ima Trinidad, referimos que en 1570 fue un momento clave en la construcción del templo y convento. Su ampliación hacia la parte de la Carrera Vieja, el claustro y las nuevas habitaciones de las monjas y otras dependencias debieron ocupar un espacio fundamental. También, desde el punto de vista organizativo, no puede olvidarse que son momentos en los que las monjas adquieren la total autoridad del convento y ya no son asistidas por los frailes trinitarios. En su lugar, el al abad sustituido por el vicario, y los sacerdotes delegados son los que ejercen la potestad y el culto. Nos centramos en el testamento del licenciado y presbítero Francisco Martínez y Cano. Ligado con la familia de Hernán Cano, poseía el patronazgo de la segunda capilla del ala de la epístola, cuando se entraba a mano derecha (15 de mayo de 1570 ante Alonso de Castro, legajo 4588). Señalaba que estaba enterrados, su madre y sus hermanos Alonso y Francisco Cano y había fundada una memoria que se sufragaba con el tercio de los bienes. Por ella, con motivo de su enterramiento se obligaba que se dijeran las misas de réquiem y vísperas, así como otras dos misas, en las que se sufragara el pan, vino y cera por la intención de su alma. Además, pidió que se fijaran en la tabla del convento una serie de misas, (desgraciadamente el documento se encuentra deteriorado), a saber: cinco en San Agustín, 12 de los Apóstoles, 20 por las almas del Purgatorio(...) se obligaba a que se dijeran (no puede leerse todas, pero aparecen del ciclo de la Virgen como Natividad. Concepción o Expectación, Simón y Judas hasta 40 fiestas) sobre su sepultura en la que se debía hacerle un responso y encender un cirio en el Día de Todos los Santos, así como concederle dos fanegas de trigo. Se encuadraban todas en la memoria de su madre Gutierra Martínez, que dejó el patronato en su hija Catalina de Mendoza.
Entre sus bienes dejó unas casas, que solían ser alhoríes (de cebada), y de presente, bodegas y de la otra parte vivía su hermano Hernán Cano, con su corral y pozo, que dividió por la parte de la chimenea; aranzada y media en Cañuelo, y pedía que se reorganizaran para sacar una cantidad de 30.000, maravedíes para afrontar los gastos de la memoria. Proponía como patronos y administradores a los hijos de Hernán Cano por secuencia de edad para poseer la memoria y administración de bienes (Martín Cano, María y Cristóbal de Peralta).
Ante el mismo escribano Alonso de Castro, (legajo 4867, folios 723 y
732, 11 de septiembre de 1566) aparece el testamento de Francisco Martín Cano,
muy interesante sobre la misma capilla y el convento trinitario. Curiosamente, el
que catalogó el documento, escribió que era hijo de otro (Francisco Martínez) y
Quitería Martínez. Declara que sea enterrado en el arco de la segunda
capilla de nave de la mano derecha a la entrada de la puerta principal, donde
tenía su sepultura, "comenzada a edificar". Señala que sus tíos
Francisco Cano y Leonor López, mujer de Alonso Cano ordenaron que se construyera
una capilla y sacaron de sus bienes para realizarla y su
correspondiente enteramiento bajo este arco según las mandas de sus testamentos.
El propio Francisco Martín Cano se comprometía para que se terminara aportar
otra tercera parte de sus bienes. Pues su determinada voluntad siempre
ha sido y es que la determinada capilla se ponga e haga e se acabe en
toda perfección de manera que se pueda celebrar e decir misa e
que se ponga retablo sobre su altar". Ordenaba a sus
dos tíos que, luego que falleciere, continuara la obra hasta cubrir la dicha
capilla y ponerla a toda perfección con su peana de altar. Alude a la
aportación de las dos partes de sus familiares y la de sus bienes la liga
también con el retablo que describe en estos términos:
"Se haga un retablo que tenga la historia de la Natividad de Nuestra
Señora a una parte, y en medio un Crucifijo, en la otra parte, el descendimiento
de la Cruz, que, si oviere disposición, se pusiese en lo bajo la imagen de los
apóstoles san Simón y San Judas, e que así mismo el dicho retablo sea fecho a
costas de las tres partes", Si no se hacían la capilla y el retablo a costa
de las tres partes, las asumía en sus costes con las rentas de
todos sus bienes e insistía que estuviera acabada en toda perfección para que
la dicha capilla estuviera adornada y se pudiera decir misa.
En una de las cláusulas finales del testamento, reitera que se labre y
edifique la capilla y se pusiera el retablo tras pagar mandas y donaciones a
familiares. E insiste en el compromiso de las partes o de sus bienes en la
renuncia, y aporta el dato de 25 ducados que ya había pagado Miguel Sánchez
Vizcaíno en comenzar la capilla, poner una venera, y trae narria la piedra para
la capilla. Reserva como una obligación pagar los ornamentos de la capilla, y
lo hace para siempre jamás con la cantidad de 1.000 maravedíes. En to no se
hacía la capilla de su enterramiento establece una memoria anual de misas, que
las monjas deben cumplir y celebrar los clérigos que señalaran. mes de enero (Circuncisión),
febrero (purificación), marzo (circuncisión de Nuestra Señora, abril (San
Marcos), mayo San Felipe y Santiago), junio (San Juan Bautista), julio (La
Visitación y Santa Ana), agosto (Virgen de las Nieves, Asunción y
Transfiguración), septiembre (Natividad de la Virgen María), Octubre (san Simón
y Judas), noviembre (Presentación de la Virgen) y diciembre (Limpia Concepción).
Y un candelero con tres cirios y se diga misa de réquiem y responso en Día de
Todos los Santos y Difuntos y por el ánima de sus padres sobre su tumba. La
cera que sobrare se diga por las almas del purgatorio.
Alude a una memoria de su abuelo sobre una viña que mejoró en el Cañuelo y
unas casas linderas con las suyas, que comprendían dos alhoríes, uno
de cebada y una bodeguilla y cámara y que acrecentó con una parte de
corral y dejó para el capellán de la memoria.
Tras las mandas de cultos ordinarios de enterramiento (acompañamiento,
requién y vigilia) y misas de novenario de la Virgen, doce a los apóstoles, 33
de san Amador, cinco de San Agustín, Natividad, Circuncisión, Resurrección,
Epifanía, Santos Reyes y Transfiguración de Cristo. su alma (20), su padre (20)
, almas del purgatorio (100), su abuelo Martín Cano (300, estas en su sepultura
de Santo Domingo de Silos), la del acompañamiento de cera, cruz y pendón de las
cofradías de la Concepción, Veracruz y Santa Ana por ser hermano cofrade, la
cera del Santísimo Sacramento de las cinco iglesias, la redención de cautivos,
insiste en la dispensa de su madre citando un poco por alto a su padre
para que pueda disponer de sus bienes a la hora de afrontar sus intenciones
anteriormente manifestadas. Y declara como bienes.
-Unas casas en el Arrabal Nuevo, donde vivía con su bodega, pozo y corral y
una cámara que las cerraba por una pieza donde estaba su despensa, y
linderas con casas de la memoria de su abuelo Martín Cano y casas de
Diego Hernández de Tapia por la parte del corral y casas de Diego López de
Antequera, Diego Cano y dos calles reales (probablemente son las de ellos
Mesones y Lagares).
-Un cortijo con sus 300 fanegas de tierra, casa de teja, pajar y tinado en
el Villar de los Ballesteros, lindero con tierras de Gutiérrez de Padilla por
un lado hasta lo alto, con tierras de Pedro de Aranda Escavias por lo alto
hasta la hondonada, y allí con tierras del mismo y Pedro de Aranda Escavias y un
haza de Cristóbal de Frías. que estaba bajo sus majuelos hasta el arroyo.
Ordenaba que se colocaran mojoneras en lo alta en juego de herradura para
evitar discordias y en la parte baja con las hazas de Pedro de Frías, su
hermano Hernán Cano, Martín de Sorriego, precisando que esta parte de haza tenía
ocho fanegas. Por esta zona solicitaba el amojonamiento con tierras de García
Gallardo, cortijo de Pedro de Córdoba y alcantarilla de Puerto llano. Todos
sus bienes los ligaba en un vínculo que heredaban su hermano Hernán Cano y
María Cano, esposa del escribano Andrés de Aranda. Se acordó de la hija de
Hernán Cano si quería ser monja o dota de casamiento dejándole 300 ducados,
0tros 2.000 a su hermana María y 500 para la memoria.
CONCLUSIONES
Este testamento es muy interesante nos fija la fecha de las imágenes del Crucificado ( el recién restaurado de la Misericordia) posterior a 1566 en un moemento en el que la ciudad y la iglesia contrataba las imágenes a Jusepe de Burgos, Rodrigo de Figueroa y otros escultores granadinos como Diego de Aranda. Por lo que se disipa la atribución a Diego de Siloé, aunque participe de algunas de sus caracgterística que murió en 1563.
También, aporta nuevos datos sobre la construcción de la iglesia y sus capillas con la intervención de canteros como Miguel Sánchez Vizcaino, un maestro que comparte obra con los Bolívar.
Y amplia la historia de la capilla de los Canos tan ligados, patrones y devotos de la Santísma Trinidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario