VEROÑO
Mira por donde
corre por las redes de las nuevas tecnologías, de forma socarrona, esta palabra
para denominar una nueva estación anual, que eleva a cinco a las actuales
estaciones del año. La denominan veroño.
Y, en parte, los que han implantado este neologismo, lo han conseguido con
mucho acierto. Por los cambios climáticos, por los movimientos de masas e,
incluso, por las nuevas formas de vida, nadie puede encuadrar este mes de octubre
en verano, porque ya no alcanza el cenit del calor estival, pero el otoño tampoco
se muestra nítidamente como la clásica estación del frescor en el rostro, a la
que nos tenía acostumbrado el transcurso estacional. Ni irrumpen las tormentas del último verano,
ni se suceden los miniciclos del principio del otoño alternando con los
veranillos de San Miguel o del membrillo. Ni aciertan en modo alguno ya los
augurios de las cabañuelas. En nuestro entorno, solo el sector de los servicios
se siente sumamente satisfecho, porque, a estas alturas del año, todavía se
vive la cultura de la calle con las terrazas de los bares completamente
repletos de clientes hasta altas horas de la noche. Estos calores secan los manantiales, los
arroyos se convierten en barrancales, y el olivar se tiñe de un sospechoso
color verduzco. Por los tajos y Monte el
Rey, ya no quedan ni las duras majoletas y algunos endrinales se secan antes de
tiempo. Parece como si la bellota se viera infectada por el enanismo de su grosor.
Caer una gota despierta muchas ilusiones, pero, al instante, una fuerte
depresión invade a toda la población, porque, atrás quedaron las largas temporadas
de lluvias.
Y eso que la
economía de la comarca ya no es intensamente agroganadera, sino que comparte, mitad
por mitad, otros sectores como el terciario, el secundario, transportes y la construcción.
Pero todo está encadenado. Si llueve, se fomenta en el sector de los servicios
de los productos para el campo; y, estos benefician el transporte de exportación
y de inmigración; al mismo tiempo que, si la tierra produce, se puede invertir
en vivienda o en reformar edificios. Todo un círculo completo, o, la pescadilla
que se mueve la cola. Pues, aunque es una pura realidad que no sólo de pan vive
el hombre, las aguas del cielo son la espoleta para que se desencadene lo
atascado.
Siempre, se
vaticina un otoño caliente. Pero, se reservaba a los términos sociopolíticos. Pues
los sindicatos agudizan sus reivindicaciones sociales en la calle; la política
saca a la luz los conflictos más acuciantes, y el resto de la población inicia
el tradicional curso de actividades. Con la ilusión de los nuevos programas y
las pilas cargadas del periodo vacacional. Las empresas se marcan retos y
objetivos; las escuelas diseñan nuevos currículos; las iglesias ponen en marcha
sus planes pastorales; todo el mundo siembra en el terreno para recoger luego
en verano.
Esta
cotidianidad del pueblo silencioso se ha roto, durante estos días y en la
ciudad de la Mota, con varias noticias positivas. En el número anterior,
comentábamos la del Astrolabio de Al Sarafi de Alcalá la Real. Y, a los pocos
días se ampliaba con la aparición de un yacimiento de objetos diversos en la
ciudad de la Mota. Más que por la calidad y excelencia de lo descubierto,
destacaba por la cantidad de objetos de menaje e higiene encontrados, que
abarcaban desde la Edad Media hasta la Edad Moderna. Se habían encontrado en un
antiguo en los cimientos de un antiguo palacete convertido en un muladar. Es
comprensible que esporádicamente salgan a la luz estos ajuares y objetos del
hogar, porque para los vecinos que abandonaron la ciudad fortificada, se
convertían en objetos de desecho al bajar al llano. Y en el lugar encontrado,
habitaron los hidalgos alcalaínos que ocuparon las casonas de sus ascendientes
caballeros, que, a su vez, se alojaron en las casonas musulmanas de los
descendientes de los Banu Said. Al menos, el mundo cultural y de su
aprovechamiento turístico ofreció esta alegría. La misma que se divulga con prevención
del alojamiento de emigrantes en el antiguo Centro de Día, un paso muy bien
dado por el ayuntamiento. Sin caer en la demagogia. Pues, si mira uno a su
entorno europeo o pregunta a nuestros vecinos emigrantes de antaño, les
sobrepasa a lo que les ofrecían a ellos en tierras extrañas, Con buen criterio,
alojamiento, pero con implicación personal de ambas partes ante la falta de
compromiso de algunos patronos. Al menos, ante los fríos hay un recinto
caliente y acogedor. Una respuesta solidaria
que en otros lugares de nuestra tierra podía compartirse antes de que
vengan los fríos de invierno. Que vendrán.
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