LA PRIMERA CRÍTICA
El
primer número de enero invita a hacer un repaso del año anterior (¡ojala no
hubieran pasado por nuestra vida tantos retrocesos,
trampas y zancadillas de muchas
personas y pueblos!) o a ponerse las
pilas para emprender el tiempo que se
nos avecina, lleno de buenas intenciones, ánimo para emprender proyectos ilusionantes y nuevos bríos para superar esta nueva etapa
de la crisis. Como es lógico, muchas herramientas pueden utilizarse a la hora
de dar el primer paso de esta escalera
de doce peldaños: los habrá que jueguen
a la técnica del contraste, y eviten todos los vicios, defectos y maldades que
hasta ahora le han venido ocurriendo;
abundarán quienes asuman el mensaje conformista y digan “ ¡Virgencita, virgencita, que nos quedemos como estamos!;
finalmente, se encontrarán los
optimistas que no bajarán la guardia, pero afrontar el nuevo reto con renovadas ganas y la esperanza de que el
mundo puede cambiarse entre todos.
Como es
lógico, ahora que la filosofía casi ha desaparecido
del currículo básico de la enseñanza escolar , junto con la ética y el estudio de los valores, no nos
queda más remedio que echar mano a la
crítica, en el buen sentido de la
palabra, o de su etimología que deriva
del latín “ criticus”, y este, a su vez
, del verbo griego “krínein ” con la
acepción principal o significado de “ discernir”. Es decir, tras el tramo recorrido del año 2013, cualquier persona puede separar lo bueno de lo malo; cribar lo
esencial de lo superfluo; decidir entre
las bocanadas de humo y la brasa;
juzgar que es lo conveniente, lo necesario y lo básico frente a lo accidental, lo inútil
y lo consumista; y, en muchas casos, sin pasar por alto las ocasiones que se presenten
de “acusar” la injusticia o las circunstancias
injustas a las que se nos sometan, ampliándola
a los momentos de manipulación , cinismo y filibusterío político, social
o económico y, en algunas personas, revelando el rencor escondido o las
malas artes para conseguir los objetivos más perentorios.
Pues la
crítica, según la RAE, tiene como acepción principal “ el arte de
juzgar de la bondad , la verdad y belleza de las cosas”. Y, en esa línea
tan noble se alinean los buenos
tratadistas de las obras literarias y artísticas y dejan bajo la mesa, valores secundarios de esta
palabra como “ la murmuración” “
opiniones sin fundamento” , e incluso las “censuras no fundamentadas”. Ni qué decir, en cribar las posturas
interesadas y egoístas sin buscar el bien común. Pues, coincidimos con el papa
Francisco en estas dos frases “ una de las tentaciones más serias que ahogan el
fervor y la audacia es la conciencia de derrota que nos convierte en pesimistas
quejosos”, y, como es natural “ la
humanidad saldrá perdiendo con cada opción egoísta que hagamos y , aunque la
sociedad tecnológica ha logrado multiplicar las ocasiones de placer, encuentra muy difícil engendrar alegría”. Eso es lo que pretendemos
buena crítica y alegría para todos en 2014.
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