Miguel Muñoz el Viejo vivó en el barrio de los Mesones, muy cercanos al monasterio de la Santísima Trinidad. Por eso, estaba muy ligado a este convento, en él quiso ser enterrado y fundó una memoria con las monjas en su templo. Se encontraba de priora doña Violante Vivero en 1598 y concertó con Miguel Muñoz, vecino de la ciudad, un contrato muy frecuente por aquellos tiempos (legajo 4743 298 y ss). Este se comprometía a donar 106.000 maravedíes de un censo, y, en recompensa, recibía “se le dé un arco en la iglesia con dos sepulturas junto a él, que se diga la misa mayor de todos los domingos del año por su intención.
Se pidió licencia al abad
Alonso de Mendoza, que dio permiso tras recabar opinión del cura mayordomo del
convento el cura Juan Jiménez, el presbítero Juan de Villalobos, y el vecino
Luis de Novoa Gallego. Se situaba su ubicación en concreto en un arco que está en la dicha iglesia a la
entrada de la Puerta que sale a la calle Real a Mano izquierda que es donde
presente está un crucifijo y porque además de este arco ha de tener el derecho
de sepulturas. En otros lugares se dice que es la calle que viene de los
Mesones como se entra a mano izquierda cerca de la dicha puerta y arrimado
donde está en el hecho un frontal rojo carmesí que tiene sin un Cristo que oy
está el cual a de quedar por el dicho monasterio.
Por este tiempo el convento
firmó otras memorias de misas, una con Juan Vázquez Mesía para la misa del
amanecer de todos los días, y otra con el famoso cerrajero y herrero Andrés del
Moral para el día de San Andrés.
Para afrontar los gastos, en 26
de febrero de 1598 Miguel Muñoz otorgó dos censos que coincidía con total del enterramiento.
Uno contra el jurado Alonso Ruiz Morón en la cantidad de 84.000 maravedíes, y
el otro contra Juan Ramos 20.944 maravedís (legajo 4743 folio 43 y sus) para
pagar cera, inciso y otras cosas, así como el capellán y ministros que le
acompañaran, poner el altar limpio t y reparado por sucesores con sus ornamentos,
entre ellos un frontal carmesí. Las monjas se obligaban, a su vez, a dedicar
por su alma la misa conventual de todos los domingos del año con cuatro velas,
otras solemnidades y esposo posterior a la misa sobre su tumba y el día de San
Miguel con su Víspera con su misa cantada.
Y se ubica el sitio de la
sepultura en otro lugar del que se le concedió " junto a la puerta alta de la iglesia". Pues se justificaba de la
siguiente manera el cambio " precediendo licencia de V.S, y con parecer de las
monjas y discretas de este convento, y ahora por algunas causas justas
quiere el dicho Miguel Muñoz e a pedido se le dé otro arco en la pared de la
iglesia junto a él torno que está por labrar y que él labrará a su costa
y que él dejara el arco labrado que se le ha dado junto a la puerta para el
convento como lo era antes que se le diese y, en esto, el convento es
aprovechado e resulta en su utilidad, suplica se le dé licencia para que las
monjas y el convento puedan precediendo sus tratados e siendo cosa útil hacer
la dicha permuta y otorgar título a el dicho Miguel Muñoz en forma bastante
para su firmeza e para escritura". A 28 de julio de 1598, el abad don Alonso
de Mendoza aprobaba la petición y recogía la petición en los mismos términos,
que refrendaba en el cabildo de las monjas de doce de agosto de 1598
celebrado en el locutorio presididas por la mencionada priora y la presencia de
Beatriz de san Francisco, Juana Bautista de Lara, Leonor de Gadea, doña Isabel
de Carmona y doña María de Cabrera. Y se especifica en la obligación " de que se diese un
arco y enterramiento para poder hacer altar y enterrarse él y sus difuntos y se
le dijese todos los domingos del año que es ya conventual, que él se dice y se
le dijese otra fiesta de San Miguel, y por ser esto útil al dicho monasterio se
la acepto” y se aprobó la
permuta del arco junto a
la puerta alta de la dicha iglesia con el güeco de él y dos sepulturas
colaterales y se ficieron de él ". Y justificaba la permuta por querer hace más limosna
al monasterio y concreta el enterramiento " se ubique en la pared del
claustro y capítulo donde de presente está el torno para el
servicio de la sacristía y confesionario tomándose desde el dicho
torno bajo , que quede entre el arco y el que tienen los herederos de
Barrera donde se pueda , quedando compás para volver a hacer el dicho confesionario
, y que en esta pared haga el arco a su costa y perdición el gueco
con la anchura en el mesmo enterramiento todo lo que tomare el güeco con
dos sepulturas más lo que vengan asidas del alto abaxo en quadro, y porque
en esto se sigue más notable beneficio al dicho monasterio por estar l
dicha pared destroçada por ser bieja y de antiguo edificio y reparo , el
dicho monasterio no puede acudir por tener obras más precisas y queda con
esto asigurada y se adorna la iglesia con otro nuebo altar del dicho Miguel
Muñoz, ha de poner retablo con la imaxen de Nuestra Señora Santa Ana y adquiere el dicho monasterio
probecho a raçon de enterrar allí el dicho Miguel Muñoz y sus
herederos su sepultura en la dicha iglesia y el dicho
monasterio quede obligado a decir las mesmas misas y fiesta y
dar los recaudos necesarios asi para ellas así como el adereço del dicho
altar . Tras
el debate y el acuerdo de las mojas, Miguel Muñoz recibió el arco y las dos
sepulturas y la capilla en las mismas condiciones y obligaciones que las anteriores
que existían en el convento en el mismo día, mes y año.
EL RETABLO
Ante el mismo escribano y
legajo (folio 139 y rv), el día seis de junio de 1599, el pintor Cristóbal
Álvarez se comprometía con Miguel Muñoz a realizar el retablo. No hay muchos
datos sobre este pintor coetáneo a la familia de los Taxis, en concreto a Pedro
de Taxis y estante en Alcaudete, asumía también las labores del dorado.
Por los términos del contrato se comprometía a " que se obligava y obligo
a dorar un retablo que Miguel Muñoz vecino de esta ciudad tiene en el
monasterio de la Santísima Trinidad". Y no solo quedaba sumido
su trabajo en esto sino que "el qual a de dar pintar y estofar, lo qual es
el dorado y esto lo que fuere arquitectura e talla y lo que es pintura se entiende
los tableros llanos, los quales son ". Y describe muy bien la
iconografía y programa del retablo
-"tres en el arco de
arriba, en el del medio ha de estar la coronación de Nuestra Señora y los dos
de los lados, el uno de San Francisco, y el otro de San Gerónimo en la
Penitencia".
-Y otros dos más baxos en el
dicho del enmedio que son los mayores que están a los lados de la caxa de
Nuestra Señora Santa Ana a de ser el uno de San Miguel, el otro de
San Joséph con su Niño en. las manos y algunas insignias de
carpintero entre las manos, todo de pintura ".
-"Y en el banco
otros dos tableros que están debajo de los arriba dicha se a de pintar uno
Santa Lucía y en el otro de San Idelfonso, y en el medio a decir dorado y
hechas unas letras de las palabras de la Concepción, todas enteramente
-Y en los otros pedestales pequeños an de yr dos San Juanes Evangelista y Bautista y en los dos de afuera la del medio la del fundador y el año".
Era condición fundamental que
" se a de facer a bista y aprobación de colores, fríos y
perfección y aprobación de Pedro de Raxes y en él se remite y
comete y en acabado". Se concretaba el precio en 70 ducados ( cuarenta
coniforme fuera trabajado y los treinta restantes al final de acabado).
El quitarlo y traerlo corría a cargo de Miguel Muñoz y el cumplimiento de las
condiciones para su acabado a la aprobación de Pedro de Raxis, acompañaban la
firma el carpintero Juan Sánchez Montañés, que luego realizó el retablo de
la Virgen de las Mercedes, Melchor Raxis y Rodrigo Alonso de
Colomo.
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