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martes, 22 de octubre de 2013

octubre, octubre....


 



OCTUBRE, OCTUBRE
 

 
 
 

 


Procesión del Cristo del  Paño
Octubre es, junto con los meses de primavera, el mes de los poetas. No es raro encontrar un poema que describa este mes que ocupaba el puesto octavo en el calendario prenumano y lunar.  Sobre todo,  nuestro querido poeta andaluz Antonio Machado ha recogido el paisaje y el tiempo otoñal con los mejores versos que pueden expresarse: “Yo voy soñando caminos/ de la tarde. ¡Las colinas/doradas, los verdes pinos,/las polvorientas encinas!…/¿Adónde el camino irá?/Yo voy cantando, viajero/a lo largo del sendero…/-la tarde cayendo está-”. En el corazón tenía/la espina de una pasión;/logré arrancármela un día:/“ya no siento el corazón”./Y todo el campo un momento/se queda, mudo y sombrío,/meditando. Suena el viento/en los álamos del río./La tarde más se oscurece;/y el camino que serpea/y débilmente blanquea/se enturbia y desaparece./Mi cantar vuelve a plañir:/“Aguda espina dorada,/quién te pudiera sentir/en el corazón clavada”. Esta vida como espina de pasión se ve  transformada en espina dorada en el corazón.  

          
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
  También,  el refranero invita a dar una respuesta a nuestro paso por la vida en consonancia con lo que la naturaleza nos ofrece a nuestro alrededor. Por nuestras tierras, era y es la estación del vino, y  le cuadraba perfectamente aquel refrán  “Octubre vinatero, padre del buen enero”  y tocamos  madera para que no se cumpla  “En octubre, el enfermo que no se agarra, cae con la hoja de la parra”. Aún más, ya en torno al santo de Asís, este  año conseguimos juntar los dedos  para que no se plasmara  “El cordonazo de San Francisco,  se hace  realidad, tanto en la tierra, como en el mar”, y eso que trajo las primeras lluvias otoñales y la desgraciada muerte de  centenares de africanos junto a Lampedusa en medio de la indiferencia global, como dice el papa Francisco.  Por eso,  deseamos que  los ricos caldos,  que se catarán por san Andrés,  hagan renacer los espíritus apagados  en medio de los fríos otoñales ( “En Octubre, no molesta la lumbre”, “ En Octubre la leña se cubre”).

Estos vinos han renacido, han conseguido el título de Mención de la Sierra Sur de Jaén gracias al trabajo de Luís Aceituno,  y, afortunadamente gracias al esfuerzo de bodegueros, enólogos y cosecheros, vuelven a triunfar en muestras, exposiciones, certámenes, tiendas especializadas y comercios de Andalucía y de España, como ya lo hicieron en siglos  pasados, las variedades del famoso vino torrontés, de color  amarillo y dulzón como el pilycrim, sin química alguna, y cuidado en las bodegas de las casas de los hidalgos o en las cuevas de las faldas de la Mota; o  el  baladí de menos gancho pero muy apreciado; o  las diversas variedades del vidueño; o el desconocido  tinto del terreno,  que era muy apreciado en las ferias de Noalejo, Guadajoz o de los pueblos del derredor ; o  los más económicos y baratos , de  gasto local  como el del estrujón en las innumerables tabernas que bajaban de los barrios altos de la Mota hasta el Llanillo.  Y el codiciado  torrontés, por su valía, se vendía, desde el siglo XVI,  en estancos ( sitios de cruces de caminos) , mercados y tabernas importantes de las viejas tierras de España como la Alhambra y la Puerta Elvira de Granada gracias al ganado Privilegio del Vino, o formaba parte del plato  y dieta básica ( por eso de “ que con pan  y vino , se hace el camino”)  de fondas, hostales, mesones, palacios episcopales,  e. incluso,  salas de comedores religiosos, señoriales y cortesanos, como el del rey  Felipe IV.

Cualidades  especiales y un terreno rico en aportar los mejores  sabores a estos caldos debieron tener los viñedos de las faldas de la Acamuña, Monterrey, el Rosalejo, Valcargado, tierras del ruedo de Alcalá, Fuente del Rey, Somera o de las Solanas hasta que le llegó la terrible filoxera de finales del siglo XIX y acabó con  las extensas viñas alcalaínas. Ahora también esta particularidad la aportan las tierras de la falda de la Martina y Frailes, las de la antigua dehesa del Cascante, la Peña del Yeso, Charilla o la Fuente del Gato, que nutren las bodegas de Marcelino Serrano, de Campoameno y de muchos cosecheros que expanden sus vinos del terruño  a partir de finales de año a muchos rincones de nuestro país. Además los  primeros triunfan por la calidad y elaboración esmerada de sus vinos obteniendo premios en renombrados certámenes como “el   Mezquita de Córdoba” nada menos organizado por las instituciones de más grande abolengo agrícola de España.  La uva ya escasea colgada en las vigas de los antiguos pajares, porque ya no existen ni  forman base del postre acostumbrado de los siglos anteriores, como decía el refrán “Por san Simón  y San Judas ( 28 de Octubre), saben  más  ricas las uvas” y se matizaba con este otro “ Las uvas por san Silvestre, se comen dulces y se echan fuertes”.

Esta acidez es lo que nos sobra en estos días, y ya años tristes y difíciles,  para  que pase este tiempo, agrio y duro. que a muchas personas les ha tocado vivir soportando sin quererlo la nefasta filoxera de esta crisis que ha arramblado con las dulces viñas de tantos hogares de nuestro país. Y a malos tiempos, buena cara, por eso “Beberás y vivirás”. Pero con tino y pasando rápido el cáliz amargo para llenarlo de la rica uva de la generosidad, solidaridad y fraternidad.  

     

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