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viernes, 9 de julio de 2021

JULIO EN ALCALÁ LA INFORMACIÓN


 

JULIO

 

El mes de julio, hace muchos años, se convertía en uno de los más aburridos del año. Acababa la siega, y parecía que el ciclo laboral, cuando la agricultura predominaba sobre otros sectores, el secundario y terciario, tocaba sus últimas campanadas. Salvo las fiestas de Nuestra Abuela Santa Ana, nadie hacía caso a la festividad del patrón jacobeo y se esperaba el mes de agosto como aguas de mayo. Ahora, hasta escasean estas y el cambio climático ha vuelto locos hasta el más pintado de tal modo que, desde hace varios decenios, se vistió de terciario y compitió con el mes de agosto. Le rebañó algunos espectáculos festivos en sus últimos días a los festivales de la Patrona, e, incluso, se adelantó en algunas ocasiones con la Fiesta Medieval que comenzó a celebrarse en la ciudad fortificada de la Mota; por otra parte, las fiestas santaneras pasaron de ser un encuentro de verbena a cubrir casi una semana del mes de julio con su correspondiente san Joaquín, quinario, pregones y actos previos. Y, en la semana del medio, el espectáculo de Etnosur irrumpió con un programa ambicioso que superaba la temática tradicional y prolongaba el relato durante un triduo multicolor, donde podía presenciarse desde una sesión de un circo al espectáculo más universal de música étnica pasando por los escenarios más insospechados y tiendas de la solidaridad y de la artesanía más progresista.   

                El predominio del ocio dio paso a la nueva sociedad del sector terciario, de los servicios y del turismo. Este mes compaginó las vacaciones veraniegas impulsando el turismo interior y, poco a poco, universalizó el descanso veraniego a los lugares de playa. Curiosamente, muchas aldeas comenzaron a trasladar sus fiestas patronales para acoger a sus vecinos que habían emigrado a otros lares. No era extraño que se celebrara en algunos rincones de la Sierra Sur con mayor fervor la fiesta marinera de la Virgen del Carmen que en ciudades marítimas. Incluso, sin el pertinente permiso eclesial, se trasladarán festividades, se cambarán celebraciones de patronos aldeanos y con el fin de convocar a todos sus vecinos ausentes. Puede acontecer que en tiempos futuros una fiesta de la Cruz o de San José se celebre entre el mes de julio y agosto, haciendo una versión real de cuando marzo mayea, mayo marcea. Hay que adaptarse a los nuevos tiempos, a pesar de que el coronavirus ha roto todos los esquemas y programaciones en estos dos últimos años.

                Es verdad que no sólo de pan se alimenta el hombre, sino que necesita más proyecciones, entre ellas la lúdica es esencial. Hay que cargar las pilas para el automatismo y la monotonía del devenir diario. Además, ya no hay festivales de España tan solo en la Plaza Alta de la Mota o en la Plaza del Ayuntamiento, sino que se multiplican en cualquier más recóndito con el nombre de caldea, jornadas culturales y otros nombres que no es sino una respuesta de cualquier población a este cambio de sistema social y económico.

                Creemos que habíamos inventado la pólvora, y, sin embargo, las nuevas vías de comunicación nos hacen más globales y se preparan hasta los viajes interplanetarios. Y esto nos viene al caso. Hace unos días leía un curioso documento, en el que, hace más de tres siglos, me encontraba el calendario festivo de los alcalaínos de los años ochenta del siglo XVII. Junto a las fiestas taurinas   de finales del mes de julio con motivo de Santiago Apóstol, se iniciaban con un Corpus, donde aquellos festivales se componían de desfiles de mojigangas, danzas, loas, entremeses, autos sacramentales y obras dramáticas.  Y desde esta fecha, las compañías se comprometían hasta la representación de varias decenas de comedias de los autores más famosos de aquel siglo de Oro, como Lope de Vega. El corral de las Comedias de la Veracruz no paraba hasta finales de agosto con el paso de compañías de Teatro. Y, en estos años ochenta, acudían las mejores compañías de actores que actuaban en ciudades como Granada, Córdoba, Sevilla, Toledo o Madrid. Hasta dos compañías de famosas actrices con Bárbara Coronel o Feliciana de Andrade junto con su marido Nicolás Castañeda pasaron por esta Alcalá entre la Mota y el Llanillo, organizando tanto las danzas de las fiestas del Corpus como representando obras de Vélez de Guevara o Mira de Amezcua u otros autores de comedias más desconocidos. Para ver la trascendencia de Feliciana, podemos encontrar en su currículo que era una de las tenientas que animaron la esposa de Felipe IV en el mundo de la Corte y vino en 1678 al corral de Comedias de Comedias de la Veracruz con más de veinte personas, una farándula del mundo del teatro entre bagajes carros y miembros de la compañía, músicos y actores, que amenizaron con sus entremeses y comedias las noches de julio de aquel año.

                En los últimos tiempos, corren nuevos aires, en el fondo se trata de complementar esos dos aspectos de las personas, el material y espiritual. A veces, es difícil alcanzar un programa tan intenso como el de estos autores de comedias de siglos pasados; también sería un error volver a los tiempos de escasez festiva, porque la sociedad ha cambiado y  es difícil metamorfosearse en productos híbridos que ocupan ya su espacio; la pandemia ha puesto a prueba muchos aspectos de la vida, y el mundo cultural y festivo se ha resentido sin llegar a los escalones de éxito de los años anteriores, pero lo que es imposible de conseguir borrar la huella de lo que imprimió carácter en nuestra ciudad de la Mota. Y Etnosur lo consiguió como los festivales de Agosto.   

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