, solo se
había recuperado una serie de entradas
con el paro comunitario para
poder llegar a las dependencias del castillo de Aben Zayde restaurado por los años ochenta y la
iglesia de Santa María la Mayor en cielo raso, sin techumbre en torno a un plaza
reutilizada y encerrada por las ruinas de la mal llamada Mazmorra, portillo del
Gabán y el deteriorado muro de los franceses. Desde aquel momento ha llovido
mucho, la Mota se ha convertido en el símbolo de los alcalaínos, han intervenido
todas las corporaciones democráticas con los medios y planes más insospechados.
Desde el Plan de Empleo Rural hasta los del V Centenario, desde l el uno por
ciento cultural hasta la Diputación Provincial de Jaén, desde los Campos de
Trabajo hasta los Fondos Europeos y de las arcas del propio ayuntamiento, desde
la antigua Dirección de Bellas Artes a la Consejería de Cultura de la Junta de
Andalucía entre otras formas de recuperación de la ciudad de la Mota. Diversas
corporaciones siempre intentaron poner en valor aquel recinto emblemático de nuestra ciudad antigua,
nuestra primera ciudad fortificada y amurallada de la Mota hasta el siglo
XVIII, y revivirla para sus habitantes actuales y par los visitantes de todo el
mundo, que comenzaron acudir al reclamo de la novedad de muchas rutas, y, sobre
todo, de la Ruta del Al-Ándalus. Resucitó entre los muertos, se le inyectaron cañones
de vida en sus cimientos rocosos, se pudo descubrir sus canales de vida
subterránea, sus testigos comenzaron a
rehabilitarse y ser parte del recinto
como interpretación de un territorio histórico y de actos de convivencia
social, sus paramentos quedaron blindados para la posterioridad con el
gutinado, de modo que se pudo pasear sin recordar aquel rincón en medio de la lavanda, el parque
arqueológico de su trama urbana y los adarves
convertidos de miradores del paso de Castilla al reino de Granada.
Por eso no era de
extrañar que la ciudad fortificada se viera agraciada en el mes de enero de 2019 y
recibiera el Premio Hispania Nostra dedicado a la conservación del Patrimonio
como factor de desarrollo económico y social. Ya no era sólo un emblema, ni un
capricho municipal, aquel recinto
fortificado había resucitado como el ave fénix de sus cenizas, y se le había
premiado por ser alma, de nuevo, de la economía y de la sociedad alcalaína del
siglo XXI. Este reconocimiento se lo otorgó la asociación de mayor prestigio a nivel
español de defensa del patrimonio, Hispania Nostra de modo que se hacía eco de
un esfuerzo descomunal que se intensificó en estos últimos años enlazados entre el siglo XX y XXI. Es
verdad que desde que se abandonó la ciudad amurallada, se realizaron algunas
obras en su emplazamiento. Los franceses restauraron la muralla y quemaron su templo;
el siglo XIX le dio una curiosa vida con la instauración de un cementerio civil
que acabó con el subsuelo, y en la
Guerra Civil sirvíó de puesto artillero, y nido de bombardeos y, en la
posguerra, fue pasto de los rayos, terremotos y de la rapiña humana, junto con
algunos trabajos inconclusos de restauración del recinto del Alcázar, Capilla
del Deán, parte de las Casas de Cabildo( los que hubo que restaurar de nuevo en
los años ochenta) y bóveda de los pies de la iglesia,
La ciudad
fortificada de la Mota recibió en 2018 el premio nacional Hispania Nostra por ser factor de promoción
social y económica con su labor de recuperación patrimonial. Dos frases latinas
recogen el significado de este premio. Por un lado Labor omnia vicit improbus, resume
perfectamente el trabajo ímprobo que transformó un recinto pasto de fuego de
los franceses en un recinto recuperado para disfrute y riqueza de la población,
emblema de una ciudad, testimonio e historia certeramente ese dicho latino muy significativo
Finis opus coronat. Y en este caso, el
final de esta obra es ese trabajo silencioso y descomunal de medio siglo hasta
hoy, que ha supuesto el reconocimiento
de esta entidad de defensa patrimonial a
toda la restauración, rehabilitación,
ingeniería, divulgación, promoción y de urbanización de un recinto histórico,
que se ha vestido de nuevo, ha resucitado demostrando que todos los esfuerzos
laboriosos no se emplearon en balde. Por otra parte, la obra, coronada con este premio, radica en haber convertido todo el recinto en
un lugar de patrimonio y vida recuperado para las personas, de gran valor
paisajístico, sin olvidar ser un recurso productivo de la comunidad alcalaína y
de enseñanza histórica, social y económica. Desde que, por los años setenta se
reconoció su propiedad municipal, nuevos aires aventaron una buena cosecha:
adquisición de todos los terrenos del
Arrabal Viejo, Puerta Granada, Arrabal, Santiago, Rastro, Cava, Lagares,
Mesones, y Trinidad, con su transformación en Parque; recuperación arqueológica del barrio militar del Alcázar, Cuatro
Esquinas, Plaza Baja y calle del
Preceptor; chapitel de la torre de
campanas, levantamiento de las murallas
del Trabuquete, Norte, Gabán y parte de la de Santiago; restauración completa del
Castillo de Aben Zayde; excavaciones de nuevos arríbales, Calancha, Medina y
los Bahondillos y Plaza con los Campos
de Trabajos; excavación, techumbre y restauración del interior y de las fachadas y salas de la iglesia de Santa María la Mayor
y en su plaza; plan urbanístico de plaza
delantera a la portada principal de la Iglesia Mayor, rehabilitación de las
Casas de Cabildo y de la Iglesia Mayor Abacial;
accesos desde el camino de San Bartolomé, Rastro calle Real, y Puerta
del Aire; puesta en valor de la Cárcel Real; la remodelación de la Plaza Alta y
nueva muralla del Gabán; la recuperación
de zonas arqueológicas como el Palacio del Conde de Cabra; mantenimiento de la
iglesia de Santo Domingo de Silos; restauración de todas las murallas,
torres y su cimentación salvo la mitad de
la del Aire; museificación del monumento; la ampliación de zonas excavadas por el
recinto de Despeñacaballos y Calancha, y
el Nevero; la mejora de la entrada de
Entrepuertas y la Ciudad Oculta,
Y, sobre
todo, se llevó a cabo una gran labor de divulgación y apuesta por la
interpretación del conjunto como ciudad de frontera. Hispania Nostra ya se hizo
eco de otra frase latina Labor omnia vicit improbus. Y en verdad que cuesta
trabajo reconocer, a veces, el esfuerzo, que vence todos los dislates y disparates.
A partir de
1979, se adquieren casi todos los terrenos del Arrabal Viejo, transformándose
en Parque y comienzan todas las excavaciones del recinto interior comenzando
por el barrio del Alcázar y las Cuatro Esquinas y Plaza Baja y, continuando,
con el de la calle del Preceptor. En 1981, se arreglaron el chapitel de la
torre de campanas y se levantaron parte de la muralla del Trabuquete. Siendo
José Marañón Barrio Alcalde, se formó un jardín a lo largo de los terrenos
adquiridos como propiedad municipal, encargándose a Viveros Taboada, cuya
perfección se alcanzó años después con la intervención de varias escuelas
talleres, en su replantación y remozamiento de murallas del Arrabal Viejo y
Nuevo.
En los años noventa del siglo pasado, siendo alcalde
Felipe López García, la I Escuela Taller
de Recuperación del Patrimonio consiguió completar la restauración del Castillo
de Aben Zayde, se masificaron algunas salas, se emprendieron de nuevo acciones
de excavaciones con los Campos de Trabajos, eliminación de escombros y
limpiezas de los aljibes transformados en osarios y restos de sepulturas y
tumbas junto con y restauración del interior de la iglesia y en su plaza, donde
se quitaron la mayoría de los vestigios cementerio salvo algunos restos de
paredes y se mantuvo allanado sin sepulturas el antiguo patio de comunes y especiales
llevándose a cabo una la gran labor de excavación que descubrió el trazado de
calles y casas de la Época Moderna. En
estos años, con fondos europeos, se desarrolló un plan urbanístico, cuyo núcleo
más importante se basó en formar una plaza delantera a la portada principal de
la Iglesia Mayor con diseño del arquitecto José Luís Vico y eliminación de la
totalidad de elementos funerarios.
Las siguientes escuelas talleres y otros programas regionales,
provinciales, nacionales y europeos,
permitieron hasta hoy día la rehabilitación de las Casas de Cabildo y de
la Iglesia Mayor Abacial, al adquisición de terrenos y repoblación con
ajardinamiento de los antiguos arrabales salvo la zona de la Peña Horadada y
Cerro de los Palacios, accesos desde el camino de San Bartolomé, calle Real, y
Puerta del Aire, la restauración de la
Cárcel Real, la remodelación de la Plaza Alta y Nueva, muralla del Gabán, la
recuperación de zonas arqueológicas como el Palacio del Conde de Cabra,
mantenimiento de la iglesia de Santo Domingo de Silos, restauración de todas
las murallas, torres y su cimentación
salvo la del Aire, la museificación del monumento, la ampliación de zonas
excavadas por el recinto de Despeñacaballos y Calancha, el Nevero, el
Bahondillo, y Arrabal Viejo, mantenimiento de la estructura de la iglesia de
Santo Domingo, la mejora de la entrada de Entrepuertas y la Ciudad Oculta, Y,
sobre todo, se llevó a cabo una gran labor de divulgación y apuesta por la
interpretación del conjunto como ciudad de frontera.
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