TENER LA
MOSCA EN LA OREJA
Allá por el 1590, un escribano
describiendo un mulo en una venta lo señalaba con esta variante de "Tener
la mosca en la oreja". Sin embargo estamos acostumbrados a
decir “tener la mosca detrás de la oreja”, siempre que nos zumban los
oídos. Una señal que nos alerta como si
nos previniera de algo o estuvieran hablando de nosotros. Y aún más,
cuando estamos atentos que nos suceda algo por algún
imprevisto dentro de lo pronosticado y nos coja desprevenidos.
La mayoría de la persona se declinan en que esta expresión se basa
en el molesto zumbido que causa una mosca cuando anda
revoloteando a nuestro alrededor y activamos el estado de alerta para poder
darle caza. Sin embargo no coincide esta creencia popular que vinculaba
al insecto con el dicho, en realidad nada tiene que ver.
Esta mosca no alude a un insecto,
esta ‘mosca’ se relaciona con la ‘mecha’. Se
utilizaba a partir del siglo XVI para encender
el arcabuz y hacerlo disparar. En operaciones de tiro, el soldado
o cazador provisto de esta arma de fuego, el conocido arcabucero, usaba y
apagaba la mecha, y a continuación se la colocaba sobre la oreja.
En esta posición de la ‘mosca’ el arcabucero se ayudaba a tenerla
fácilmente localizada en caso de necesidad y echar rápidamente mano de ella.;
de ese gesto viene la connotación de que se aplicase al hecho de estar
atento y prevenido.
Pero mira por donde que, en el escribano
citado, aparece el alcaide Pedro de Pineda comprando a los tratantes y
mercaderes granadinos de mulos Miguel Díaz y
Julián Rodríguez una mula galiciana (o sea las famosas gallegas) de
color negra cerril sacada de manada y de tres años de edad, "que
tienen una mosca en la oreja izquierda”. Por lo tanto esta mosca no debió relacionarse con el insecto díptero y
doméstico, sino con la Cuerda retorcida o cinta tejida hecha de filamentos combustibles, generalmente de algodón, que se pone en las piqueras o mecheros de algunos aparatos del alumbrado y dentro de las velas y bujías. Ni con la porción de hilas atadas por en medio, que se emplea para la curación de enfermedades externas y operaciones quirúrgicas, ni con la cuerda de cáñamo que servía para prender la carga en las antiguas armas de fuego. Estas
acepciones nos hacen comprender perfectamente tanto las expresiones a
toda mecha (con gran rapidez),
Como aguantar alguien la mecha, (Sufrir o sobrellevar resignado una reprimenda, contrariedad o peligros) y
perfectamente picarle a alguien la mosca (Sentir o venirle a la memoria una idea que lo inquieta, desazona y molesta.) o las más frecuentes
por si las moscas (por si acaso, por lo que pueda suceder). O la más
frecuente qué mosca te, le, os, etc., ha, o habrá,
picado exprsión coloquial para inquirir la causa o motivo de un malestar, desazón, mal humor, etc., considerados inoportunos por quien pregunta. O la más conocida y
empleada tener la mosca en, o detrás
de, la oreja (Estar escamado, sobre aviso o receloso de algo).
En nuestro caso "Tener la
mosca en la oreja” acoge la
acepción o variante léxica tener una mecha de pelo de color distinto en la
oreja que lo distinguía del color negro de toda la piel del caballo,
Probablemente sería blanco, y lo que le distinguía.
y lo caracterizaba, resaltaba y agudizaba la fijación para seleccionarlo
entre otros caballos. Había que estar lúcidos para comprar aquel caballo
y así lo hizo Pedro de Pineda con ojo avizor ante los tratantes o correores
granadinos. Así no le vendían "conejo por liebre”, ni pelo por
pólvora.
En este tiempo que se vaticina
después del coronavirus, viene muy a
propósito esta expresión tanto en su acepción alcalaína como en la más
generalizante. Por esta segunda acepción semántica este periodo, nos ha
convertido a los humanos en seres de las tres uves. Somos y nos hemos sentido vulnerables,
estamos vinculados unos a otros y dependemos con los lazos de estar
entroncados en una comunidad, y debemos ser vigilantes, o lo que es lo
mismo responsables para cuidar de la vulnerabilidad de otros ejerciendo la
libertad de un modo dependiente o respetuoso. Nos debemos poner la mosca en la oreja de las tres uves para
distinguir y separar los antiguos malos hábitos que destruían la naturaleza, la
convivencia y al ser humano. Por eso es bueno, que nos pongamos esta mecha y da
igual en la izquierda o la derecha. Lecciones no tenemos que dar, las hemos
recibido muchos en nuestras carnes.
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