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martes, 21 de enero de 2014

RELATO DE UN INDIANO


 

RELATO DE UN INDIANO

           

Hace unos días, me escribió un funcionario y me dió  varios datos. Son  muy largos y extensos. Los resumo. Se encuentran en el Archivo Provincial de Jaén. Fecha de 1623.

Por esta fecha, se habían  asentado muchos alcalaínos  en tierras americanas. La sangría de  vecinos de la ciudad de la Mota había sido muy  intensa en el siglo XVI. Ahora su nueva patria americana comenzaba a darle frutos y rentas: unos lo habían conseguido  como soldados y posteriormente recibieron tierras, donde se asentaron; otros lo hicieron como funcionarios reales o sacerdotes evangelizadores de los nuevos pueblos. Los Arjona eran una familia alcalaína, vivía en el barrio de San Juan. Andrés, uno de ellos, solía arrendar la casa de la calle Rosario, propiedad de la cofradía de la  Limpia Concepción que se hallaba instituida en la iglesia de San Juan. Sabemos, también,  que algunos miembros de los Cabrera se asentaron en Bolivia, otros lo hicieron  en tierras centro americanas. Entre estos últimos, Alonso de Arjona, hijo de un vecino del barrio o cuartel  de San Juan. Su padre Francisco de Arjona  le compró a la cofradía de  la  Limpia Concepción un censo que  estaba cargado sobre una casa y fanega y media de tierra.

En 1622, Alonso de Arjona se encontraba en Méjico y se dirigió al puerto de San Juan de la Luz. Atracó su barco en Veracruz, donde contactó con Marcos Blanquete, el capitán de un barco que volvía a las Españas. Le entregó un cajón, con un juego de cinco docenas de loza de la china, todas ellas repletas de oro, diamantes y metales preciosos. Su destinatario era su padre, Francisco de Arjona,  vecino de Alcalá.

En el barco de Nuestra Señora de la Antigua, junto con otras cargas  que componían la flota del general Fernando de Sosa, vino el cajón de Arjona y recorrió las aguas del Océano durante el verano de este año. Era inconfundible, porque le colocaron dos señales visibles y marcadas  con  la S y la C.

Mas no acontecieron las cosas como Alonso  quería. Pues el capitán Blanquete murió y se perdió la pista de aquel cajón, que quedó almacenado en la Casa de Contratación de las Indias.

Unos meses después volvió Alonso de Arjona y llegó a tierras alcalaínas. Contactó con su padre, y este le refirió que se había perdido todo aquel tesoro. No hubo más remedio que hacer gestiones en Sevilla.

Allí había vecinos de Alcalá que servían de intermediarios entre los indianos y los vecinos de las ciudades de España, para recoger misivas, cobrar testamentos y recibir suculentos tesoros, dineros y herencias. Este papel lo jugó hasta el propio escultor Juan Martínez Montañés.

Pero, esta vez, Francisco de Arjona encomendó la tarea de recuperar este tesoro a fray Tomé de la Cruz, que moraba en el convento de Nuestra Señora de la Victoria de la ciudad hispalense. Debió surtir efecto sus dotes de embajador y procurador de indianos,  porque unos meses después Francisco de Arjona ya se disponía a saldar cuentas con las deudas contraídas con el hermano mayor de  la cofradía de la Limpia Concepción: estas consistían  en  la compra de un censo, que gravaba  una casa y dos fanegas y media de tierra.

Y no sólo, fue esta la única empresa que emprendió Francisco de Arjona sino que se hizo hermano mayor de la  cofradía de las Ánimas del convento de San Francisco. Contrató con el pintor prieguense Pedro Cobo Blázquez un retablo dedicado a las Ánimas del Purgatorio, compuesto de varias imágenes,  y realizó el cuadro a óleo y el dorado del marco. Pagó veinticuatro ducados y se comprometió a proporcionarle la madera.
Había sufrido tantos pesares, naufragios, enfermedades...y ya veía su alma recogida por los ángeles en el cuadro.   

1 comentario:

  1. Hola Francisco, ¿y se sabe algo o se podría llegar a saber algo más concreto acerca de los nombres de los Cabrera que comentas en ésta entrada? Muchas gracias y saludo

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