POBRE DE MÍ
A eso de las once y pico de las noches, cuando retumba
fuertemente el cielo en torno a la Fuente de la Mora al estallar la última
traca de las fiestas patronales, todo el pueblo alcalaíno parece como si
entonara sigilosamente un “ Pobre de mí, ya se acabaron las fiestas …. de la
Virgen de las Mercedes de este año 2013”. Es como si sufriera una catarsis
colectiva que se plasma en el juego de fuegos artificiales, denominado “Cuadro
de la Virgen”.
Atrás quedaron, en este preciso momento, las vacaciones cumplidas de muchas personas,
el encuentro tradicional de los hijos y
nietos ausentes durante todo el año-sólo por esta fecha tan señalada, los
achaques vencidos y las enfermedades superadas, el objetivo ansiado de cumplir
una promesa, el recuerdo y la memoria por la pérdida de los seres queridos, y
un sinfín de sentimientos compartidos y disfrutados alrededor de estas fiestas..
Cada uno
entona, a su modo y vivir sino malvivir, su “pobre de mí”: los hay que vuelven a sus
casas y se las encuentran desgarrada por la ausencia de un familiar; otros, sin
embargo, vuelven ilusionados pensando que cambiarán las circunstancias y soñando
en no estar pendientes de ese hilo perverso de esta economía competitiva,
cambiante y caprichosa-sí con tres c tan nefastas como las otras circunstancias causantes de la muerte-,
esa economía que transforma un contrato fijo de golpe en temporal, de temporal
en despido procedente; y del desempleo en
la exclusión de la sociedad. Muchos otros vuelven a las tareas como si algún revulsivo especial los hubiera
transformado tras el merecido descanso: sueñan con nuevos mercados de sus
productos elaborados de forma autónoma o
participando en la empresa privada o colectiva; ansían que la maquinaria del sistema público funcione como un coche sin chirridos de
escándalos ni de grasas de
corruptelas y ofreciendo las mejores
velocidades de la sanidad y la educación;
y, deseando que el tiempo pasado haya sido una isla, para que, con la
llegada de septiembre, cambie totalmente la vida, de modo que no se estanque en el retroceso social ni en la
pérdida de muchos beneficios de la sociedad de bienestar.
Pero, “ el pobre de mí.” resonará como un simple eco
y no tendrá aliento para otras personas a las que el mercado les ha
cerrado la puerta laboral (Los ha convertido e inútiles antes de tiempo; los ha
jubilado sin gozo ni paga). Y el “ pobre
de mí” será mucho más real y verídico, no sólo para ese cuarto mundo, que existe entre nosotros y nos rodea sin
darnos cuenta, para aquel que no puede llegar ni a la primera semana del mes
o no tiene recursos para afrontar el
pago de las necesidades básicas: el alimento, la luz, el agua… sino también
para aquel que le da vergüenza acudir a una reunión amical porque no puede
compartir nada sino las migajas de las ayudas estatales Desgraciadamente,
también “será el pobre de mí” para muchos profesionales jóvenes que no
encuentran trabajo tras las muchas
fatigas durante sus estudios brillantemente conseguidos.
Ojala, la
salva de fuegos y los aplausos finales de la colectividad festiva
nos hicieran cambiar a todos y
nos quedáramos en luchar por la alegría y el trabajo compartidos, y qué mejor que conseguirla
con una economía solidaria, y con lo que conlleva de esfuerzo, participación y reflexión colectivos, o sea de todos los miembros de la sociedad alcalaína .
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