CAPÍTULO XV.
GOMÉZ MUÑOZ Y ANTÓN FUERON A PROBAR
EL VINO DEL AÑO.
Eran
sobre las doce de la mañana, y el día no había dado para mucho: varios
arrendamientos de casas en la Mota y en el barrio del Matadero, recibos de cobros
de algunos paños de los tenderos de
la plaza y el contrato de compraventa de dos bueyes para una yunta, uno bermejo y otro hosco. Pero, a última hora, tuvieron que hacer un contrato de vino
entre un cosechero y un arriero, a su
vez, mercader para otros lugares .
El arriero
Simón García Torrebejarano se había
comprometido a comprar el vino de la
cosecha de los menores del zapatero Bernabé Romero, representado por su
guardador Bartolomé Atero, unas 260
arrobas, que le importaban 845 reales. No se fiaban
de la palabra dada y debían
bajar al llano para comprobar los términos del contrato. El escribano, el
oficial y los contratantes bajaron al llano y quisieron aprovechar la
visita para hacer una cata del vino
cuyo contrato trataba
sobre su venta.
En
la calle Mesones Bajos, se pararon ante el
monasterio de la Trinidad, un edificio en medio de ruinas y solares
abandonados. Contemplaron el bullicioso movimiento de canteros y al maestro de cantería, mientras les ordenaba la tarea de
subir unos sillares a una pared
recién levantada en un solar que las
monjas habían comprado a una hidalga familia castillera, con el que habían
ampliado aquel convento de reducidas
dimensiones. El convento no era sino una simple templo y encima de él todo el
servicio del monasterio, formaba un pequeño complejo de casa, con el patio y
huerto, y, el aspecto externo de los
solares linderos era desolador al estar integrado por una casilla , y un
comercio de cantarería y tinajería hundido.
Su
colega Gutierre de Burgos había visto las dependencias del convento, había
entrado para hacer testimonio ante un
pleito y le había referido que era muy estrecho y que, por esto, todo su servicio se montaba sobre
el cuerpo de la iglesia , e que, para poder ensancharlo e labrar, no había otra cosa más cómoda ni de menor perjuicio que edificar los dichos solares y meterlos
con el dicho monasterio.
Se
encontraron con un vecino del convento,
Aparicio Martínez de Colomo y los saludó.
-Buenas
tardes, señores.
-De
obras.
-Ya
era hora. Pues, por no repararse ni tener
cuenta con ella los poseedores, todos estos solares se han caído y han venido a menos acabando de tal manera que se ha
venido a perder y hundir, y solamente sirve de muladar.
-Ya lo vemos,
se han echado en los solares de
ella muchas inmundicias , está todo hecho solares.
-Claro
solamente se ha habitado de presente de
toda la dicha posesión una casilla muy
pequeña.
-Ya
la vemos que está muy maltratada , para
caerse.
-Menos
mal que han dejado al convento que los compre, porque, si no hubiera sido así,
hubiera redundado en mucho daño y
perjuicio del dicho monasterio.
-¿No
lo veis? las inmundicias, que es lo que son los dichos solares se han echado y echan, de
modo que han subido tanto que casi se
señorea el huerto que tienen las monjas y el patio del dicho monasterio
Es
evidente que la pared, que está entre el monasterio y los solares, está muy maltratada y muy baja,
por donde por ser el dicho monasterio de monjas esta muy a peligro.
Se
acercó otro vecino y entró en la conversación creyendo como si hablaran con
el síndico o el personero de la ciudad. Alonso López de Antequera puso fechas y datos:
-Cómo no iba a estar en este
estado, desde 1570 se habían hundido por no haberse hecho reparo alguno y solo
servía de cerrajero de puercos y de
muladar. Aquí han echado y echan muchas
inmundicias por lo que el dicho Monasterio de la Santísima Trinidad ha recibido
y recibe mucho agravio
- E perjuicio
-Pues no solo por tener los dichos solares en linde
con él sino por el hecho de que se
señorea las ventanas e patio del monasterio, el cual es tan angosto y estrecho que no tienen las monjas donde
poder estar , porque no tienen celdas ni refectorio ni lo demás que requiere
para un monasterio de tanta honestidad e recogimiento.
-Bendito sea el señor abad, que les
ha permitido, por fin, que pudieran comprar estos solares deshabitados , pues,
aparte de la renta percibida, pueden para emplearse en otros usos.
.Claro que sí , porque ha redundado mucho aprovechamiento y el principal en
ensanchar el dicho monasterio.
-Además, se han matado dos pájaros de un tiro, pues es beneficio de la memoria que quedó sobre las dichas cantarerías:
al venderlos al dicho monasterio, con el valor que de ellos se ha dado, se podrá
emplear en otra cosa. Y ahora el
poseedor no tiene renta de los dichos
solares y de esta manera se puede
cumplir con la dicha memoria, la cera y
misa de sus antepasados.
-Y, además, don Gome, usted me
dirá si se acuerda bien.
-¡Qué me dice! Lo de aquella
noche en la que se encontró a un grupo que empleó este lugar para cometer cosas
indignantes, ya sabe, es el principal escondedero
en donde se ofende diariamente a Nuestro Señor.
-Dígame, dígame- se hizo el sordo
y el ausente el escribano como si no le afectara el asunto.
-Que no , que no puede
soportarse este lugar lleno de inmundicias
en mitad del pueblo. Si ya se han hundido todas las dichas cantarerías y edificios y está todo hecho corrales y solares
desiertos y no sirven de otra cosa ni han servido, de muchos años a esta parte, sino
de recostadero de muladares, ¿por qué tenemos que soportar que echen las inmundicias y que se escandalicen
nuestras mujeres y niños cuando acuden aquí de noche a
folgar mujeres e hombres por ser
lugar desierto y encubierto?.
-Y los niños que están todos los
días jugando y haciendo travesuras y cometiendo desde muy jóvenes muchos escándalos.
- Y lo que es peor, el dicho
monasterio ha recibido y recibe muy notable agravio e perjuicio , los presencia
en vivo, no pueden taparse los ojos las monjas, porque solamente entre medias
de los dichos solares y el dicho
monasterio tiene una pared my baja
Sintieron una gran
alegría al ver que las obras eran una realidad para evitar s inconvenientes e perjuicios y que
los dichos solares e corrales ya eran propiedad del monasterio. Los habían limpiado e incorporado en el dicho monasterio. Ya no había lindes
sino que había ganado su extensión en amplitud, de modo que, cuando acabaran
las obras el dicho monasterio, no sería
ni estrecho ni angosto, porque no tenían las monjas, que en el estaban, celdas
ni refectorio ni otros aposentos que tienen en otros monasterios semejantes.
Además,
señalaban que sería cosa de mucha
utilidad e aprovechamiento no solo al poseedor de las dicha memoria y al dicho monasterio
sino también para toda la vecindad e aún
para todo el pueblo e ornato del haber vendido los dichos solares al dicho monasterio.
-Siempre los mesoneros son los
pregoneros del pueblo, no hay día que no
estén quejosos con algo , porque no se
conforman con nada. Nos han puesto al día de todos los detalles.-Dijo
Antón para cortar la conversación que caía en un detallismo,
que no podía aguantar.
Lo
interrumpió, inmediatamente, el arriero
que les dijo que tenía prisa, porque debía llevar aquella tarde una carga a los
pueblos de alrededor de Granada y se le
echaba el día encima.
-Debemos llegar a la bodega del
clérigo Juan Ruiz, en la calle Llana. Pues, tengo, que firmar el contrato y
,luego, recoger la guía en la puerta del Arrabal.
-
¿Están almacenados en este lugar? -preguntó el escribano.
-Allí están. Como ve, otro clérigo con viña, poseen casi todas las aranzadas de viñas del ruedo de la ciudad, la Ladera, de la Solana del Rosalejo, los pagos de la Acamuña,
Monterrey, Fuente Rey, Valcargado, San Bartolomé,
-O están administradas por un colega suyo, sea capellán o un presbítero.
-Y eso que los pagos antiguos
eran de familias de los descendientes de los conquistadores.
-Y has dicho las del ruedo, pero,
todavía quedan algunas viñas en el prado de san Sebastián, los cerrillos de los
Palacios, Caballeros y el de las Mentiras, los parajes de las fuentes del Arzobispo, Conejo, Cañuelo, y de
la Higuera, San Marcos, el Barrero, la
Moraleda, la Lancha, Tal de Arroba y los alrededores de la Fuente Nueva.
-Fíjate-le interrumpió el
escribano- mira la zona de la Viñuela, el paisaje urbano se entremezcla con los
viñedos.
-Y, en los cortijos-apostilló
Antón- dirigiendo el dedo hacia la Mata- con
el monte, el cereal y en las cabezadas el viñedo.
- Ya lo sé, y el clero
hasta domina el almacenamiento,
se ha enriquecido con las herencias y capellanías.
-Los que se han enriquecido, mi
señor, son esos tres o cuatro medidores del
vino que se guardan una parte del vino bueno
y venden el de menos calidad. Esto va
a ser nuestra ruina. Si no lo
remediamos con medidas de lebrillo rasas
y agujero grande.
-Es el único trato que se saca de la ciudad, a dos mil arrobas diarias. Y ellos controlan todo. Para colmo, nosotros
todo lo almacenamos en tinajas, y no en
cubas; sin canilla alguna para sacarlo, por medio de unas medidas que no se
llenan del todo para no derramarlo, y quien sabe lo que se arremanguillean
estos medidores. Nosotros en la cadena
del trabajo, sin renta alguna.
-¡Qué picaros! Son los únicos que
emplean los azarcones.
-Azarconean-mientras realza la
voz y finge un movimiento de rapiña simulado un arpón persa.
- Los demás, cada uno con su
trabajo: los viñadores cortan las uvas en la viña sin alejarse de ellas a no ser por agua o comida, los guardas a proteger las viñas de los destrozos de los ganados, nosotros trasladamos las uvas en capachos a lomos de asnos, mulos y a veces carretas de bueyes, y, bajo el control del aperador, se pisan en lagares de campos o en las mismas casas
sin que entre nadie ni el limosnero del Santísimo Sacramento; luego el
vino se almacena en sus tinajas, las más célebres las de
Antón de Alcalá.
En este caso, hemos contratado esta bodega. -Contestó el arriero.
-¿Cómo es el vino?
- Añejo bueno, razonable, malo y vinagre. Hay de todo, como en botica.
-¿Cuánto cuesta la arroba?
-A tres reales y cuartillo.
-Me comprometo a pagarlos para
los santos del próximo año, conforme me lo vaya llevando para venderlo.
-¿ cómo está el mercado?
-Regular. Tenga en cuenta que en
el mismo Alcalá hay ochenta puestos de taberneros y particulares como mesoneros y venteros, y nos hacen la
competencia al vender más barato, ya que tienen otros recursos
complementarios.
-Siempre dicen lo mismo.
-Pero en la Alhambra y en las
tabernas de Bibrambla, la Nueva Alhóndiga y Puerta Elvira de Granada, nunca falta desde la
primavera nuestros caldos.
-Ni ahora en las tabernas de la
capital y en muchos pueblos de la
campiña, sierras del Santo Reino, de Córdoba, Málaga ni en las ventas de los
caminos como en Puerto Lope , en
Campillo, Cabrilla, Moclín, Motril o
Guadahortuna. o los estancos de muchos pueblos.
-En Granada. si no fuera por la
carta de privilegio de la reina doña Juana y su hijo el emperador Carlos, nos las veíamos celestes.
Ya comienza a notarse la competencia de otros lugares.
-Pero, tienen otros estancos y
mercados.
-Sí, algo en tierras de Iznalloz,
los mercados de Guadajoz, Noalejo, algunos pueblos de Jaén...pero lo que , en realidad,
se bebe casi la mitad en las bodegas de
Alcalá.
-Pues, a mi gustan mucho nuestros
caldos.
-Nuestro torrontés de uva amarillenta y dulzón, y el tinto del
terreno se salvan por el momento, pero
lo que son el baladí y los vidueños y de mala casta, y no digamos el de
estrujón deben quedar para consumo interno. Siempre los compradores nos piden
la "yema" del vino y desechan el estrujón.
Entraron
a la casa y se acercaron al cuarto de
abajo, donde estaba alojado el pequeño lagar. Un estanque de piedra revestido
de yeso o lagareta servía para acumular el mosto, y, en el
lado más estrecho, se abría un
orificio que comunicaba por una canaleta de una teja
invertida a un posadero cóncavo de
una tinaja donde se colocaban los cántaros y vasijas. En una plataforma
rectangular, se encontraba la prensa de
viga que daba al patio, donde usaban pequeñas maderas y unas grandes piedras para
exprimir los gajos de la uva prensada y pisoteada. En el interior, tenían colgados los canastos de uvas y los serones de
mimbres para transportar la uva. Luego,
bajaron a la bodega bajo arcos de medio punto de piedra encalados y
sucios por el color de ocre oscuro y ,
de momento, se taparon las narices por
el fuerte olor a mosto fermentado que salía de las tinajas. Se subieron a unas escaleras de madera y
atados los peldaños con ramales de soga
desde donde contemplaron el llenado de
cada una de ellas. Varios jarros y un cazo colgando de la pared. El cura les dio a beber a cada uno un jarrete de
torrentés que les calentó el cuerpo en aquella mañana invernal. Intentó el
arriero y arrendador que le hiciera una rebaja de la renta al cura. y este le contestó:
-Imposible.
-¿Cómo?
-No puede ser ,al peón de cavar
le pago dos reales y medio y la comida del mediodía; al peón de vendimiar, a real cada día y tres comidas; al de podar
dos reales y medio secos, pero si quiere vino, dieciocho cuartos; al peón de
rozar en otoño real y medio; al de desenterronar, dos reales secos y al
mediodía aceite, vinagre . aceitunas o lo que dé el tiempo sin el pan que lo
pone el peón; a los acarreadores a real y medio; al pisador a tres reales, y
añade la sisa, los diezmos, el pie del altar, y la santa cruzada.... .
A
Gómez Muñoz se le subió el vino a la cabeza,
y hablaba hasta por los codos sobre los vinos, los privilegios de los
reyes, la calidad de las uvas, de los catadores de vinos, de los estancos...Le
tuvieron que cortar el discurso para terminar el documento de la guía. Volvió
por la calle del Rojo, se acercó al Pozuelo de San Juan, y, desde la calle de
la Zubia, junto a una cruz legendaria de
amor por una dama entre dos caballeros, exclamó: "Mento mori" y "Miserere mei". A sus acompañantes, les
hizo revivir historietas y aventuras de aquel solar, que ahora se urbanizaba, y había sido sitio de sus primeros pasos de su
niñez y juventud, donde jugaba con los de su edad y compartió los primeros lances amorosos con algunas doncellas y mozas a escondidas de
sus padres en las noches de las vísperas de las fiestas navideñas y de Semana
Santa. Se puso melancólico y algo
alicaído Lo quería olvidar, pues aquella cruz que le impedía rehacer su vida. Le
dijo a Antón:
-Ya
te contaré el día en el que me gané con
la barra una apuesta que no se hizo realidad.
Al
pasar por la puerta del Arrabal, el
arriero le señaló el mesón donde tenía preparados sus asnos de cinco cargas para treinta arrobas.
-¿No
veis que ahí está la faena preparada? Yo no formo parte de las nuevas compañías
de arrieros, me valgo con mis propias y únicas
manos. todo lo me lo guiso y me lo como.
No perdamos tiempo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario