Cuando
se acercan personajes famosos o simples viajeros a Alcalá la Real, acostumbran a describirla y encomiarla por diversos
aspectos, sobre todo por su belleza
paisajística. Los hubo como el famoso poeta andalusí al-Hiyari, que la
mencionaba como “ Roca de Al-Andalus, se aferra a los broches del cielo
para lograr las primicias de la gloria y de la majestad”; unos siglos
después , los Reyes Católicos se enorgullecían de que era una de sus fortalezas
más importantes de Andalucía. No podemos pasar por alto su carácter fronterizo,
definido a toda perfección, con este piropo oficial, que es la divisa de su
leyenda “La muy noble y leal ciudad de
Alcalá la Real., guarda y defendimiento de los reinos de Castilla”, el que
encabeza todos los documentos antiguos.
Nos damos cuenta de la importancia de esta frase, cuando apreciamos que Juan II
le concedió el título de Ciudad frente al nombre de Villa ( por ejemplo, Madrid),
Enrique IV estimó en grana manera su
lealtad a la Corona con el calificativo de “ muy noble y leal” y, su
imbricación a los reinos de Castilla, fue reconocido por los mismos Reyes Católicos con el de guarda y defensa.
Desde el
medievo hasta los turistas actuales,
abundaron pasajeros que recorrieron este término abacial “vel quasi
nullius “o “casi de ninguna diócesis”,
otra definición que marca el carácter
exento de cualquier sujeción jurídica superior a los reinos de España.
Frecuentaron, también, los personajes musulmanes este camino que se
adentraba al reino granadino por el puerto de Alcalá, como Ibn al Jatib que
pernoctaron en aquella Qalat Banu Said; en la Edad Moderna, pasaron santos como san
Juan de Ávila, san Juan de Dios, san Juan de la
Cruz; reyes como Enrique IV, Isabel y Fernando, Carlos V, y hasta el rey
intruso José Napoleón; escritores como Irving o Alejandro Dumas; pintores,
escultores, grabadores y artistas como Andrés de Vandelvira, Gaviria, Baldi o Laura de los Ríos; numerosos mendigos
o romeros que acudían al santuario de
Moclín, o a los baños de esta comarca;
y soldados de los regimientos y
tercios españoles que forrajearon en las dehesas de estas tierras; monfíes, bandoleros-gacís, gentes de la Sierra, maquis-
que cabalgaron su libertad por estas montañas desde donde se otea la majestuosa Mota. De entre todos
ellos sorprende esta acertada a descripción de Alcalá la Real “Alcala Regale
super nubila erectum et in conspectu regni Granatae”. Brotó, nada menos de la pluma de Pedro Mártir de Anglería, un
humanista de la Corte de los Reyes Católicos, atraído a vivir la conquista definitiva de España por el Conde de Tendilla, al que acompañó
como escudero y cronista en alguna que otra escaramuza en este terreno último de frontera, donde pernoctaron
las huestes castellanas hasta la toma de Granada. Esta frase, recogida de su "
Opus Epistolarum la fortaleza" por Ricardo San Martín, viene a cuento en estos tiempos, en los que, de nuevo, se ha inaugurado una nueva zona reconquistada a la Mota: la muralla del Gabán,
murallas del Trabuquete, Entrepuertas y la plaza alta de la Mota. Por estos
lugares, los turistas podrán disfrutar de sentirse entre nubes subidos al espolón
de la fortaleza de la Mota, oteando ( in
conspectu), en la lejanía, el antiguo reino de Granada, y, en sus alrededores, contemplando las bellas ruinas reconstruidas
de la casa del alcaide Conde de Cabra. Y
si extendemos nuestro ángulo de visión,
a unos pocos metros, tan sólo queda el
Vahondillo, y su barrio simulando al Sacromonte y cerrado por una muralla que llama a las
puertas de su urgente reconstrucción y
el cerramiento definitivo de la fortaleza. Con
esa obra, se pondría el broche final y la nave no haría aguas, por cierto ya por muchos años. Enhorabuena por los que
nos han hecho una Mota más clara
y diáfana como el azul de su cielo; muchos viajeros se los
agradecerán con bellas descripciones y requiebros de encomio.
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