CAPÍTULO XIV. EL ESCRIBANO PINTOR ENTRE EL MISTERIO Y EL AMOR. SUS
DELICIAS.
Antón se levantó esta mañana con el
desasosiego en el cuerpo de haber dejado para otro domingo la segunda parte de
la presencia alcalaína en la Guerra de la
sublevación de los moriscos, lo que correspondía a los tiempos de gobierno militar
de don Juan de Austria. Apenas se veía
por la oscuridad de las nubes, e hizo tiempo, adentrándose por otro recorrido
más llano con el fin de evitar algún tropiezo: lo hizo por la calle de los Mesones y parte
alta del barrio de san Sebastián; llegó a la puerta del Aire y , tras pasar por
las caballerizas del abad, escuchó el relincho de los caballos de tiro. Dejó
atrás el Bahondillo, se fijó si estaban abiertas las puertas del Palacio
Abacial y, por la Calancha marchó a la
calle del Preceptor hasta la Plaza Alta. Las ventanas estaban cerradas y se
escuchaba el jadeo humano de los vecinos
acostados y algunos estornudos de sus pequeños en aquella mañana de Diciembre.
En la plaza saludó a los porteros del cabildo y al alguacil menor del
corregidor. Por fin llegó a su tienda de escribanía, donde hacia una hora se
encontraba su patrón el escribano Gome Muñoz, con grandes ojeras de no haber
pegado ojo en toda la noche. Los amores lo tenían trastocado y no sabía cómo
meterle mano a aquel laberinto de signos geométricos que se le caían de sus
manos en forma de dibujos esotéricos engarzados con las leyendas de la Mota.
A-Buenos días, mi señor.
G-Buenos días, Antón.
A-¿Como se encuentra, señor?
G-Igual que ayer, no sé cómo
encontrar el final del hilo del ovillo. Me lleva esta dama por la calle de la
Amargura. Un día me envía un mensaje: que si no soy hidalgo; otro se remonta a mi limpieza de sangre; al siguiente ,
otro que si sus padres madres no me quieren…. Me dijo anoche con su criado que
la clave se encontraba en una piedra de la torre de la Iglesia Mayor ¡Cómo no
tiene sillares, esculpidos y dibujados! No hacía más que darle vueltas y
revueltas a mi mente, y dormí con las piernas al aire casi todas las horas de la
noche. Al fin di con algo que presencié una mañana de hace pocos años en su elaboración acompañando al cantero de
su talla.
A-¿De qué se trata?
G-No lo sé con seguridad- pero,
subiendo a la habitación superior del
coro se encuentra una leyenda.
A-No la he visto yo nunca. Ni un ápice de inscripción. Bueno, en esa
habitación, de seguro que no.
G-Más bien en unas escalinatas
que nos introducen al corredor del antepecho del tejado.
A-Creo que en las escaleras
tampoco. Se lo aseguro. Ahí, no hay nada.
G-Llevas razón. En el intradós
que se simula en el dintel de la puerta.
A-Eso sí. Ahora recuerdo que ahí
se encuentra un anagrama con una leyenda que yo no he podido
descifrar nunca
G-Es algo así como Mº y Lº unidas . Y, en su interior algo así como VCO
A- Lo primero, podemos adivinarlo.
Esto último totalmente unido,
entrelazado y para leerlo , no los saben más que el cura Blázquez y tú).. Y y una fecha que le orla.15…
G-Setenta y siete. 1577. Una muy
bella inscripción, preciosa, con letra cortesana, renacentista. Le da
majestuosidad a aquel rincón, que no debió servir, Antón, si no para la
escapada de los músicos durante las horas
de rezos de los capellanes y para perderse
los cansinos sermones del señor abad.
A-Y para echar un canita al aire
o brindar con el vino torrontés por poder cobrar la misa. Más bien, para poner
trampas el pertiguero a los pájaros que merodean estos parajes. Allí, no sube
ni el campanero sino que desde en el
antecoro toca la campana. Y solo
curiosea cuando se le parte la soga o
los días de retejo.
G- Yo he subido pocas veces, una
con un maestro de obras, que contrataron para diseñar la parte alta,o chapìtel pero no llegó a lugar. También, en otra ocasión...
¿No te acuerdas del día que se contrató
la campana meno para el toque de la quedar?
A-Sí, claro que sí. Y una vez le
ayudé a encender las luminarias de las Vísperas del Corpus.
G-Bueno, bueno, dejémonos de d historias.
Mº y Lº quieren decir
A-Maestro y Licenciado.
G- No, qué va, la Lº es la abreviatura de licenciado en muchos documentos y en muchas inscripciones, pero aquí no tiene sentido.
A no ser que fuera el abad que mandó hacer la obra.
A-Puede ser Lº, ¿un nombre?
G-´Eso es. Puede ser Leovigildo , Lorenzo, Ludovico, Lucrecio Luyso,
Lázaro..
A-Para, para, mi señor---Uno de
ellos es…Pero yo no conozco a ningún Luis maestro de obras, ni Lorenzo, y Ludovico y Leovigildo son reyes visigodos.
G-Entonces será Lorenzo.
A-Lázaro, evidentemente, es y tengo en la punta de la lengua el apellido de
aquel yerno del Florentino que tanto frecuentaba la ciudad en las obras de la
abadía. Pues, está claro que aparece y me dices que hay una V dentro
y luego CO. Pues falta más que ELAS.
g-Claro que sí. No puede ser otro
que Lázaro de Velasco, quiso
distinguirse con su firma. ¿ No te das cuentas que la torre tiene un estilo
diferente en las bóvedas de todos los pisos al resto de los pies y el coro de
la iglesia?.
A. Evidentemente.
-G Ya tenemos una clave.
-A Pero ¿ qué pinta esto con tus
amores?- Le inquiere Antón poniéndole cara de extrañado.
G-En absoluto, nada. Pues la
firma es un documento histórico para la
posteridad, Un sello del artista. Me
refiero, Antón, a lo que hay escrito al
lado “Deliciae mea et ign.. .
A.-Me suena a amor, a juventud, …a
una mala vida .
G-.¡Qué tío más culto debió ser! ¿Copiaría a Horacio? ¿ a
Ovidio? Me suena mucho a Gayo Valerio Catulo, el poeta del amor por excelencia.
Y lo escribió un clérigo culto copiando algún manuscrito de un libro de poetas latinos.
-A. Puede ser. Pero, salvo, en
tiempos de frontera de los Reyes Católicos, no hubo abades muy cultos acompañados de conocedores del latín.
G-Blázquez me suele comentar que
Pedro Mártir de Anglería recitaba poemas de amor a sus colegas y venía con la
corte de Isabel. Y es que me suena Delica mea et ignis , al fuego del amor.
A-Maestro , no llego a tanto. Yo,
solo sé algún romancillo y un soneto de Petrarca.
G.- Antón, si hay
un poeta en el mundo clásico que refleja, por excelencia, el canto del amor este es Gayo Valerio Catulo
que vivió en los últimos años del siglo
I antes de Cristo. Sus poemas, “Cármina”, es un itinerario amoroso de un poeta
espontáneo y desenfadado, que nos descubre líricamente todos los recovecos
del alma de un apasionado amante atraído
por una mujer libertaria del mundo
romano.
-Como se encuentra mi señor,
ardiente, fogoso, como un potrillo desbocado.
- Es verdad. Como vivo yo en estos momentos, sus
versos saltan sentimientos de intenso amor a
movimientos de odios viscerales pasando por cantos a los caprichos de su
amada. Así adaptaba este famoso poema de Catulo
con esta traducción libre, que respira el apogeo amoroso:
Vivamos, Lesbia mía, et amémonos
Y
un céntimo, nada más, nos importen
De los
trasnochados sus palabras banales:
la luz pura del sol, un día, muere,
y, con fulgor,
día después, renace.
Si la llama
declina brevemente,
Durmamos,
pues, una eterna noche,
Mil besos, pronta, ven a darme,
Mil besos,
luego, ven a doblarme,
Mil besos más,
cien mil hasta saciarme
Luego, otros
cien mil, un millón más
Hasta hacer la
cifra interminable.
Que sea
cadena de ósculos infinita
Sin correcta cuenta, y al libre socaire,
Envidia del
cornudo que nos acecha,
En tanto
nuestras bocas se eternizan.
A-Pero mi señor,
usted vive las vacilaciones y dudas que le conlleva el amor de Lesbia, su sentimiento del amante herido.
G-Espere, se
lo voy a recitar, es el poema 85, los versos más cortos y más intensos de la
lírica amorosa, alargados por la versión poética:
Te
odio y te amo, cara pura de Jano
¿acaso real, o,
en verdad, posible?
pregunta
para ti desconcertante,
entraña
rota en la cruel tortura
de sentimientos
duales de un amante.
A-
No se dio usted cuenta de la calavera que hay sobre estos
versos.
G-
También en los versos hay respuesta con estos versos
que hastiado de la vida política
del siglo I antes de Cristo, exclama:
¿Qué
te pasa, Catulo, que Caronte
Te espera, en
la laguna, a embarcarte?
Si ya Nonio tu enemigo escrofuloso
Se sienta
sobre la silla justiciera,
E impaciente Vatinio profiriera
un
pronto y de seguro consulado
¿Qué
te pasa, Catulo, que Caronte
Te
espera con la barca en la ribera
Y
te tardas soñando en quimeras?.
A-
Mi señor, pero este poeta es más bien un idealista que vive el amor platónico.
G. Que no, que no. A lo largo de sus poemas, Catulo se resiste a
descubrir el nombre de su amada para
revestirla con la sacralidad del mundo clásico y llamarla Lesbia Delia ( la de la isla de Lesbos, la poetisa del amor)como hacen muchos poetas que se evaden,
por medio del anonimato, de la carnalidad de su amor presente Su escenario es trastiberino, lejos del ágora
o del foro romano, sus versos resuman la
alcoba de los cubícula de las domus
romanas. Tan sólo, se congracia con la poesía amorosa griega en los poemas largos
como el de Himeneo, las bodas de Tetis y Peleo. Pero, en sus
versos se huele la atmósfera regada tras
una lluvia fina o, se barrunta una tormenta con olor a pólvora mojada. A pesar del rechazo, en los momentos finales de su
discurso amoroso, siempre deja encendida la lámpara de un renacimiento del eros,
lo que yo sufro ahora:
Mil y una
vez, Lesbia me maldice;
contra
Catulo ahora despotrica,.
Que me muera, de amor, si no me incita.
Mil y
ciento de señales me remite,
Y con el dedo,
desvelarla puedo
Que m e muera de
amor porque la quiero.,
-Está loco ,
mi señor. No ve la calavera
En
medio de esta tertulia poética, se acercó el cura Blázquez. Y, le dice al
escribano pintor:
-
No tiene nada que ver aquella inscripción con Catulo. Todo
lo que sabes, es de su época de estudios en los colegios universitarios de Granada.
Lo invita a subir a la torre,
para ratificarlo. Se marcharon Blázquez y el escribano Gómez. Abren la puerta
baja de la torre por la capilla del baptisterio. Suben pausadamente las
escaleras y, al llegar a la sesenta y
ocho, se adentran a la sala del Reloj. La
pasan ligero como si le comiera la prisa
y se sientan en la escalera. Miran a la izquierda y ven el anagrama de Lázaro
de Velasco.
Comienza
a leer en voz alta el cura Blázquez y dice
-DELICTA
IUVENTUIS MEAE ET IGN
-Gome,
que no es deliciae, sino delicta. No son delicias, sino delicta, los pecados.
-Reverendo,
pero el ignis
-¡Qué ignis!
-Eso es el
inicio de ign….orantiam
-.Me suena a
un a frase que comentó san Agustín sobre el pecado.
-Claro es el versículo
7 del salmo 24 , que dice DELICTA IUVENTUTIS MEÆ, ET IGNORANTIAS MEAS NE MEMINERIS.
SECUNDUM .....
-En nuestra lengua romance.
-No te acuerdes de los pecados ni de mis faltas de juventud….
-Ya, esta mujer me puso otra
zancadilla en mi escala de amor. Ya se acordó de mi vida pendenciera durante mi adolescencia.
Bajó la vista, y entonces le señaló el cura la calavera sobre
la inscripción mientras le deletreaba la frase que le rodeaba.
- MENTO MORI. -Como ves, poco clásico y amoroso. Arrepentimiento, señor escribano.
Déjate de cuitas amorosas. ACUÉRDATE DE QUE TIENES QUE MORIR. Lo dice el salmo.
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