DE LA FERIA DE ALCALÁ LA
REAL A LAS INTERFERIAS
Para analizar el origen, el desarrollo y las características formales de la
actual feria de septiembre de Alcalá la Real, hay que remontarse a los siglos
pasados que nos pueden aclarar muchos aspectos.
Su origen ganadero y
comercial
Hasta el siglo XX, la actividad
agropecuaria centraba la mayoría de las actividades económicas de nuestra
localidad. En su mayor extensión, los terrenos baldíos y comunales eran
pasto para el gran número de ganados que recorrían todos los inmensos
terrenos que abundaban en las sierras del Castillo de Locubín, de san Pedro en
la Rábita, la Martina, Frailes y el Camello. A ello había que añadir las
dehesas acotadas desde las Nogueruelas, hasta Charilla, pasando por Fuente Álamo, la Dehesilla, la Hondonera,
Fuente Tétar, Mazuelos, Entretorres y Mures. Allí se repartían gran
número de cabezas de ganado vacuno, mular, yeguar, potros y caballos. No hay
datos fidedignos hasta el catastro de la Ensenada sobre la cantidad de reses de
los distintos ganaderos, amén de los pequeños rebaños, numerosos, por cierto,
de ganado ovino, caprino y de cerdo en
los cortijos particulares.. También hay referencias de ganaderos de Martos,
Torredonjimeno, Valdepeñas y, sobre todo, de Alcaudete que acudían a nuestros
montes en busca del alimento de sus ganados.
Con el paso del tiempo, aún más disminuyó la actividad ganadera,
ampliándose la actividad agrícola, debido a la mayor superficie de campos
cultivados, que fueron ocupando totalmente las antiguas zonas de dehesas,
baldías, muertas y comunales. Esto ocasionó un cambio en la cabaña ganadera en
detrimento del ganado vacuno y el aumento de las mulas y los asnos, más aptos
para los juegos de yuntas. La revolución industrial introdujo el uso de
la maquinaria en las labores del campo y prácticamente quedaron los antiguos
animales como una reliquia dentro de la agricultura y además pocos fueron los
ganados y manadas particulares, que por otro tiempo tanto predominaron en la
comarca. Todo ello fue afectando a la feria comercial, convirtiéndola desde
mediados del siglo XX en una fiesta, testimonialmente comercial, y
esencialmente de diversión. Sin embargo, su tradición ganadera siempre pervivió
. En tiempos de Fernando VI, ya se iniciaba la feria a partir del día
catorce de septiembre, según pone de manifiesto el catastro de la Ensenada. En
el siglo XIX, va a sufrir varias transformaciones atendiendo a las fechas de
otros pueblos como Torredonjimeno hasta fijarse a finales de siglo el día
veintiuno de septiembre, ya que ésta se celebraba por los días comprendidos
entre el ocho y diez. También , hasta 1834, respetó la feria de Noalejo, que
acontecía por los días del diez al doce. Y se iniciaba, a principios de siglo
desde el día quince hasta el veintidós.
Los actos festivos
El concurso de gente
daba lugar al desarrollo de otras actividades que venían celebrándose en otras
fechas festivas del año, como son los toros, las veladas musicales y los
espectáculos públicos. Durante este mismo siglo
diecinueve, las bandas militares y grupos musicales van introducirse en la
mayoría de las fiestas con actuaciones. Se acompañaban de bailes populares en
la Plaza del Ayuntamiento y en la glorieta de la música del Paseo de los
Álamos. Poco a poco, estas actuaciones y bailes, que se iniciaron y
celebraron con motivo de algún que acontecimiento o una celebración nacional,
van a extenderse en cualquier día festivo, y, predominantemente, en la feria.
Otro elemento de estas
fiestas son los tradicionales paseíllos y conciertos de las doce en el Paseo. Sin
embargo, se prohibieron los concursos de comparsas o gremios que representaban
mojigangas, tanto procedentes de las aldeas como de los gremios de la ciudad,
por cierto, muy frecuentes en la fiesta del Corpus y en la instauración de los
Reyes. Recuerdos de estos son los gigantes y cabezudos, al mismo tiempo que el
reparto de pan a los pobres jornaleros se distribuía por los comisarios de
fiestas en un día señalado de la feria. También la elevación de globos y
fantoches son reminiscencias de los artilugios y obras que los gremios
presentaban para distraer a la gente en otros períodos. Desde la edad media,
este recurso de las invenciones se mantuvo en nuestra ciudad.
Conforme avanza el
siglo, se observa que el cartel festivo se repite, normaliza y suele estar
ocupado por tres o cuatro veladas musicales, los teatros que se
representaban en el claustro de Consolación y en el Teatro Martínez Montañés y
los fuegos artificiales, hoy desaparecidos. Solían acudir bandas de pueblos
cercanos como en el 1912, aconteció con la de los Villares o la de Martos por
los años veinte. También el cinematógrafo hace su presencia en nuestra
ciudad y fue un acontecimiento público en esta feria. A partir de aquel
momento, las películas de estreno y los films de mayor aceptación se
proyectarán en nuestro Parque Cinema, aunque en los primeros tiempos fue
gratuito.
Los puestos de las
casetas fueron una preocupación municipal que encargó su fabricación al gremio
o sociedad de carpinteros para que los contrataran con motivo de la feria.
Finalmente, la luz va a ser un elemento esencial de la feria festiva,
contratándose a una compañía granadina de electricidad. Con el transcurso
del tiempo, el alumbrado oficial se fijará como una actividad que indique
el principio de la feria.
El sitio de la feria
Desde tiempo inmemorial ocupaba el recinto
de la venta de ganado el espacio comprendido desde la Puerta de los
Álamos hasta la ermita de la Magdalena, ya que era un lugar adecuado para todo
tipo de transacción económica que se desarrollaba en medio de los caminos de
Madrid, de Baena, de Montefrío y Frailes. Poco a poco, la llegada de
comerciantes de mercadurías, aperos de labranza y de calderería daba lugar a
que se ocupara el Llanillo, la calle Real, el Juego Pelota y parte del camino
de Madrid por los Álamos. El paso y el aumento del número de coches de caballos
originaron algún que otro incidente por la intensidad de tráfico cada vez más
numerosa. Y así, en 1879 se trasladó por primera vez el Paseo de los Álamos,
aunque se mantuvieran tiendas de comercio de forasteros a lo largo del
Llanillo, incluso solían alquilarse las dependencias del Palacio Abacial
por aquellos días. Definitivamente, se establece en el Paseo de los Álamos en
el año 1899, para evitar el peligro de peatones que corrían en la carretera
entre Alcaudete y Granada, como manifiesta el acta del trece de septiembre.
Esta ubicación se
mantuvo hasta 1983, que se trasladó provisionalmente al recinto ferial de la
Magdalena, y en 1988, se inauguraron las excelentes instalaciones que hoy día
disfrutamos los alcalaínos, siendo alcalde Felipe López García. No obstante, la
feria genuina del ganado tuvo que adaptarse a los lugares cercanos, que
ofrecían un lugar para el reducido comercio ganadero que todavía se mantiene
entre los pueblos. Nunca olvidaremos el gran componente que tenía la
feria de intercambio comercial, entre vecinos y entre pueblos comarcanos.
). A finales del siglo XX y primeras décadas, la iniciativa privada recogió la antorcha de
nuestros antepasados, aunque imaginativamente debió emprender nuevas
actividades comerciales, dejando al gobierno municipal lo que siempre ha ejercido la seguridad, la
organización festiva y la infraestructura, incluso superando con creces las
condiciones pasadas. En la tercera década, se asiste ya no a la
única feria de Septiembre, pues san Mateo fue un comodín, sino a las interferías,
porque las hay de muestras, de ganado y de ocio. Con distintos escenarios,
lugares y fechas., y como dice el refrán” éramos pocos y parió la abuela.
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