PONER EN UN
BRETE
¡Cuántas veces hemos empleado
la expresión poner en brete a alguien!
En numerosas ocasiones las hemos utilizado para poner en apuro o en una
situación embarazosa o comprometida a una persona; para sacarle los colores
ante el personal por haber cometido una mayúscula metedura de pata. Sin
embargo, esta frase puede ser recíproca pues podemos poner en brete a uno o , a
la inversa, nos pueden poner en un brete. En cualquier momento, nos puede
ocurrir. Es como el zasca de las redes virtuales que se no echa en cara y nos
corta la respiración.
Pero, el brete es una palabra que no
se remonta a nuestra lengua madre, sino que asciende al tiempo de la le lengua gótica
que procede del alemán antiguo “bret” (tabla o trampa). Y en este en
contexto nos la hemos encontrado en un escribano del siglo XVI, Gregorio Marín
, a principios de enero 1599, aludía
a al cepo o prisión estrecha de hierro
que se ponía a los reos en los pies para que no pudiera huir , y, al mismo
tiempo se cerraba con una llave por parte del carcelero. Lejos están otras
acepciones como el reclamo para cazar aves del siglo anterior; o el que
defiende Covarrubias como el potro en el que se daba tormento a los
delincuentes.
Coincide con la definición de la RAE que relaciona sta frase hecha como «Aprieto sin efugio o evasiva«,
mientras que la palabra brete, la que dio lugar a la expresión,
significa «Cepo o prisión estrecha de hierro que se ponía a los reos en
los pies para que no pudieran huir».
El documento alcalaíno se encuadra en la cárcel pública
de la ciudad de Alcalá, , donde acudieron el escribano mencionado y el
regidor don Alonso de Quesada, yerno de un renombrado propietario Pedro Hernández
de Jaén que regentaba las tenerías, el mesón y las tintorerías de la Tejuela, además
de propiedades agrícolas. Este quería dar acto de fe de que el juez de comisión
real el licenciado Heras Ortiz, había metido presos en la cárcel a sus cuñados Juan y Cristóbal
Méndez Zamora al levantarle una querella por ciertas palabras en ausencia,
aplicando la acción del licenciado alcalde mayor Matías de Cañete. Dice el documento que el juez tenía preso a
su cuñado en un calabozo de la dicha cárcel metido en un brete, y con un par de
grillos . Pero la situación resultaba más embarazosa, porque el
alguacil del dicho juez cogió la
llave del dicho brete y se la llevó a Granada, donde es ydo con el dicho juez y
tiene puestas guardas a Juan Zamorano Méndez,
también regidor, en la iglesia y tenía
preso a su mismísimo suegro Pedro Hernández de Jaén hasta que otorgara una fianza , de daños y perjudicial
de las suya hacienda hasta que pague los
salarios de los guarda que puso a el dicho Cristóbal Méndez en la cárcel y hasta que entregue el título de regimiento”.
Pero no se quedó el caso en sus familiares sino que el propio don Alonso ,
estando ayer de partida para Madrid, que iba a defender los dichos presos y pedir justicia acerca de
los dichos agravios y aviéndose echado voz por la ciudad que partía para el
dicho efecto , el dicho juez le mandó prender y poner en la cárcel pública de
esta ciudad, donde a el presente está, y esta es causa y ocasión para que los
susodichos padezcan y queden indefensos y ansi para acudir a el dicho Consexo de Madrid
. Y para dar testimonio de todo ello, levantó el acta el escribano firmándolo
los testigos Alonso García Márquez, Hernán López de Rojas y Hernán Pérez de Jerez.
Como era frecuente en estos pleitos, se envolvían en una serie de enredos judiciales, pues los acusados no comprendían que se encontraran metidos en este brete , en el mejor sentido de la palabra, pues los habían apremiado embragándoles sus bienes ante el depositario municipal y a las personas que le debían deudas para pagar los salarios del servicio de vigilancia. Se cita, en concreto que los salarios de los guardas , por cierto clientes del juez inquisidor, que había alargado a más de 20 días la prisión , y les solicitaba 800 maravedíes cada día por su guarda, clientes del mismo juez . Daba, en este caso, testimonio el rector del Hospital del Dulce Nombre de Jesús donde se encontraba la iglesia del encerramiento de Juan Zamorano.
Cristóbal no solo reflejaba la situación de estar metido físicamente
en el brete cuando le declaraba al escribano los
enredos ocasionados por el juez de comisión
ante los propios testigos, sino que quería meter en una brete en el
sentido simbólico de la frase al acusar al juez de las connivencias y complicidades
que mantenía con el escribano Fulano Heredia, el procurador y el alguacil en
complot para levantar el sumario del juicio sin abrir a las partes implicadas un
interrogatorio sabiendo las preguntas redactadas. El propio padre se lamentaba del abuso, pues
había pagado todas las primeras sentencias del juicio, y ahora le reclamaban el
suelo de los guardas. El asunto quería meter en
brete al propio juez, pues, en verdad sabemos que esta familia de los Zamoranos
eran representantes de una nueva clase social, nacida por el comercio, la artesanía
y las nuevas haciendas, que había alcanzado los cargos municipales en contra de
las élite local, de sangre hidalga, y disentían de las nuevas élites al no considerarlas
de ilustre linaje.
Actualmente, proliferan particularmente las
situaciones de poner en brete a los miembros de nuestro entorno, y, sobre todo,
la visualizamos en todo tipo de escenarios, sobre todo sociales, económicos y
políticos. Recuerdo recientemente, un pino del paraje del parque periurbano de
los Llanos, que había plantado por los años noventa del siglo pasado. Me sentía
orgulloso de que parecía tener más salud en su savia que el resto de los que se
trasplantaron desde el Arrabal Viejo para repoblar aquel paraje árido y seco de
piedra caliza entre peñascales y alacranes, donde los vecinos del barrio de la
Verónica actualmente disfrutan de sus pistas de petanca y de sus merenderos. Aquel
pino era el brete que cazó la lectura de un mensaje oficial que aludía a que nunca se
había clareado los pinos del Arrabal de Santo Domingo. Lo castigó con ese
instrumento de apresamiento de la verdad,
pues la verdad es la verdad, lo
diga quien lo diga, Agamenón o su porquero. En este caso, no le pusieron un
brete, se metió en un brete.
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