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domingo, 9 de mayo de 2021

EN LA SEMANA DEL PERIÓDICO JAÉN. PEDRO DE ARANDA O PEDRO DE ALCALÁ.

 





 PEDRO DE ARANDA O DE ALCALÁ, MAESTRO ALCALÁINO MAYOR DE OBRAS EN MURCIA

 

Si, a las primeras de cambio, nombran a Pedro Monte de la Isla, cualquier alcalaíno se queda completamente sorprendido e. incluso, pasa de largo por la biografía de este personaje. Además, en otros momentos debió llamarse Pedro de Aranda y de Alcalá, cosa que hasta cierto punto era lógica cuando no estaba regularizada la denominación de los apellidos de las personas. Pero, muchos historiadores alcalaínos y algunos críticos de Arte reconocieron hace tiempo la valía a este artista comentando y resaltando su contribución al Renacimiento en el reino de Murcia. Cristóbal Belda Navarro y Elías Hernández Albadalejo, historiadores de Arte de Murcia, lo consideran hijo de Alcalá la Real.

Sin embargo, no debe pasar por baladí que su

formación tuviera lugar en tierras de la Abadía, donde dejó su huella en Priego de Córdoba y en ciudad de la fortaleza de la Mota Pedro de Alcalá es un maestro de obras desconocido en las obras del territorio abacial de Alcalá la Real. Y fue nada menos maestro de obras de las iglesias de Priego de Córdoba, vecino de esta ciudad, disfrutando de la confianza del abad Andrés de Bobadilla (1577-1582) y trabajó en varias obras del territorio abacial por los años setenta y ochenta del siglo XVI encomendadas por la autoridad abacial de la ciudad de su vecindad y de la iglesia de San Pedro de Castillo de Locubín supervisando al maestro Juan de Bolívar. También, intervino en las obras de las Casas del Cabildo Municipal enlenzando el edificio municipal con la capilla del Deán, una parte de cuerpo alto. 

 

EL CONVENTO DE LA TRINIDAD DE ALCALÁ LA REAL

 

En 1580, trabajó en el convento trinitario de Nuestra Señora de los Remedios (Alonso Ramírez de Jamilena, 4573 folio 49 y 50, tres de enero de este año). Ante este escribano firmaron un documento de concierto Pedro de Aranda (Pedro de Aranda Monte, Pedro Monte de la Isla, Pedro Monte), Miguel de Bolívar y Miguel de Acorda (Miguel de Azcoitia). Aparecía Pedro de Aranda como vecino de Priego de Córdoba y estante en Alcalá la Real lo mismo que los otros dos maestros de obras de cantería lo eran de la ciudad de la Mota.

     Se habían comprometido los dos últimos a realizar cierta obra de tapiería del convento de acuerdo con las condiciones y trazas firmadas con la priora y monjas. Pero, estas expusieron ante el abad don Andrés de Bobadilla que no habían cumplido el convenido de 18 reales y medio por tapia construida y llamaron para inspeccionarlo a Pedro de Aranda y tasarse. Y este se comprometió a realizarla mejor y a toda perfección según las condiciones y, además añadía que realizaba la traza y el dibujo de la portada, campanario, ventana y otras portadas y gradas de la portada principal. El nuevo acuerdo se fijaba en dar la mitad de la obra por perdida y y a cargo de Pedro de Alcalá y la otra mitad a cargo de los otros maestros. También rebajaban dos reales a la obra y se comprometían en llevarla a cabo los tres maestros y dejarla en 16, y dar dos reales a los oficiales y asentadores de las piedras de los Llanos. El propio Pedro de Aranda se comprometía a realizarla o en su nombre el Maestro Martín González.

Dos años después prosiguió la obra del convento y continuaban Bolívar y Alcorda de maestros de obra y contrataban la piedra a Diego Hernández, hijo de Pedro Diaz. Este se comprometía a sacar de la cantera de los Llanos toda la piedra de cantería de tres galgas comunes, parando la entrega en sillares a once maravedíes / la vara, y continuando la saca de piedra en basto para las nuevas dependencias y templo del convento. La debía sacar de la cantera y puesta para cargarla, a lo que también ayudaba y se tasaba conforme se fuera sacando y se le pagaba de la misma manera, de modo que recibía como anticipo cuatro ducados para emprender la tarea (legajo del escribano Pedro Contador Legajo 4781, 11 de septiembre de 1682).

 

 

 Después de este tiempo, con el nombre de Pedro de Aranda o de Alcalá, trabajó en la diócesis de Murcia, en la Casa del Corregidor de Lorca y en el Palacio del Contraste de Murcia.

El claustro del convento de las Mercedarias y el Palacio del Contraste son dos muestras de su visión arquitectónica en la capital murciana, sin olvidar su aportación al mundo del retablo, junto con el granadino Juan Sánchez, que por el mismo tiempo acudieron a la región de la Huerta para realizar muchas obras de ornamentación en templos y palacios. Y no sólo destaca su presencia, sino la alta cualidad de su obra como puede todavía palparse en la Casa del Corregidor de la ciudad de Lorca, donde a las grandes arcadas que conformaban el espacio de corredores o ampliaban la distribución de las plantas, se añadía la labor de ser un sobresaliente escultor a la hora de tallar escudos o elementos decorativos impregnados de la técnica renacentista.

Se sabe que su obra se extendió a otros puntos lejanos de España, y no era de extrañar que se reclamara como veedor de obras de otros artistas para dar su parecer o su proyecto como en la catedral de Guadix a finales del siglo XVI. Incluso su prestigio le condujo a proyectar edficios y plazas o diseñar retablos, Y, aún más, en las Islas Canarias aparece como el contratista de unos canales de la ciudad de la Laguna en 1626.

Pedro Monte de la Isla no figura entre los famosos alcalaínos ni se le nombra salvo en círculos muy determinados, no fue agraciado con la suerte de Martínez Montañés o, recientemente, con la de Pablo de Rojas. Pero, fue un artista que abrió su arte a las fronteras de otras tierras que le reconocieron sus valores artísticos y le recompensaron con la contratación de sus obras y con el prestigio del reconocimiento de su labor de altura. 


 



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