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martes, 8 de octubre de 2013

SUPER NUBILA



 

            Cuando se acercan personajes famosos o simples viajeros a  Alcalá la Real, acostumbran a  describirla y encomiarla por diversos aspectos, sobre todo  por su belleza paisajística. Los hubo como el famoso poeta andalusí al-Hiyari,  que  la mencionaba como “ Roca de  Al-Andalus, se aferra a los broches del cielo para lograr las primicias de la gloria y de la majestad”; unos siglos después , los Reyes Católicos se enorgullecían de que era una de sus fortalezas más importantes de Andalucía. No podemos pasar por alto su carácter fronterizo, definido a toda perfección, con este piropo oficial, que es la divisa de su leyenda “La muy noble y leal ciudad de Alcalá la Real., guarda y defendimiento de los reinos de Castilla”, el que encabeza todos los documentos  antiguos. Nos damos cuenta de la importancia de esta frase, cuando apreciamos que Juan II le concedió el título de Ciudad frente al nombre de Villa ( por ejemplo,  Madrid), Enrique IV estimó  en grana manera su lealtad a la Corona con el calificativo de “ muy noble y leal” y, su imbricación a los reinos de Castilla, fue reconocido por los mismos  Reyes Católicos con el de guarda y defensa.

Desde el medievo hasta los turistas actuales,  abundaron pasajeros que recorrieron este término abacial “vel quasi nullius “o “casi de ninguna diócesis”, otra definición que marca el  carácter exento de cualquier sujeción jurídica superior a los reinos de España. Frecuentaron, también,   los personajes musulmanes este camino que se adentraba al reino granadino por el puerto de Alcalá, como Ibn al Jatib que pernoctaron en aquella Qalat Banu Said;   en la Edad Moderna, pasaron santos como san Juan de Ávila, san Juan de Dios, san Juan de la  Cruz; reyes como Enrique IV, Isabel y Fernando, Carlos V, y hasta el rey intruso José Napoleón; escritores como Irving o Alejandro Dumas; pintores, escultores, grabadores y artistas como Andrés de Vandelvira, Gaviria,  Baldi o Laura de los Ríos; numerosos mendigos o romeros que acudían al santuario de  Moclín, o a los baños de esta comarca;   y soldados de los regimientos y tercios españoles que forrajearon en las dehesas de estas tierras; monfíes,  bandoleros-gacís, gentes de la Sierra, maquis- que cabalgaron su libertad por estas montañas desde donde  se otea la majestuosa Mota. De entre todos ellos sorprende esta acertada a descripción de Alcalá la Real “Alcala Regale super nubila erectum et in conspectu regni Granatae”. Brotó, nada menos  de la pluma de Pedro Mártir de Anglería, un humanista de la Corte de los Reyes Católicos, atraído a vivir la conquista definitiva  de España por el Conde de Tendilla, al que acompañó como escudero y cronista en alguna que otra escaramuza  en este terreno último de frontera, donde pernoctaron las huestes castellanas hasta la toma de Granada. Esta frase, recogida de su " Opus Epistolarum  la fortaleza" por Ricardo San Martín, viene a cuento en estos tiempos, en los que, de nuevo, se ha inaugurado una nueva zona reconquistada a la Mota: la muralla del Gabán, murallas del Trabuquete, Entrepuertas y la plaza alta de la Mota. Por estos lugares, los turistas podrán disfrutar de sentirse entre nubes subidos al espolón de la fortaleza de la Mota, oteando  ( in conspectu), en la lejanía, el antiguo reino de Granada, y, en  sus alrededores,  contemplando las bellas ruinas reconstruidas de la casa del alcaide  Conde de Cabra. Y si  extendemos nuestro ángulo de visión, a unos pocos metros, tan sólo  queda el Vahondillo, y su barrio simulando al Sacromonte y  cerrado por una muralla que llama a las puertas de su  urgente reconstrucción y el cerramiento definitivo de la fortaleza. Con esa obra, se pondría el broche final y la nave  no haría aguas, por cierto ya por muchos años.  Enhorabuena  por los que  nos han hecho  una Mota más clara y diáfana como el azul de su cielo; muchos viajeros  se  los agradecerán con bellas descripciones y requiebros de encomio.      


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