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miércoles, 26 de mayo de 2021

PONER EN UN BRETE

 




 

 

 

PONER EN UN BRETE

 

¡Cuántas veces hemos empleado la  expresión poner en brete a alguien! En numerosas ocasiones las hemos utilizado para poner en apuro o en una situación embarazosa o comprometida a una persona; para sacarle los colores ante el personal por haber cometido una mayúscula metedura de pata. Sin embargo, esta frase puede ser recíproca pues podemos poner en brete a uno o , a la inversa, nos pueden poner en un brete. En cualquier momento, nos puede ocurrir. Es como el zasca de las redes virtuales que se no echa en cara y nos corta la respiración.

Pero, el brete es una palabra que no se remonta a nuestra lengua madre, sino que asciende al tiempo de la le lengua gótica que procede del alemán antiguo “bret” (tabla o trampa). Y en este en contexto nos la hemos encontrado en un escribano del siglo XVI, Gregorio Marín , a principios de enero  1599, aludía a  al cepo o prisión estrecha de hierro que se ponía a los reos en los pies para que no pudiera huir , y, al mismo tiempo se cerraba con una llave por parte del carcelero. Lejos están otras acepciones como el reclamo para cazar aves del siglo anterior; o el que defiende Covarrubias como el potro en el que se daba tormento a los delincuentes.

 

Coincide  con la definición de la  RAE que  relaciona sta frase hecha  como «Aprieto sin efugio o evasiva«, mientras que la palabra brete, la que dio lugar a la expresión, significa «Cepo o prisión estrecha de hierro que se ponía a los reos en los pies para que no pudieran huir».

El documento alcalaíno se encuadra en la  cárcel pública  de la ciudad de Alcalá, , donde acudieron el escribano mencionado y el regidor don Alonso de Quesada, yerno de un renombrado propietario Pedro Hernández de Jaén que regentaba las tenerías, el mesón y las tintorerías de la Tejuela, además de propiedades agrícolas. Este quería dar acto de fe de que el juez de comisión real el licenciado Heras Ortiz, había metido presos en la cárcel a sus cuñados Juan y Cristóbal Méndez Zamora al levantarle una querella por ciertas palabras en ausencia, aplicando la acción del licenciado alcalde mayor Matías de  Cañete.  Dice el documento que el juez tenía preso a su cuñado en un calabozo de la dicha cárcel metido en un brete, y con un par de grillos . Pero la situación resultaba más embarazosa, porque el alguacil  del dicho juez cogió la llave del dicho brete y se la llevó a Granada, donde es ydo con el dicho juez y tiene  puestas guardas a Juan Zamorano Méndez, también regidor,  en la iglesia y tenía preso a su mismísimo suegro Pedro Hernández de Jaén  hasta que otorgara una fianza , de daños y perjudicial de las suya hacienda hasta que  pague los salarios de los guarda que puso a el dicho Cristóbal Méndez en la cárcel  y hasta que entregue el título de regimiento”. Pero no se quedó el caso en sus familiares sino que el propio don Alonso , estando ayer de partida para Madrid, que iba a defender  los dichos presos y pedir justicia acerca de los dichos agravios y aviéndose echado voz por la ciudad que partía para el dicho efecto , el dicho juez le mandó prender y poner en la cárcel pública de esta ciudad, donde a el presente está, y esta es causa y ocasión para que los susodichos padezcan  y queden indefensos  y ansi para acudir a el dicho Consexo de Madrid . Y para dar testimonio de todo ello, levantó el acta el escribano firmándolo los testigos Alonso García Márquez, Hernán López de Rojas y Hernán Pérez de Jerez.

Como era frecuente en estos pleitos, se envolvían en una serie de enredos judiciales, pues los acusados no comprendían que  se encontraran metidos en este brete , en el mejor sentido de la palabra, pues  los habían apremiado embragándoles sus bienes ante el depositario municipal y a las personas que le debían deudas  para pagar los salarios del servicio de vigilancia. Se cita, en concreto que los salarios de los guardas , por cierto clientes del juez inquisidor,  que había alargado a más de 20 días la prisión , y les solicitaba 800 maravedíes cada día por su guarda, clientes del mismo juez . Daba, en este caso, testimonio el rector del Hospital del Dulce Nombre de Jesús donde se encontraba la iglesia del encerramiento de Juan Zamorano. 

Cristóbal no solo reflejaba la situación de estar metido físicamente en el brete cuando  le declaraba al escribano los enredos ocasionados por el juez de comisión  ante los propios testigos, sino que quería meter en una brete en el sentido simbólico de la frase al acusar al juez de las connivencias y complicidades que mantenía con el escribano Fulano Heredia, el procurador y el alguacil en complot para levantar el sumario del juicio sin abrir a las partes implicadas un interrogatorio sabiendo las preguntas redactadas.  El propio padre se lamentaba del abuso, pues había pagado todas las primeras sentencias del juicio, y ahora le reclamaban el suelo de los guardas. El asunto quería meter en  brete al propio juez, pues, en verdad sabemos que esta familia de los Zamoranos eran representantes de una nueva clase social, nacida por el comercio, la artesanía y las nuevas haciendas, que había alcanzado los cargos municipales en contra de las élite local, de sangre hidalga, y disentían de las nuevas élites al no considerarlas de ilustre linaje.

 

Actualmente, proliferan particularmente las situaciones de poner en brete a los miembros de nuestro entorno, y, sobre todo, la visualizamos en todo tipo de escenarios, sobre todo sociales, económicos y políticos. Recuerdo recientemente, un pino del paraje del parque periurbano de los Llanos, que había plantado por los años noventa del siglo pasado. Me sentía orgulloso de que parecía tener más salud en su savia que el resto de los que se trasplantaron desde el Arrabal Viejo para repoblar aquel paraje árido y seco de piedra caliza entre peñascales y alacranes, donde los vecinos del barrio de la Verónica actualmente disfrutan de sus pistas de petanca y de sus merenderos. Aquel pino era el brete que cazó la lectura de un mensaje oficial que aludía a que nunca se había clareado los pinos del Arrabal de Santo Domingo. Lo castigó con ese instrumento de apresamiento de la verdad,  pues la verdad  es la verdad, lo diga quien lo diga, Agamenón o su porquero. En este caso, no le pusieron un brete, se metió en un brete.

 

 

 

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