PEDRO DE
ARANDA O DE ALCALÁ, MAESTRO ALCALÁINO MAYOR DE OBRAS EN MURCIA |
Si, a las primeras de cambio, nombran a Pedro Monte de
la Isla, cualquier alcalaíno se queda completamente sorprendido e. incluso,
pasa de largo por la biografía de este personaje. Además, en otros momentos
debió llamarse Pedro de Aranda y de Alcalá, cosa que hasta cierto punto era
lógica cuando no estaba regularizada la denominación de los apellidos de las
personas. Pero, muchos historiadores alcalaínos y algunos críticos de Arte
reconocieron hace tiempo la valía a este artista comentando y resaltando su
contribución al Renacimiento en el reino de Murcia. Cristóbal Belda Navarro y
Elías Hernández Albadalejo, historiadores de Arte de Murcia, lo consideran hijo
de Alcalá la Real.
Sin embargo, no debe pasar por baladí que su
formación tuviera lugar en tierras de la Abadía,
donde dejó su huella en Priego de Córdoba y en ciudad de la fortaleza de la
Mota Pedro de Alcalá es un maestro de obras desconocido
en las obras del territorio abacial de Alcalá la Real. Y fue nada menos maestro
de obras de las iglesias de Priego de Córdoba, vecino de esta ciudad,
disfrutando de la confianza del abad Andrés de Bobadilla (1577-1582) y trabajó
en varias obras del territorio abacial por los años setenta y ochenta del siglo
XVI encomendadas por la autoridad abacial de la ciudad de su vecindad y de la
iglesia de San Pedro de Castillo de Locubín supervisando al maestro Juan de
Bolívar. También, intervino en las obras de las Casas del Cabildo Municipal
enlenzando el edificio municipal con la capilla del Deán, una parte de cuerpo
alto.
EL CONVENTO DE LA TRINIDAD DE ALCALÁ LA REAL
En 1580, trabajó en el convento trinitario de Nuestra
Señora de los Remedios (Alonso Ramírez de Jamilena, 4573 folio 49 y 50, tres de
enero de este año). Ante este escribano firmaron un documento de concierto
Pedro de Aranda (Pedro de Aranda Monte, Pedro Monte de la Isla, Pedro Monte), Miguel de
Bolívar y Miguel de Acorda (Miguel de Azcoitia). Aparecía Pedro de Aranda como
vecino de Priego de Córdoba y estante en Alcalá la Real lo mismo que los otros
dos maestros de obras de cantería lo eran de la ciudad de la Mota.
Se habían comprometido los dos
últimos a realizar cierta obra de tapiería del convento de acuerdo con las
condiciones y trazas firmadas con la priora y monjas. Pero, estas expusieron
ante el abad don Andrés de Bobadilla que no habían cumplido el convenido de 18
reales y medio por tapia construida y llamaron para inspeccionarlo a Pedro de
Aranda y tasarse. Y este se comprometió a realizarla mejor y a toda perfección
según las condiciones y, además añadía que realizaba la traza y el dibujo de la
portada, campanario, ventana y otras portadas y gradas de la portada principal.
El nuevo acuerdo se fijaba en dar la mitad de la obra por perdida y y a cargo
de Pedro de Alcalá y la otra mitad a cargo de los otros maestros. También
rebajaban dos reales a la obra y se comprometían en llevarla a cabo los tres
maestros y dejarla en 16, y dar dos reales a los oficiales y asentadores de las
piedras de los Llanos. El propio Pedro de Aranda se comprometía a realizarla o
en su nombre el Maestro Martín González.
Dos años después prosiguió la obra del convento y
continuaban Bolívar y Alcorda de maestros de obra y contrataban la piedra a
Diego Hernández, hijo de Pedro Diaz. Este se comprometía a sacar de la cantera
de los Llanos toda la piedra de cantería de tres galgas comunes, parando la
entrega en sillares a once maravedíes / la vara, y continuando la saca de
piedra en basto para las nuevas dependencias y templo del convento. La debía
sacar de la cantera y puesta para cargarla, a lo que también ayudaba y se
tasaba conforme se fuera sacando y se le pagaba de la misma manera, de modo que
recibía como anticipo cuatro ducados para emprender la tarea (legajo del
escribano Pedro Contador Legajo 4781, 11 de septiembre de 1682).
Después de este
tiempo, con el nombre de Pedro de Aranda o de Alcalá, trabajó en la diócesis de
Murcia, en la Casa del Corregidor de Lorca y en el Palacio del Contraste
de Murcia.
El
claustro del convento de las Mercedarias y el Palacio del Contraste son dos
muestras de su visión arquitectónica en la capital murciana, sin olvidar su
aportación al mundo del retablo, junto con el granadino Juan Sánchez, que por
el mismo tiempo acudieron a la región de la Huerta para realizar muchas obras
de ornamentación en templos y palacios. Y no sólo destaca su presencia, sino la
alta cualidad de su obra como puede todavía palparse en la Casa del Corregidor
de la ciudad de Lorca, donde a las grandes arcadas que conformaban el espacio
de corredores o ampliaban la distribución de las plantas, se añadía la labor de
ser un sobresaliente escultor a la hora de tallar escudos o elementos
decorativos impregnados de la técnica renacentista.
Se
sabe que su obra se extendió a otros puntos lejanos de España, y no era de
extrañar que se reclamara como veedor de obras de otros artistas para dar su
parecer o su proyecto como en la catedral de Guadix a finales del siglo XVI.
Incluso su prestigio le condujo a proyectar edficios y plazas o diseñar
retablos, Y, aún más, en las Islas Canarias aparece como el
contratista de unos canales de la ciudad de la Laguna en 1626.
Pedro Monte de la Isla no figura entre los famosos
alcalaínos ni se le nombra salvo en círculos muy determinados, no fue agraciado
con la suerte de Martínez Montañés o, recientemente, con la de Pablo de Rojas.
Pero, fue un artista que abrió su arte a las fronteras de otras tierras que le
reconocieron sus valores artísticos y le recompensaron con la
contratación de sus obras y con el prestigio del reconocimiento de su labor de
altura.
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