Iniciamos las rutas del contorno, desde Alcalá a Charilla. Salimos de la Huerta de Capuchinos, pasamos por Llanillo, Parras y Cauchil, y de allí al camino viejo de Charilla por Monterrey. Pasamos por los zumacales, contemplamos las rocas miocenas, y en el horizonte norteño, la torre de la Nava y la Acamuña. Comentamos este cerro de frontero, las atalayas y la escaramuza de diciembre de 1936 con sus trincheras, los puestos de guardia.... y nos adentramos en el Libro de la montería de tiempos de Alfonso XI, cuando la corte llegó a cazar por estos parajes hasta osos. Y, recordamos estas palabras:
CHARILLA, EN LA RUTA DEL CALIFATO
Pero Charilla siempre miró hacia el horizonte. Ya jugó un papel fundamental en las rutas comerciales y de comunicación viaria, porque fue lugar de paso en tierra de fronteras, (primero en la época romana, luego en el mundo visigodo, más tarde del mundo califal, principalmente, por donde se adentraban las huestes castellanas a las tierras nazaritas o, a la inversa, las tropas de los musulmanes realizaban correrías a la capital del Santo Reino). Por su tierra, pasaron los antiguos caminos viejos del Castillo y de Jaén, los caminos frecuentados por los monfíes y los caballeros de la sierras, los caminos de los arrieros que acudían a los ventisqueros de la sierra de Valdepeñas.
Hoy es un hito fundamental de la ruta del Califato, ruta esencial que une esas dos bellas ciudades andaluzas: Granada y Córdoba. Ruta que nos quiere marcar la senda de un progreso asentado en la historia, pero fundamentado en el esfuerzo de los pueblos.
Este es un nuevo reto de Charilla: el campo ya lo tenéis, en recursos humanos no hay parangón; y las administraciones están de vuestra parte y os ha proporcionado muchos servicios. Ahora corresponde a no ser conformistas, sino dar un paso hacia delante en emprender nuevas iniciativas.
Dejamos dos bifurcaciones, una que bajaba hasta el camino de la cruz de los Abogados; otra hacia el Portillo Cerrado. Entre algunos cazadores y perros de casa, escogimos un camino más estrecho y en dirección a las vegas del arroyo de Charilla. Entre chaparros, olivos, endrinos, majoletos y nogueras, descendimos a la carretera. Entre viñedos y testimonios de tierras roturadas, y la torre de guía y faro, Charilla coqueteaba en el cerro:
Cada lugar suele tener un emblema distintivo, El vuestro es la torre-atalaya, que se yergue en la cima del cerro de Flora. Vuestro cimiento histórico, en palabras de un historiador local: “El cerro de la torre que domina la población debió ser algún antiguo pueblo fortificado, por los restos y vestigios que todavía se encuentran , ladrillos, pedazos de ánforas, cimientos de edificios, sepulcros con vasos lacrimatorios y monedas. Aquella torre parece como si quisiera manifestar que fue vigía de tantos esfuerzos vuestros y callados en convertir el monte bajo mediterráneo en una tierra rica en olivo, vid y cerezos. Y, eso sin contar tantas iniciativas que, de seguro, vuestros hombres del campo han experimentado a lo largo de la historia y lo siguen haciendo hoy.
Porque, en Charilla, se ha cultivado con sabiduría la apicultura ,y la miel de la colmenas ha abastecido muchos hogares de la comarca; aquí el queso de cabra ha porfiado con el famoso manchego en mercados andaluces; aquí vid ha producido los vinos más ricos e impregnados de nutrientes minerales y de los soles de los Arrañales de la Fuente del Gato, de la Vega o de las faldas del Camino de Charilla; aquí, la cereza ha dado los mejores calibres y los mejores sabores, siempre conseguidos por el sabio equilibrio que se produce en vuestra agricultura al unir la destreza humana y la generosidad del humus de vuestras tierras.
Esta tierra recuerda aquellos versos, donde otro poeta de la zona cantaba: Ea, trae el vino.// Su llegada es la alegría y no hay más tristeza que en su continuo alejamiento.//Cuando se va, las gotas del porrón son lágrimas,/ y//, cuando viene, la boca del vaso ríe como burbujas//.
Esta es vuestra historia, la historia colectiva por crear una comunidad de vecinos afables y laboriosos. Sus hitos o momentos históricos son sencillos, no son de caballeros ni hidalgos de batallas; su lucha fue por hacer fértil la tierra o por intentos en sacarle de sus entrañas sus frutos como “ los muchos pozos y minas que se abrieron a las faldas de Rompezapatos en busca de metales”; su historia es la de su Sociedades Obreras y sus Centro o Casas del Pueblo, donde se apreciaba la enseñanza de adultos y se experimentaba en la seguridad social con los más desfavorecidos; su historia es la de un pueblo nombre que siempre se defendió democráticamente en los momentos más difíciles; su historia es la de los colonos y la de los pujareros; la de los propietarios y campesinos, la de los ganaderos y la de los hortelano.
Me vinieron a la mente durante el caminar muchos amigos chrarilleros, que acudían a los centros educativos secundarios por estos camino. A diario, mi amigo Luís. Y repasé en mi diario:
“Con estas
mimbres, se dice “se puede hacer estos
canastos”. Con hombres de cultura, pues,
se forjaron hombres de bien. Y Charilla ha sido tierra de personas
entregadas al servicio de los demás. Si nos remontamos a los orígenes de la
aldea, podemos recordar algunos ministros de justicia, los que administraban la justicia
y gestionaban todos los asuntos públicos que emanaban de la vida municipal,
ellos fueron los predecesores de los
actuales alcaldes pedáneos. Todo, a cambio de nada; en aquellos tiempos con su
jaca o sus pies para recorrer cortijos y
comunicar a los vecinos lo que le pedían las autoridades, el llamamiento al
ejército, las contribuciones a la hacienda…tan sólo, a algunos afortunados el
reparto de alguna tierra comunal que el cabildo le concedía en forma de censo.
Estos, junto
con los capellanes de las aldeas, fueron
los primeros altruistas de Charilla. Pero, en estos tiempos, tan solo quedaron
viviendo en ella y al frente de vuestras inquietudes los alcaldes pedáneos. Se les
debe dedicar un canto especial a todos ellos y un reconocimiento oficial a cada
uno de los que os representaron a lo largo de vuestra historia, porque ellos
han sido los intermediarios de las demandas ante las autoridades superiores, se
convirtieron en los catalizadores de muchas empresas que son realidad entre
vosotros, se dejaron la piel en ser defensores de vuestras
reivindicaciones: en silencio, sin ser
recompensados y sufriendo muchas veces el desdén y la ingratitud; ellos fueron, en vuestra intrahistoria, los
organizadores de miles de actividades y
actos de iniciativas plasmadas y
empresas concluidas; ejercieron el buen
oficio de ser los hombres buenos en los
difíciles conflictos vecinales, los enfermeros accidentales en momentos
carentes de servicios médicos o sanitarios, los mancebos de boticas, los
cosarios de traeros productos y
mercancías, los fedatarios y notarios de conciertos en los tratos e,
incluso, en los testamentos verbales; los
jefes de obras sin recibir paga alguna…. Podía escribirse un libro de la
biografía de cada uno de ellos. Podía recordarse miles de anécdotas de
su entrega a la comunidad, aquel que introdujo una novedad en la fiesta:
la caseta, el certamen de juegos de mesa, la bandera… de ahí que un recuerdo
especial al trío de los pacos que regentaron
estos cuarenta años la alcaldía pedánea:
Francisco Galán, Paco Barrios, Francisco García, el actual.
Y junto a los
alcaldes pedáneos, Charilla siempre dio personas que sirvieron a la comunidad
en el ayuntamiento alcalaíno, Hago mi reconocimiento por concejales como los
Sánchez González de tiempos pasados, o más recientes como José López, Julián Cortés Esteo, o Luís
Gallego o Custodio Pablo López . Dieron
las horas de su vida en defensas de los intereses colectivos, y siempre
aportaron la nota del saber charillero, prudencia y laboriosidad.
Y, hasta
Charilla, llegó a tener un diputado nacional por Barcelona, Francisco Parras
Collado, que nunca se olvidó de sus orígenes, siempre venía a visitar su tierra
y, en Barcelona, era un claro testimonio del charillero que defendió a los
hombres sencillos, creando cooperativas de trabajadores, o en el parlamento
proponiendo leyes, o, representando los
s intereses del pueblo a las autoridades
catalanas siempre que se referían a los
emigrantes andaluces..
Y, a todos
aquellos, que forman asociaciones, cooperativas, sociedades, o cualquier tipo
de agrupación, y entregan horas y horas, para colaborar en el progreso de los
demás, en la asistencia de los más desvalidos
o, simplemente, en cubrir el ocio de la vecindad. Como ese grupo
de teatro o el del baile que tanto impacto tuvo en los años anteriores y renació con fuerza y dedicación en los presentes días.
Nos acompañaba su maestra de muchos años, Rosi Víboras y nos vino a la mente lo siguiente:
Pero, no sólo
Charilla es su historia, tierra y su
laboriosa gente, sino que también es la cultura que empapa y se
absorbe a través de los poros del saber. Ya en 1851, “ Existía una escuela de primera enseñanza, con cien
ducados de dotación, a la que concurrían 30 niños”. (Hoy, es una escuela
primaria, que cubre todo un ciclo muy importante en la formación del hombre
antes de integrarse en la Enseñanza
Obligatoria). Aquella escuela y este nuevo sistema escolar dejan entrever
vuestro perenne amor por la educación.
Pues, los charilleros son gente
abierta al saber y, por eso, en
esta tierra siempre recalaron
aires de libertad, desde finales del
siglo XIX. Aquí llegaron famosos
maestros que dieron cultura a todos los vecinos, trajeron nuevas
corrientes, y os hicieron pioneros de muchas iniciativas que luego se extendieron en el resto de la
comarca. Desde los anónimos zahoríes, personas que recalaban en vuestras
tierras tras un periplo por todo el
mundo, donde habían aprendido desde la
curación de enfermedades, los cambios científicos de los países y
la cordura ante las situaciones
difíciles hasta los recientes maestros del siglo XX..
En nuestra comarca los charilleros fueron de los primeros en tener una escuela oficial fuera de la ciudad de Alcalá la Real, supieron defender los principios ciudadanos por los que, luego, lucharon muchas aldeas y muchos pueblos.
Aquí, fue la tierra, donde camparon personas
defensoras de la Ilustración, de los principios de la solidaridad, fraternidad
e igualdad, los que no se sentían timoratos por manifestar sus creencias y sus
ideología, los que convivían en paz, los que entablaban el bello diálogo en fe
y razón con el sano diálogo de la convivencia pacífica. Muestra de ello fue que aquí hubo hasta dos cementerios para las
personas católicas y para el resto del pueblo,
un ejemplo de una convivencia entre los agnósticos y cristianos sin
compartir momentos de estridencias ni siquiera
o, menos aún, odios ni rencores,
sino que siempre procurasteis el diálogo y acuerdo entre vecinos. De vuestra
tierra, salió hacia tierras americanas ese sabio charillero Alfonso López Martín, hace unos años fallecido, que compartió con
miembros de su familia la generosidad y
la entrega a favor de los pueblos subdesarrollados, al mismo tiempo que transmitió la enseñanza de nuestro
idioma regentando una cátedra de lengua
española en tierras dominicanas. También, no encerró la cultura en un tarro de
perfume de cristal sino que la divulgó con varios libros escritos sobre el
español e intervino en muchos programas televisivos de la Universidad Abierta
de aquel país. Bella lección.
Tras pasar por los prados de Charilla, saludar a nuestro amigo Cristóbal, entre casas de campo, de aperos, chalet, algún que otro viñedo, cerezos y hortalizas llegamos a un pequeño puente del arroyo que nos hizo pasar a la cuesta que nos adentraba a Charilla por la Montijana y la antigua fábrica de aceite de los Amaros. Algunos granados, cáquiles y verduras. Nos adentramos en sus blancas calles, camino del Sotillo, cerca de la atalaya, comentamos la ciudad de Flora, la mozárabe mártir de los califas cordobeses. Y ya en sus calles, el horno, el centro social, la iglesia, la escuela, la fuente y el otro lavadero. Y FINAL CON COMIDA DE CONVIVENCIA, QUE NOS PREPARÓ JAVI.
Algo oculto
debe tener esta tierra; o
algún espíritu especial baja
todos los días desde el portillo Cerrado de los Llanos hasta la ermita de San Miguel. Ese arcángel que le
dio nombre a esta ermita a finales del
siglo XVI cuando se fundó al amparo de algún noble hidalgo, tal como se
conserva en el escudo de una fuente
cercana a la tahona de Charilla. Este
arcángel que debió insuflar este
espíritu superador entre sus gentes, para conseguir el entronque tan perfecto
entre el personaje y el paisaje, el paisanaje y la naturaleza.
Pues, parece
que, en estos lares, sucediera algo así como si se entablara un
bello diálogo de amor entre sus
aldeanos y la tierra, un diálogo de orgullo entre el ser y el ensueño, un bello vínculo que se parece a todos
aquellos enamorados de la poesía, el
mismo que cantaba Ben Jakán, poeta
charillero, cuando lo hacía con estas
bellas palabras:Me perdí, y dejé mi
continencia en el desierto;/Y monté mi gozo a rienda suelta./Me ofreció la rosa
de sus mejillas,/Y la recogí con la
mirada sin pecado./Quise abstenerme de su amor, pero no pude,/Mostrándole
seriedad en medio de la broma./Y dejé que mi corazón fuese, por el ardiente
afecto,/Como un ave con la que vuelan, sin ala, los deseos./
Ya hace ciento
cincuenta años, de esta manera nos la describía bellamente el ministro
Madoz en tiempos de Isabel II: aldea con dos alcaldes pedáneos en la
provincia de Jaén. Es uno de los doce
partidos de campos de la ciudad de Alcalá la Real , y,
por tanto, corresponde a su partido judicial
y abadía, distando de ella media legua. Está al sur al pie del cerro de la Torre , sobre la cañada de la Boca de Charilla, en terreno
bastante alegre y pintoresco, por las muchas aguas que fertilizan sus ruedos y
la multitud de cerros que la circundan,
formando variados paisajes. Su figura es irregular, sus once calles tortuosas y
la mayor parte sin empedrar, aunque casi todas llanas y anchas; sus 184 casas, una de un piso, dos de tres y las demás de dos
pisos””
. Esta
tierra tiene vida, y el agua oculta que llora, se esconde y lagrimea de sus manantiales para convertir las tierras áridas en ricas
huertas. Esta tierra, la del nacimiento del río Juncal, con el que se regaban
los ricos frutales y hortalizas en otros tiempos, la de la Fuente Grande y las de la Majadillas , Hoyo del
Peñón y Joya. Lugar de la diáspora de aquellos que siempre tengan su alma puesta en volver al sitio donde les
vio nacer, o lo añoren en sus escritos o sus estudios literarios, o, como decía
vuestro famoso poeta: Mis alas se agitan
cada vez que se te menciona/ O pasa tu céfiro perfumado.
Y es que ese
aire que baja de las Sierra del Marroquí, Rompezapatos, el Marroquín o la Acamuña les deja una huella imperdurable, e imborrable de la
victoria del hombre ante aridez de la
tierra y el disfrute de la huerta
conquistada. El emigrante siempre añorará
estas tierras labradas y
roturadas por sus manos en los parajes agrestes de la Dehesa o de los aledaños de los tajos cercanos al
portillo de los Aspadores; las tierras
de olivos arracadas de la madre tierra de la Celada o de
los parajes asilvestrados de las Entretorres; soñará con los prados del pastor en las majadas cercanas al Rompezapatos, La Lastra , Balazos, portillo
de Alcalá o el Zurreadero; su
pensamiento se difuminará e n los
ensueños y encantaciones plasmados en las
leyendas y cuentos de
fantasmas y bandoleros de vuestras
sierras, en María Solís, la bella
durmiente charillera de uno de vuestros cortijos desimanados, donde se
plasmaron tantas ansias de amor. Si hablaran las paredes de las tinas, los
techos de las caballerizas, se podría formar una ruta turística de las leyendas
imaginadas, de relatos compartidos y
de vivencias bucólicas al amparo de
viejas alquerías. ¡Cuánto podrían hablar
de ensueños y triángulos de amor
los cortijos del Hoyo del Peñón, la Nava , el Pozuelo, los Sordos, Sotillo, la Charloca o los Barrios! …
En suma, esa
lucha que hizo del charillero, adalid
del dominio de la naturaleza, y excelente labrador que porfía en convertir en
paraíso muchos lugares en torno a
los riachuelos, a los pozos de las entrañas de la tierra y ,sobre todo, en
torno a la rica ribera del arroyo del Guadalcotón. Por eso, me viene, estos
versos de un poeta jiennense que fue maestro en nuestra tierra Tomás Beviá, en
forma de fandanguillo: La debla,/Tristísimo
canto…./El amargo sudor/De tus olivareros/Se hace óleo santo./Al venirme de tu
tierra/Fue mi adiós un fandanguillo/Que canté junto a un castillo..
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