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jueves, 17 de septiembre de 2020

EN ALCALÁ LA REAL INFORMACION. EL TORIL.

 

 EL  TORIL

No siempre se llamó este rincón alcalaíno  con el nombre de  El Toril.  Ni se remonta  su actualidad informativa y deseos de recuperación a las ultimas semanas del verano pandémico, como si algunos quisieran  arrancar recientemente las hojas del libro que no le interesan. Parece que han descubierto el  nuevo bálsamo de Fierabrás que revolucionará el casco antiguo de la ciudad. Sin embargo, la zona del Toril se encumbra a tiempos de los romanos, donde se albergó la primera zona urbanizada de Alcala la Real, cuando todavía no se  llamaba con el topónimo musulmán.

El profesor Sotomayor  nunca se atrevió a poner nombre a Alcalá la Real y dudaba entre Ebura Cerealis, Vicus Apuaclensis,  Ipocubuola y Suculo entre otros topónimos iberorromanos.  Distinguió el recinto fortificado de la Mota con  la zona urbana de la Tejuela.  Esta fue el primer proyecto urbano de la ciudad del valle, a modo de una aldea que nació a expensas de las aguas que bajaban de los manantiales de los Llanos. El segundo fue este mismo lugar reutilizado por los musulmanes entre el Cauchil y las Azacayas,  y, en medio de estos lugares,  una serie de huertas y alquerías que los árabes emplearon  a las afueras de los caminos que protegía el Castillo de la Mota. El jesuita no recogió ni dio fiabilidad a la visita de Andrea Navaggiero que constataba en los albores de la Edad Moderna la existencia de unas ruinas romanas por la zona de la Tejuela.  Y este viajero italiano pudo perfectamente comprobarlas en medio de un haza abandonada y donada como merced a los regidores alcalaínos para iniciar el desarrollo urbano la ciudad del Llano, cuando no existía ni Consolación y tan sólo las tenerías, tintorerías, molinos de zumaque y cantarerías rondaban a los caminos que salían de Alcalá. Por último, la urbanización de la zona de la fuente de la Tejuela  y más abajo la de la Fuente Beber junto con el convento de Consolación,  cubrió aquellas ruinas de modo que   de una vicus, una aldea romana, y de las alquerías musulmanas se convirtió  en un nuevo arrabal con nombre de la Tejuela y de la iglesia de Consolación que se subdivido en calles  donde comenzaron a residir los nuevos repobladores de la conquista de Alcalá de Aben Zayde. Este barrio  fue el más comercial de  la ciudad, con sus mesones y posadas, las tiendas de los artesanos, los talleres de los telares y las alfarerías, resistió y resiste con ese damero urbano,   nada menos  que casi cinco siglos,  oculta todo el pasado comentado anteriormente. Esa aldea romana, carmen  musulmán, y arrabal cristiano fueron remodelados  en muchos momentos : en tiempos modernos los toros ocuparon  aquel claustro para encerrarlos antes de la corridas en el  compás de Consolación y Llanillo; con la desamortización de Mendizábal destruyeron  aquel claustro en el siglo XIX y la burguesía agrícola de aquellos tiempos convirtió el solar del Toril en una fábrica de aceite; hubo intentos municipales de preservar algunas dependencias con la ubicación en  aquellos lugares de las Escuelas Municipales, el Teatro Leyva y  el Callejón de los Ángeles para la Beneficencia  de los Niños Expósitos. En su entorno, el siglo XX cambió el paisaje urbano andaluz por nuevas casas modernistas de la manos de los Granados, La Morena, Sánchez Velasco y Alameda. En sus cimientos, la picota encontró el celebrado Hércules romano; no fue un hallazgo más, fue en realidad la constatación de su pasado. Recientemente en el siglo XXI se llevaron importantes excavaciones que rondan toda la zona del Toril  y expusieron a la luz la vicus, con su diseño  a lo Vitrubio y el descubrimiento de otras piezas arqueológicas y un nuevo Hércules, el del can Cerbero. Es la Domus Herculana que comenzó a trabajar el proyecto de volver a renovar la zona del Toril, con los medios posibles para poder ejecutar un diseño que lleva más de dos decenios. No es de extrañar que una remodelación de un plan interior urbano tarde años. Somos víctimas de las prisas. Parece como si las cosas se arreglaran en veinticuatro horas. Y de la vicos romana a la arrabal cristiano se tardaron más de diez siglos. En el pasado hubo intereses humanos que impidieron  y retardaron proyectos, lo que se denomina la vulnerabilidad humana frente a la ideología de la autosuficiencia del hombre occidental  ufano de creer que todo se consigue  bajo su  poder. En un entramado urbano y su convivencia social, cambian los modos, las modas, los sistemas socioeconómicos, el Toril no es solo un claustro, es algo más, es la ciudad de Alcalá la Real, romana, musulmana, cristiana, moderna y posmoderna. El reto consiste en conjugar todo lo realizado, con gran acierto en las últimas décadas, por medio de una proyección futura  de urbanismo que sea una lección histórica, turística y de recuperación del patrimonio, urbana y social.   

 


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