La
Mota es una ciudad amurallada, con su fortaleza y sus arrabales, según me
cuentan en el nuevo diccionario adaptado militar. Pero, es el símbolo de los alcalaínos,
los presentes y ausentes; une más que otras insignias, entes y creencias. No
hay persona de nuestra diáspora que, al volver a su tierra, no suba a su
interior y disfrute de este conjunto majestuoso, y brillante como una patena.
Tuve la suerte, por los años noventa, de acompañar a Alfonso López Martín. Le
mostramos aquella ciudad que se
reconstruía tras muchos años de no haberla contemplado en su retina. Y, en
medio de la conversación, Alfonso con su verbo bondadoso y se pausado diálogo aclimatado
en tierras americanas, me ofreció la biografía de un emigrante que pasó del
anonimato al reconocimiento público de una población que le consideró como su
maestro. No le faltó tiempo para manifestarme que estaba honrado de haber nacido
en tierras charilleras del municipio alcalaíno,
y de gozar del fervor y afecto vecinal
que le dispensaban sus paisanos aldeanos, con los que compartimos la
visita. No era como otros famosos charilleros el poeta Ben Jakán, ni el diputado Paco
Parras, pero, en aquel día, Alfonso fue
, al menos para mí , el gran descubrimiento de un famoso personaje de nuestra
comarca de la Sierra Sur. Había nacido un 14 de febrero de 1933 y marchó a
tierras americanas en 1966, se casó con María Eugenia Meoño Bonilla de la que
tuvo dos hijos Alejandro y Esteban.
En nuestro caminar por Despeñacaballos y las
plazas de la Mota, desgranamos sus experiencias como catedrático de Lengua y Literatura y sus investigaciones en los diversos
terrenos de la Lingüística y Estudios Interdisciplinares Culturales en la
Universidad de Costa Rica, y su
agradable estancia en tierras en san Pedro de los Montes de San José de la
misma ciudad. Y, al llegar a las puertas de
la abadía, me quedé con su alma
de hispansita universal cuando me comentaba el gran elenco de estudios y
artículos dedicados a los estudios gramaticales y filosóficos. Me citó, en concreto, Psicogénesis
del lenguaje según Andrés Bello ( 1971), Concepción del lenguaje en el Fusto de
Goethe (1973), Protágoras,, filósofo del desarrollo( 1973), Los sofistas: el no-ser a la Palabra( 1975), El
estoicismo en el pensamiento Kantiano( 1976) , Entere vista con el Dr.,
Leopoldo Zea( 1978), una gran cantidad de artículos dedicados a Andrés Bellos
por los años ochenta sobre la Academia, teorías gramaticales, partes de la oración, El problema metodológico de las
enseñanza clásicas( 1990) La lengua castellana ante el V Centenario del
descubrimiento de América( 1990), además, a partir de esta fecha, se dedicó a una nueva etapa muy versátil periodística en
los periódicos costarricenses de La Prensa Libre, La Nación, La República y
Diario Extra.
Dentro
de la iglesia, me refirió sus libros publicados
que comprendían una gama variada que se extiende
desde el mundo clásico como las traducciones
del El Critón de Platón o La defensa de Sócrates hasta los muy numerosos estudios
sobre el uso y aprendizaje del lenguaje
y la lengua española sobre todo en Iberoamérica (Problemas del lenguaje cotidiano I y II, El mundo de las palabras, El idioma: cómo
es y cómo hay que usarlo, Palabras por las que pregunta usted,. editado en 1997
) y a su admirado Bello. (Andrés Bello, gramático
y filósofo, Andrés Bellos y los errores idiomáticos, La redacción de la frase según la gramática
de Andrés Bello). Este gramático, que
para Alfonso, “es un ideólogo, en parte
ecléctico, pero frente a todos los
autores y corrientes, manifiesta una actitud crítica y un espíritu
independiente y original”
Al
bajar de la Mota, quedamos en las Casas Consistoriales, y me entregó una
selección de sus últimos libros
publicados de los que tengo la fortuna
de guardar como oro en paño y auténtico tesoro de un alcalaíno universal.
Posteriormente,
tuve noticia que había sido nombrado miembro de la Real Academia de la Lengua
Española de Costa Rica sustituyendo a su anterior profesor Arturo Agüero.
También me pude enterar de que era miembro del Instituto o Costarricense de Cultura
Hispánica y la International Writers
Association.
En
su bondad natural, que había mamado de las aguas charilleras, se resume en estas palabras que nos sirven de recordatorio
y enseñanza. “Tanto para Kant como para el estoicismo consiste en un ideal de estado de serenidad
espiritual , según el cual el mal no
reside en la persona que lo hace, sino en nosotros mismos. Lo que caracteriza
tanto al estoicismo como el Kantismo es que son dos sistema morales de acción.
De ahí el éxito que tuvieron en sus respectivas épocas. Los dos sistemas se apoyan en concepciones físicas análogas:
la física estoica para una, la de Newton en el otro. Ambos sistemas morales salvaron
a los espíritus sano de cada una de las Épocas del epicureismo, en el primer caso: el sentimentalismo
blandengue en el otro”.
Alfonso
murió en los primeros días de Septiembre de 2005 a los 72 años en Costa Rica.
La prensa de este país lo recordaba como un español que conquistó, palabra a
palabra, a los costarricenses . Aludía un conocido programa televisivo que me
refirió el día de la visita cuando llegamos a las Casas de Cabildo de la Mota,
denominado el Mundo de la Palabra. Me regaló,
incluso, un video para que lo presenciara en vivo. Esta actividad no era
sino fruto de su experiencia en
radiotelevisiva con el Fascinante mundo
del lenguaje en Canal 6, La filosofía de Andrés Bello en radio Universitaria y Dime
cómo hablas en Radio Continental.
Obtuvo muchas
distinciones como la de Cabalero de Isabel la Católica en 1977 y Premio de la
Unión Cultural Americana 1n 1993, pero me quedo con estas palabras de su amigo y colega filósofo Adolfo Costenla “Alfonso
ha sido desde hace muchísimos años quien ha dedicado con mayor entusiasmo y
constancia en nuestro país a la difusión
y discusión de las normas idiomáticas y lo ha hecho en los diarios, en
la radio y en la televisión...”. No podía ser de otra manera, de tal
tierra un hombre honrado, muy culto y amable en excelencia y palabra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario