Siempre el agua ha sido para la humanidad vida. por eso se echa de menos continuamente, en los tiempos de sequía. Pero el agua esa vida se plasma en riqueza y producción econónomica. No sólo mueve recursos de la agricultura, sino también de la industria, los servicios como el transporte, o el mundo de la construcción y la ingeniería. Tanto los mares, los lagos o los ríos son lugares, que coadyuvan a la riqueza de los pueblos que disfrutan de esta riqueza natural. En la privincia de Jaén abundan los parajes con agua, sobre todo de los ríos, arroyos y arroyuelos. En la Sierra Sur, Castillo de Locubín siempre ha sido una tierra donde las aguas han movido casi todos los sectores de producción. Los arroyos del Salado, Guadalcotón, de las Parras o el río San Juan, son una muestra de esta riqueza. Podemos dar algunas pinceladas de esta economía del agua. Comenzando por la industría, podrían citarse los molinos de papel ( abundaban en el Carrizal, Vado del Río y Valdepeñas), los batanes del Vado del río, las Tenerías del barrio de San Sebastián y, sobre todo los molinos de pan moler en diviersos puntos del río San Juan y en los arroyuelos (Nogueral, Cubo). El transporte obligaba a realizar puentes en diversos momentos de traspasar las aguas desde Triana al Carrizal. La construcción, las presas del río, los canales o los caces de riego, o los anteriores elementos constructivos comentados colocban a al mundo de la albañilería. Desde el sector primario el agua de riego elevaba la riqueza de todas aquellas con una extensa red de huertas qu el río San Juan regaba desde el Nacimiento hasta el Carrizal pasando por el valle, la Isla, Nogueral y la Venta sin citar otras huertas como las de la Arroyo de la Piedra o de las Parras. Los servcios de los arrieros y los cargueros ocupaban los mercados de la ciudad de la Mota, en la misma fortaleza y, hasta hoy en el mercado de la Magadalena para ofrecer sus productos a los compradores de otros lares.
Todavía se conserva muchos testigos de este mundo de la agua y, a veces, perviven sus ordenanzas seculares de riego. En ellas, desde el horario, el control del agua, los derechos y deberes de los regantes, las medidas ecológicas de su arbolado y la regulación de las retnas y proiedades. Antres, muchos términos de este mundo hídrico se remontaban a un sistema árabe de este entorno. Y, viene a cuento de un documento recientemente encontrabdo donde Pedro Díaz se le distinguía de otros, por ser azudero y contrataba con Clara de Alba la venta de unoas vacas por la cantidad de cien ducados en el mes de enero de 1632. Me sorprendía este término relacionado con asus, marcado por la DRAE como anticuado y desusado.
Pues azuda , sustituye a azud, que proviene del árabe hispano assúdd, y , a su vez, este del árabe. clásico sudd., un sustantivo masculino que alude a una áquina en forma de rueda que, movida por la corriente de un río, saca agua para regar los campos. Pero, que, en otros contextos, como en el Castillo se concrertizaba en una barrera hecha en los ríos con el fin de facilitar el desvío de parte del caudal para riego y otros usos. Pues abundan en los contratos de los rentistas de las huertas, en los que se comprometían a cumplir la norma de un persona que debía facilitar y realizar estas labores de llevar el agua hasta es tos lugares. Esta no era otro el que cuidaba del azud, a el azudero del documento publicado.
Y no nos extraña que la açuda o
azuda, que recoge el diccionario de Autoridades como la " Máchina, ò ingénio, que sirve para sacar el agua de los rios caudalosos, para regar los campos y huertas: que se compóne de una grande rueda puesta en unos madéros, que la afianzan y sostienen, y al impulso del peso, y de la corriente del agua dá vueltas, y arrója el agua fuera, como sucéde en las nórias" diera lugar al manipulador de este artilugio y de otros mecanismos de control del agua a la hora del repartimiento entre los regantes y hortelanos, que deste es el caso del Castillo de Locubín. Pue, en verdad que esta voz Arábiga, que viene del Zud, no puede significar regadéra tan simple instrumento para el rigo de los huertos y jardines ni tampoco lo que algunos quieren tomarse del nombre por el ruído desapacible y extraño que hace al moverse. Aquella rota aquaria , usadea por los romanos oo la que recogía Cervantes cuando de cía en su novela Hasta que llegaron à la huerta del Rey, donde à la sombra de una azúda hallaron muchos aguadóres. El término amplió su acepción y era una persona de honor de prestigio y que pagaban para mediar en los controles, conflictos y distribución del agua del río San Juan, como se rcogen en los contratos entre los propietarios de las huertas y sus arrendadores para asegurarse el riego ante los abusos que pudieran ocasionares.
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