La Virgen Coronada puede recibir muchas advocaciones. Pero no hay una que mejor le cuadre que Virgen Romera desde sus orígenes. El pueblo cristiano, desde sus primeras comunidades, ha tenido siempre un gran afecto por la Madre de Jesús, María. La primera mención que encontramos sobre esta persona no se refiere al nombre propia, María, sino con el título de “mujer” (Gal 4,4).
Los
evangelios de Mateo y Lucas se refieren a ella ya con su nombre personal: María,
en los “Evangelios de la Infancia”. Era
la “virgen” anunciada por el profeta Isaías. La proclaman: “dichosa porque ha creído”, la “llena de gracia”, la “esclava del Señor”, y la que canta “las grandezas del Señor” por haberse
fijado en su humildad.
El
Evangelio de san Juan, la llama además, “madre”
en la cruz, y o el día de las bodas de Caná, o en el Cenáculo. De ahí le viene el
pueblo cristiano, la proclamara “Theotokós” o “Madre de Dios. Por este amor
hacia la Virgen se extendieron otras hasta en forma de dogma la “Inmaculada” y
la “Asunta a los cielos”.
Un
período especial fue la Edad Media. Allí fue proclamada con un título muy
propio de la época en que las monarquías e imperios se formaban los nuevos
estados. Ella era la verdadera “Reina”.
A ella van dirigidos cantos famosos como “Salve
Regina”, “Ave Regina Coelotum”, y
sobre todo va a ser invocada en el Rosario, como “Reina”, de los apóstoles, de
los confesores y de la paz.
“Reina” es una expresión
cercana a “Rey”, el soberano. Para el creyente existe sólo un “rey”:
Jesucristo. Él mismo lo afirmó: “soy rey” (Jn 18,37). Pero su unión perfecta a
Jesucristo le ha llevado a ser invocada por el pueblo creyente como “Reina en el Rey”. Y un atributo de los reyes es la Corona y el cetro. Alcalá la
Real ha sido siempre una localidad muy mariana. Su comunidad cristiana se ha
venido uniendo a las generaciones que a lo largo de la historia la han aclamado
“bienaventurada” Lc 1, 48), por eso
la proliferación de sus muchas imágenes, advocaciones, fiestas dedicadas a la
Virgen en su geografía. La primera de todos es la talla de la “Virgen Coronada”
de la Fuente del Rey. Y no fue la única imagen relacionada con la Corona, pues
se encuentran desde muy antiguo el relieve en piedra de la puerta norte de la
Abadía de la Mota; y el cuadro atribuido
a los Raxis de la Coronación de la Virgen que se conserva en el templo
de Las Angustias. Estas imágenes de la Virgen Coronada se adelantan al
rito de
coronar posterior a nuestra Virgen, y que sus primeros indicios
se encuentran en Roma a comienzos del siglo XVII en que de este modo fue
dignificada una imagen de la Virgen. Los historiadores no llegan a ponerse de
acuerdo si fue en 1620 en la Basílica de
Santa María la Mayor con la imagen de la Virgen de Oropa, o si en el Vaticano
en 1631 con la Madonna de la Febbre. Las
primeras que se coronan en España serán la de Ntra. Sra. de la Veruela en
Aragón y la de Montserrat en Cataluña, ambas en 1881. Y en Andalucía será la
Virgen de los Reyes de Sevilla en 1904. Pero nuestra Virgen Coronada se
adelanta a estos tiempos, en los que a la Virgen como “reina”, y que tuvo un
impulso grande la encíclica que el papa Pio XII proclamó en 1954 titulada: “Ad coeli reginam”, en la que establece
la fiesta litúrgica de la Virgen Reina. U
se expresa en los siguientes términos: “Santa
María Virgen con razón es tenida e invocada como reina, ya que es Madre del
Hijo de Dios, rey del Universo, colaboradora augusta del Redentor, discípula
perfecta de Cristo y miembro supereminente de la Iglesia”
Nuestra Virgen
Coronada fue reina romera desde sus orígenes acompañando al rey Alfonso con sus
tropas en la conquista cristiana de los territorios musulmanes. Y tuvo su
primer asentamiento romero en el campamento de la Fuente del Rey. Luego, tras la conquista de
la fortaleza, se fundó su hermandad en el siglo XV, fue llevada a la iglesia Mayor, y al crearse el Hospital del Dulce Nombre de Jesús, su
imagen ocupó el altar con su
retablo en el arrabal del Albaicín acogiendo las
oraciones y súplicas de los transeúntes. Posteriormente bajó a los arrabales nuevos,
y, junto al convento de Nuestra Señora de los Remedios y la Alhóndiga, siguió
presidiendo su capilla y acogiendo
enfermos transeúntes que acudían a nuestra ciudad. A lo largo del siglo XVI, se
fundó la ermita y la imagen se trasladó Fuente Rey. Ya en los finales del siglo
XVI, bajó al Llanillo y, en el templo
del mismo hospital, hoy convento dominico, acogió a muchas personas. Pero nunca se olvidó su paso romero por la
fuente del Rey: destaca la capellanía de Juan de Aguayo, que, como protector de la
iglesia de la Coronada, dejó una importante limosna en su
testamento y d onde manifiesta que se encuentra su enterramiento.
Al venderse
este hospital al convento y trasladarse
a la calle Caridad, la imagen con este nombre y Desamparados se hizo de nuevo
romera y fue albergada en la calle de la Caridad. Pero debió realizarse una
nueva imagen barroca con el nombre de Caridad, y la Virgen Coronada volvió al
convento de Nuestra Señora de la Encarnación
e hizo un paso nuevo de imagen romera. en
el l convento de las Madres Dominicas, de Nuestra
Señora de la Encarnación, a mediados
del siglo XVIII. En el Archivo Histórico Provincial de Jaén, se encuentra un documento referente a Nuestra Señora de la
Coronada[1] durante el periodo en el que eran su hermano mayor Juan del Arca Serrano y
el capellán Diego Bravo y se le levantó
un altar dentro de la iglesia del en 30 de marzo de 1658 . Fray Silverio de
Valenzuela , prior del convento de Nuestra Señora de del Rosario y vicario de
las monjas, representando al provincial de Andalucía fray Luis de Espinosa,
y , por otra parte , la priora sor Catalana Marañón, acordaron con la
hermandad : “vender a la Cofradía de Nuestra Señora de
la Coronada una capilla del convento en
la que estaba la imagen de San Antonio
con el fin de tener los hermanos allí su imagen y hacer la fiesta en la dicha iglesia, así
como recibir el derecho de poderse enterrar en dicha capilla y, a su vez, las
monjas disfrutarían de una limosna que les daría la hermandad”. Parece que, por
aquel tiempo, la Virgen romera ya no estaba en la ermita y su campana de la ermita, de la Fuente del
Rey, se depositó en el convento. Este había
de tener aderezado el al altar de lo
necesario, y los hermanos han de cuidar de la imagen todo lo necesario. Podían
llevarla a la ermita de la Fuente del Rey, pero la habían de devolver a la capilla,
donde los hermanos habían de poner los
escaños en la dicha capilla y sentarse sin ningún impedimento. El convento se
obligaba a ofrecer la música sin interés alguno en la fiesta. Y el compromiso
de la hermandad radicaba a pagar por el edificio y otros gastos al convento
cien ducados en los siguientes bienes: un cáliz de plata con su patena con
señales en el pie de Jesús, un Cristo y
vía Crucis, una casulla, estola y manguitos de tafetán tornasolado, cuatro pares de manteles, dos albas de
medianillo, un amito viejo, un frontal viejo, un frontal de tafetán carmesí,
otro de color pajizo y otro o celeste con flecos negros, dos bolsas de
corporales, unos corpiños, y paño de cáliz color carmesí, un misal, una
campanica pequeña y un cajón con su bayeta
La historia de la cofradía de la
Coronada con el nombre de la Caridad
pasó por diversos momentos y lo mismo aconteció en su romería a la imagen y ermita,
Una vez extinguida esta hermandad , el abad renovó la institución y una nueva asumía la administración de las
actividades del hospital con el nombre de Hermanad de Nuestra Señora de los
Desamparado en 1660 y
puso las bases de la decadencia de la
hermandad a favor de una figura de sus estatutos, la del Rector del Hospital,
lo que hizo que decayera la actividad cofrade y, por tanto, sus actos se
concentraran en las puramente sanitarias y de hospedaje.
Pues era frecuente que no coincidiera el nombre de las advocaciones con el de la imagen. Así, la imagen de la Coronda la hemos encontrado con distintas advocaciones: primero de Caridad; luego de Desamparados y, muchas veces y actuqalmente , como de Coronada. Sin embargo, el primer artículo de sus estatutos estableció lo siguiente, muy acorde con la época de fomentar el dogma de la Inmaculada y reflejando estos cambios:
“Esta hermandad esté debajo de
la protección y amparo de la Purísima y Siempre María Nuestra Señora, Concebida
sin mancha de pecado original que se llame Hermandad de los Desamparados” y dio
lugar a que la fiesta de la Coronada
que anteriormente se celebraba por el mes de septiembre, y ahora se pasaba a diciembre. El siglo XX, de nuevo su ruta
romera la devolvió a la Fuente Rey, donde se ubicó hasta actualmente.
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