EL BAHONDILLO
No siempre coincide la denominación ortográfica de la palabra
Bahondillo, se encuentra desde la forma Vaondillo o Vahondillo hasta la más
frecuente Bajondillo. Por esta forma, e encuentra en muchos pueblos malagueños
y cordobeses, donde suele ocupar un barrio cercano a la antigua ciudad
fortificada y descendiendo a la parte baja de la muralla, y, a veces fuera de
la muralla en el extrarradio. Muy curioso es este barrio de Bajondillo en
Torremolinos, un barrio testimonial que solo contaba unos sesenta vecinos hasta
el siglo XX, y hoy día, ha pasado de la actividad pesquera de sus miembros a la
actividad turística y hotelera, dándole una nueva fisonomía; según se desprende
de recientes investigaciones, una cueva neolítica, con el nombre del barrio
remonta su pasado a tiempos de los hombres de Piedra. El caso de Priego de
Córdoba se enmarca en tiempos de conquista, donde en el entramado de su villa
esta calle invita a un recorrido desde la Plaza de Santa Ana hasta el adarve,
donde la calle Real, muy frecuente en los barrios antiguos para marcar su
diseño geométrico, y la del Bajondillo se cruzan y entrecruzan en medio de
jazmines, enredaderas y portadas de casas blancas con macetas de geranios. Si
nos acercamos a nuestra provincia, Pegalajar, Rus y Martos, se encuentra esta
calle; y se frecuenta en los municipios de la Sierra Sur con una tipología muy
similar haciendo eco de su nombre: Valdepeñas,
Castillo de Locubin y Frailes mantienen o, al menos, recuerdan estos lugares
con calles de su nombre. Suele ser una vía que acerca a las partes bajas de los
pueblos, donde, en el caso del municipio frailero, pasó de las casas de retama
en torno a las huertas y el agua del río a la casa de labriegos.
Dentro del recinto fortificado de la
Mota, se distinguió el Bahondillo, una zona que se orientaba hacia el ocaso del
sol, el occidente, mirando las tierras que se encuentran entre las torres Dehesilla,
Gibralquite y de los Pedregales. Está claro que formaba un pequeño barrio
entre la antigua muralla de la torre de la Especería y la nueva muralla de
Santiago o del Aire. Si, por la parte oriental, el nombre del Albaicín del
cerro recuerda a la ciudad del Alhambra, por la zona opuesta y occidental el
aspecto de antros, cuevas, y de interior perdido y pétreo de las antiguas
viviendas transforma el cerro en un Sacromonte alcalaíno, una visita
ineludible. Donde la Mota pierde su identidad musulmana y cristiana, y se hace
prehistórica, donde la conquista del espacio vivencial se percibe por todos los
rincones.
El Bahondillo alcalaíno aparece
descrito en documentos y listas de padrones y censos con diversas formas y
grafías: Bahondillo, Vaondillo o Val del Hondillo. Comunicaba la parte noble de
la fortaleza y con el arrabal de la Puerta Nueva. Se extendía desde las
Caballerizas hasta la casa de Antonio López de Gamboa, rodeado del Palacio
Abacial, las murallas occidentales. Entre torres y cuevas, vecinos del acamo y
de oficios, de viudas y pobres de solemnidad. Y, en su interior, se distinguían
estos dos distritos bien definidos, el Bahondillo Bajo con viviendas de
caballeros arrendadas a las nuevas gentes y el Bahondillo Alto, con mansiones
de hombre de campo y bodegas del tráfico comercial del vino. Por un documento
de una carta dotal de principios del siglo XVI, el escribano Cristóbal Gallego
recogió los bienes esponsales entre Rodrigo Alonso de Espinosa con su esposa
Marina López, hija de Juan Martínez de Espejo. No fueron muy importantes,
solamente alcanzaban los 1.815 maravedíes entre joyas, bienes y alhajas. Pero
era muy interesante que se fijara la data y el lugar de la escritura que fija
el lugar del Bahondillo. Pues dice así:
A veces, la arqueología ofrece muy
buenas noticias, en este caso al dejar al descubierto el esqueleto de la
ciudad, convierte la Roca del Ándalus en la belleza de la esencia de un cerro,
que desnudaba y dejaba al descubierto las partes íntimas del cuerpo humano, en
este caso, de la ciudad fortificada.
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