Escribíamos en viernes, 15 de noviembre de 2013, este capítulo e Don Gome Muñoz. el escribano pintor. Era el
Hoy lo hemos ampliado con otra historia que aconteció ante Hernán Sánchez por el Almazora.
El escribano y el oficial habían quedado en
la casa del primero, y Antón no llegó a ella, porque le avisó un alguacil
que le esperaba en la plaza Baja junto a la botica de Aranda para ir a
la casa de la Justicia, donde el corregidor necesitaba de sus
servicios de escribanía. Al entrar, le saludó el señor corregidor:
C-Siéntese, Antón. Debemos escribir un aviso para que
lo cumplan los vecinos.
A-Algo urgente, me ha hecho perder la partida de
ajedrez con mi señor.
C-Abajo, se encuentra redactando unos informes para el
Rey.
A-Urgente y dañino para la población.
C-De nuevo, han venido los monfíes. Se han presentado
en los cortijos de la antigua tierra de nadie. Primero pasaron por las tierras
de Gumiel, e hicieron la vega harina en el cortijo de don Pedro, a través del
camino de la dehesa de Mures, llegaron después al
cortijo de la Mesa. Y como siempre, han robado todos los frutos
colgados en las vigas de las cámaras, han esquilmado las
trojes dejándolas vacías de cereales, y en los saladeros no han
dejado ni la sal de los jamones ni una onza de tocino.- Replicaba el
corregidor cerrando los puños en señal de contención airada.
A-Siempre tienen la misma táctica de los salteadores
de caminos, déjese de monfíes ( eso es cosa de la lengua morisca),
puros bandoleros, almogávares, ladrones,-respondía en forma
lastimera y con la voz decaída Antón.
C-Pare, pare…Y lo malo es que han crecido y
se muestran muy enfurecidos y encanallados por la
derrota y pérdida de su refugio en la sierra de la
Alpujarra.
A- Mis fuentes me habían
dicho que habían cambiado mucho las
cosas de un tiempo acá en el reino de Granada Ya no se respetaba
la costumbre antigua y frecuente en otros lugares de
que “los autores de delitos se salvasen y estuviesen seguros en lugares de
señorío”.
C. No hubo más
remedio que hacerlo. Pues se consideraba que daba causa a más
delitos, favorecía a los malhechores, impedía el ejercicio de la
justicia, y no amparaba la autoridad a sus ministros y alguaciles.
Con estos inconvenientes, imitando a otros reinos, se
ordenó que los señores no acogiesen a estos asesinos en sus tierras.
A- Claro, está claro, pretendían matar dos
pájaros de un tiro; confiados en que bastaba sólo el nombre de
justicia para castigarlos allá donde quiera que anduviesen. Pero,
hasta que no promulgaron las nuevas ordenanzas,
se hicieron fuertes, porque se mantuvieron con sus
oficios en aquellos lugares, se multiplicaron y se casaron a
porrillo; también adquirieron pequeños terrenos, labraron la
tierra, y , en fin se dieron a una vida sosegada.
C-No fueron las cosas tan fáciles, porque le dieron un
nuevo apretón de tuerca, Antón. Y ya resurgió el rencor hacia los cristianos.
A- Ah, cuando les prohibieron la
inmunidad de las iglesias, dejándolo solo en un plazo de tres días….
C- Se volvieron muy tensas las relaciones
entre moriscos y cristianos. Y, además, una vez que les quitaron los refugios,
se quedaron desasistidos de protección y perdieron la
esperanza de seguridad. Ya no podían aguantar más, se dieron a vivir
por las montañas, alejados a todo lo que oliera a humano, y, como zorros
ocultos, se lanzaron a la primera presa que les salía al
encuentro.
A. Lo que dijimos, estos son los nietos de estos
lodos, de donde vienen estos barros, se dedican a saltear caminos,
robar y matar.
C. Antón, pero yo creo que la gota
que colmó el vaso, fue la llegada de las
cuadrillas de los alcaldes para reprimirlos.
A. –Algo he oído.
C. Pues fue algo así, Se dudó sobre
el tribunal al que le correspondía el castigo, si a los
señores, si a la audiencia, si a los eclesiásticos…todo por
el embrollo de jurisdicciones; correspondía a
los generales imponer estos castigos, como parte del
oficio de la guerra; pero, por ser negocio criminal, se puso en
manos de los alcaldes, sin excluir en parte al Capitán General.
A-
Y ahora comprendo, dióseles facultad para tomar a sueldo cierto número de gente
repartida con el nombre de cuadrillas, escasa para
asegurar la autoridad, y sin fortaleza para resistir a aquellos
salteadores.
C.-
Y estos son los resultados, Antón, pues se
unieron la flaqueza de provisión y la poca experiencia de
los ministros al descuido, la negligencia y el capricho en
impartir los castigos, y crecieron como setas en las montañas. Y
tan resistentes que no había fuerza alguna para exterminarlos.
A-
Y qué me dice de otros agravios y ofensas a sus leyes, haciendas y costumbres.
Además la Inquisición comenzó a apretarlos más de lo ordinario. Ya no podían
soportar más, porque El Rey les mandó dejar la habla morisca, y, con ella, el
comercio y comunicación entre sí; les quitó el servicio de los esclavos negros,
a quienes criaban con esperanzas de hijos, y el hábito morisco, en que tenían
empleado gran caudal, obligándolos a vestir castellano con mucha costa.
C.- Y
que las mujeres llevasen los rostros descubiertos y las casas, acostumbradas a
estar cerradas, estuviesen abiertas: lo uno y lo otro fue tan grave de sufrir entre
gente celosa. Se cuenta de que les mandaban tomar los hijos y
pasarlos a Castilla, les vedaron el uso de los baños, que
eran su limpieza y entretenimiento. Y en los primeros tiempos,
les prohibieron la música, cantares, fiestas, bodas, conforme a sus
costumbres, y cualesquier juntas de asueto y ocio
A-
Eso, es mi señor. . Y todo, me cuentan que “, sin guardia, ni provisión
de gente; sin reforzar presidios viejos o afirmar otros nuevos; y aunque los
moriscos estuviesen prevenidos de lo que había de ser; les hizo tanta
impresión, que antes pensaron en la venganza que en el remedio”.
C-Por
eso, le he solicitado a su escribano que lea las Ordenanzas Reales
sobre la Santa Hermandad. Y en ello se encuentra. Pues, mañana
mismo, que hay cabildo ordinario, a las ocho de la
mañana, estamos solicitando una provisión al Consejo Real para que
se dé orden a esta ciudad de que tenga alcaldes de la
hermandad. Y mientras tanto, escriba Antón.
A-Lo
hago:
C- Como veníamos diciendo, …los monfíes dejaron las tierras del cortijo de Pedro
Verdugo, donde no hicieron nada pues sus caseros y zagales tenían una lumbre
encendida al estar avisados por un zagal del cortijo de la Mesa
, y se dirigieron hacia el cortijo de propios
de la Cabeza del Carnero, y allí, golpearon a los
pastores llevándose unas cien cabras, algunas ovejas, que pastaban
por aquellos llanos; a continuación, se dirigieron al cortijo y
maniataron a sus labradores, uncieron unos bueyes a sus carretas y
se llevaron una piara de cerdos, para sacrificarlos por el camino, y todo lo
que pudieron colocar en las carretas
quesos, viandas, pajarería…Se encontraron varios
peregrinos que regresaban de los baños y les dieron una paliza para
que no declararan lo que habían visto; además les desvalijaron la capa de
herrezuelo y los pocos maravedíes que ocultaban en sus talegos. Incluso, se
enfrentaron a unos cazadores, lanzando algunos tiros de arcabuz y
dándoles a la huida. En un lagar, cercano a la Atalaya, recogieron
varios pellejos de torrontés, y dejaron el baladí y los malos vidueños.-y en
voz declamatoria el corregidor dictaba-. Por eso, que los vecinos se
cuiden de dar aviso a las autoridades si vieren movimiento en sus
predios, sus heredades o en las zonas de sierras y caminos, ya que la justicia
intervendrá de inmediato con los caballeros de la sierra, los alguaciles y la
tropa formada por las tropas de caballería de la ciudad, todos bajo mis
órdenes, distribuidos en formas de cuadrillas al mando de los regidores
comisionados.
A
-Ya me lo temía, señor, y sin embargo nos hemos quedado desasistidos para
recoger las denuncias, porque, de pocos años a esta parte, ha habido
mucha mudanza de los escribanos de este ayuntamiento por renuncia
que ha hecho de los oficios y otros por haber hecho ausencia de esta
ciudad; y, asimismo, se han proliferado ahora más causas para hacer
que lo que hasta ahora ha habido.
C.
Claro, piense que, por ser esta ciudad tan frontera de
este Reino de Granada, quedan tanto monfíes e salteadores por las
sierras y caminos, así de los enemigos como de otra gente perdida.
A.-
y a esto, hay que añadir a algunos de los mismos pueblos de la
Abadía, que son del malvivir e trato.
C
Por eso, Antón, resultan mucho daño en los viñedos y en las dehesas,
con hurtos de ganados, como son en vacas y yeguas e cabras, y lo que es más
nefasto las muertes de hombres; y, es mi obligación conferir
y poner en dicho remedio. Ea, llame a su señor Gome
Antón se acercó a la tienda de escribanía
de Gome, que acababa de realizar un minucioso informe sobre hechos acontecidos
en la abadía por los monfíes a lo largo de la última década
detallando asaltos a cortijos, robando en ventas y posadas de los caminos,
asesinando a caminantes, raptando a niños y hurtando a mano
armada todo lo que se encontraban. De inmediato, anduvo
varios pasos y se acercó al corregidor.
.Tras llegar Gome a la casa de la Justicia con todos
los folios bajo el brazo y y habiendo manifestado que
ponía a disposición del corregidor todos los informes requeridos para solicitar
la provisión l al Rey, le dijo el corregidor:
-Escribe, Gome, tras los informes
mencionados, propongo el acuerdo a esta ciudad " para
el servicio del Rey Nuestro Señor y en bien de la
República, que haya los alcaldes de la hermandad para
ayudar a la Justicia Ordinaria, y para que tengan limpia su tierra de
tanta gente perdida como anda por causa de la guerra, que estos dos años había
en este reino, y que los caminos y ventas estén seguros , que
las heredades estén guardadas, e no con tanto
daño como cada día se hace ”.
-Escrito
está.
-Hasta
mañana, a ver si nos podemos librarnos de las continuas amenazas.
Se fueron el escribano y el oficial, muy
de noche. Y Gome le manifestó a Antón que tenía un gran desasosiego que no
podía resolver. Le decía que era sobre la dama que se le cruzaba en
cualquier momento ante su pensamiento. Su oficial le dijo que le concertaría
una cita con La Comadre, para que le hiciera un conjuro en una cueva
de los Tajos.
-Don Gome, don Gome, te llama la viuda
de Cristóbal Romero.
-¿Qué quiere María García?-le pregunta
el escribano .
-Otro atropello de los monfíes.
-Me lo han comunicado sus
compañeros arrieros Antón Herrero y
Aparicio Espejo, que han encontrado depositado su mula y cuatro asnos en una posada del camino.
-¿ Ha sido un nuevo robo?
-¡Qué va! Mucho más. Han dado con los
huesos del marido de María García y se han llevado los vinos que llevaba a Almería por el camino del Almanzora.
-Vienen, con el poder de la viuda, para
que pueda recuperar los cinco bagajes, una mula y cinco asno. ¿Algo Más?
- El vino y las otras viandas ya estarán
en su es0magos
-Y yo pensando en el amor, Antón.
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