SE ACABA EL AÑO, Y
VIENE 2020
Se acaba el trabajoso año 2019; y comienza
uno nuevo, y lleno de inquietud, el
2020. Atrás quedaron los sinsabores y las alegrías, los malos resultados
y las promesas cumplidas, las cosechas impagadas y los augurios incumplidos; el
ayer, el anteayer y el pasado. Parece como si se quedaran atrás algunas
generaciones que trajeron la convivencia con su trabajo y solidaridad, y no marcaron
estos nuevos tiempos de crispación que se avecinan. Se fue la generación del
esfuerzo y de la democracia, y se avecina la del poder de la gente online,
digital y amazónica. Se rompió con la antigua tienda de barrio y aldea, y surgió de las cenizas el Ave Fénix de las
grandes superficies; se marcharon las mileristas
de los primeros años del tercer milenio, y se partieron
a trozos los sueldos en el cómputo de horas, minutos y segundos de jornadas
laborales, a pesar de subir el sueldo base. Cayó el bipartidismo, y no hay modo
de arreglar la curia nacional con el
multipartidismo y el nacionalismo. La información del periódico dejó paso a las
noticias trepidantes y a la centésima de segundo, en medio de unas redes repletas
de fake news, medias verdades,
periodistas ceros, ciudadanos y fingidos; el anonimato se envuelve de medusa
lanzando veneno por doquier, trepando cumbres y bebiendo de las aguas lodales
de los lagos más contaminantes.
En medio de
un año que se va y otro que viene, el recuerdo y la esperanza pueden ser dos
componentes muy importantes en estos
momentos. En el recuerdo, traemos a la memoria tres personajes que definen la
intrahistoria de la comunidad alcalaína.
Primero, con Antonia Hermoso Hinojosa, nos viene a la memoria una aldeana que
se nos fue de las tierras ribereñas, claro testimonio de una generación que
partió de unos tiempos difíciles de una guerra civil, que sufrió el duro desierto de
su familia en los años del silencio, y trabajó por su aldea compartiendo la convivencia
y su buen talante hasta los últimos años de su vida. José Valverde es el
segundo personaje, clara muestra del progreso que partió de mediados del siglo
XX; prototipo de una generación marcada por el espíritu safista, donde impartió
sus primeras lecciones como maestro de los Colegios Profesionales de la Sagrada
Familia de Villanueva del Arzobispo; luego se imbuyó, en su segunda etapa
educativa, de un nuevo espíritu regentando la docencia y sus correspondientes
cargos directivos en el Colegio Público
Alonso de Alcalá hasta alcanzar el grado de profesor de enseñanza
secundaria en el Instituto de Enseñanza Secundaria Antonio de Mendoza, donde se
jubiló; partiendo de la labor silenciosa
de sus primeros años José Valverde se manifestó con un espíritu comprometido
con la sociedad alcalaína expandiendo su altruismo cultural, ya que formó parte de varios
colectivos que dejaron su huella en los años de la transición: su presencia coralista
como excelente músico barítono en la Coral Alfonso XI, a la que siempre apoyó
con sus intervenciones musicales y su dedicación
a la organización de esta asociación colectiva e inquieta; por otra parte, su
huella artística la dejó escrita en sus
publicaciones dentro del Grupo de Patrimonio
de Alcalá la Real al alcance de los Escolares, proporcionando su labor
minuciosa y certera de los complementos auxiliares de la historia
mediante un estudio concienzudo y didáctico.
Y como miembro de una familia que rebosa arte,
la cuerda y púa de la rondalla de los Antiguos Alumnos de la Asociación
Padre Talavera se ha quedado huérfanas,
como su familia, de una mano directora,
tan generosa, paciente y comprometida.
Finalmente, en estos días una enfermedad cruel se ha
llevado un miembro de la generación de los años cincuenta, José Moyano Torres,
un alcalaíno sencillo y artesano del dulce, que enraizaba con el mundo
cuadrillero de la Semana Santa Alcalaína, siempre dispuesto a mantener nuestras tradiciones y a
no dar la espalda al compromiso de
ofrecerla a los demás, llueva o descampe, haga frío o calor, caigan
chuzos o apriete el calor. Esta primavera, el tambor del jefe de la tropa de
judíos y romanos del Ecce.Homo sonará más ronco y más pausado simulando el toque de réquiem al bajar desde la ermita de la Verónica, la que siempre
acompañó desde los años ochenta que renació el mundo semanasantero. Por otro
lado, las púas y las cuerdas de la
rondalla safista se tensarán en muchas
ocasiones tratando de que su dulce sonido llegue al mundo etéreo de su maestro
Valverde, y por otra parte, las aguas de los molinos de Huéscar esperarán
mojarse con las manos de aquella mujer aldeana generosa, trabajadores,
familiar y enciclopedia del costumbrismo alcalaíno. Pero,
a malos tiempos nos quedamos con sus compartimientos ejemplares Como
escribíamos para este año: en la postal navideña Estos son mis deseos/ para vosotros buenos
augurios, / abriendo nuevos senderos, /marcando paso conjunto.
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