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viernes, 23 de enero de 2015

ARTÍCULO EN ALCALÁ INFORMACIÓN. LLEGARON LAS NIEVES




De todos es conocido  el refrán “año de nieves, año de bienes”. Pero está  por averiguar si este dicho ofrece cierto grado de verisimilitud o, es, por el contrario un engendro de un iluso que consiguió con sus artimañas publicitarias  extender  un oportunista espejismo a todo el mundo en momentos de una sequía descomunal. Pues, si nos adentramos en el estudio del desarrollo climatológico  de cualquier población,  y, en este caso, lo hacemos con el término de Alcalá la Real, los años de nieves no son, por cierto, muy halagüeños sino, al contrario,  se unen a la presencia de otros fenómenos atmosféricos, como los  efectos dañinos    de grandes lluvias torrenciales o la irrupción de muchas y continuas tormentas  destructoras, que obligaban a la población a encerrarse en sus casas hasta que salía de nuevo el sol.  Ahí, están los  datos estadísticos sacados de las actas municipales y recogidos en los libros de historia. Por eso, en el  pasado fin de semana  la nieve llenó de alegría  a toda la vecindad cubriendo de blanco  la  extensa piel de paloma del municipio de la Mota  y , como si  el pueblo estuviera cansado de un  clima  inadecuado  en estos primeros  días de las estación  invernal , salió  a la calle a coquetear con las bolas de la nieve y  tirar copos  para espantar  los malos espíritus que nos rodean.  Parecían como si quisieran  vengarse de tantos  días soportando una crisis, tan larga y  tan oscura, a la que no se le ve, ni por asomo,  la punta del iceberg. O los brotes verdes de un árbol escuálido y triste,  por este sentido tan ecológico que  se ha incardinado en el optimismo de los  políticos conservadores.  Además, la nieve  se convirtió  en un motor  de necesidad vital  en medio de la cuesta de enero y de encierro obligado en los hogares , pues fue un respiro personal y colectivo  el hecho de  salir a la calle afrontando los fríos intensos y la inestabilidad vial  en el andar o, en  el  caminar por las empinadas calles, blancos paseos  y  parques circundantes. Un símbolo, claro y notorio, que concuerda con la realidad que nos ha tocado vivir.  

La nieve ha llegado, cambió el tiempo, rompió la monotonía de  una  varada de aceituna, corta en  jornales, pero sin descanso alguno  desde el mes de noviembre. Muchos  molinos, almazaras y cooperativas  se aprestan a recibir a los más retrecheros y los últimos  recolectores de un  producto que está subiendo por las nubes. Se avecina un invierno  y una primavera,  casi  de manos caídas en  el  mundo del campo, sobre todo  para los más débiles, los que  se ganan  el pan  




con el sudor de su frente o, aprovechan  cualquier tajo posible para  proveer, al menos,  de lo más necesario a su familia.  Menos mal que el sector primario  ya no condiciona totalmente   la vida socioeconómica de la comarca y se han abierto, a lo largo del último  tercio, otros recursos o  modos productivos.  Pues, las nieves  han llegado, pero los bienes están por venir, aunque  algunos se empeñen en ilusionarnos con  palabras vanas y  huecas. Y, sobre todo, me quedo  con este  refrán de enero “ Invierno  caliente,  el diablo trae  en el vientre”. Y, al menos, las nieves han roto el maleficio de un año que se abrió  simulando una segunda primavera y,  con sus fríos nos ha refrescado la mente para distinguir las llamaradas y el humo de paja que abunda por los foros locales, autonómicos y nacionales.     ,

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