A AURORA SÁNCHEZ
Decía Este año no le voy a escribir mi epístola a Aurora, no se merece desbordarme y salirme de su derroche de amor. Pero, en el recuerdo de su muerte sellada con un claro testimonio de amor, le dirijo este poema
TRÍPTICO
A AURORA
I
En el aire, una sarta de
cuentas se desgrana,
de oraciones reiteradas y, a
la hora,
prefijadas, se percibe su
negro torso
suplicante e iniciando la
rueda consagrada
del contador del rosario de
su ama.
Lo dedica, lo reza, y lo
adorna
con la salmodia de aquel que
le proclama
a su señora
todo su cuerpo y alma.
En la iglesia la piedra
finge esbozos
de un avemaría que se siente aclamada,
Y su Hijo le sonríe en las
arcadas,
con el
Padre, en la bóveda, majestuoso.
Un cuerpo anacarado canta glorias
de
una mujer, consumida en el servicio,
brindó
su paso a un fiel delirio,
en
cantar el amor por una historia.
Un
alma enredada en la noria,
cangilones
de gracia sube y traslada
al
cielo, donde la madre le espera
abriéndole las puertas de la gloria.
Y, le otorga el estandarte de abogada,
santa,
virginal, mujer inmaculada.
Esta
mañana, los ojos se le abrieron
Para ver a su Cristo, de Ella amado.
Ha vencido esta
mujer su última catarata
Y
la aurora se prolongó en la jornada.
Ha
ganado la gloria con su Hijo.
comulgando
contigo allá en lo íntimo,
Un
saludo nos da y, afortunada,
-comunión eternamente gozada-
mientras
reza, en el cielo conquistado,
un
rosario de sempiternas palabras.
Y
se escucha, en el banco, un suspiro,
Bonito homenaje a la persona, enhorabuena Paco. Un abrazo.
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