El mundo romano
de la muerte en el museo local
COmentamos esta inscripción del museo local, del Museo local de Alcalá la Real, que pertenecía a una lápida romana que se encuentra en la sala
romana referida al mundo de la muerte de los romanos. Este es su texto y
responde a una muchacha, cuyos restos, tras haber sido incinerado, se encontrarían en una urna funeraria:
INICIA
XXI
ANN(ORUM
Esta inscripción queda reducida a lo más sintético posible, el
nombre y la edad de la fallecida : INICIA, DE 21 AÑOS.
Sin embargo, la mayoría de las inscripciones suelen presentan una estructura
formal que vamos a comentar para que
sirvan de formación y preparación para cualquier amante de la cultura y de las visitas
museísticas, sin olvidar su importancia documental y didáctica. En concreto, todas
ellas presentan siempre los mismos caracteres:
a) D.M.S. Deis Manibus
Sacrum, Traducido como Consagrado a
los Dioses Manes.
b) Nombre de la persona enterrada ( tres nombres)
c) A o ANN que corresponde a la palabra latina annos que significa años especificados
con los dígitos de la numeración romana.
d) H.S.E. que significa Hic
situs est, y traducido aquí está enterrado.
e) S.TT.L. que es lo mismo que SIT
TI BI TERRA LEVIS. Dicho en español, Que
la tierra te sea leve
f)
Al gusto de la familia aparecen
en cualquier lugar de la inscripción otros datos de hazañas bélicas, cargos,
vecindad, oficios o de otra índole.
LIVIUS ANDRONICUS,
ACTOR,
L. A.
H.S.E.
S.T.L.
Por eso, la
segunda inscripción se manifiesta con todos los elementos de la estructura y
ciertas variantes:
PUBLIUS MALIUS
CELSUS
- L.
H.S.E.
S.T.T.L.
(Publio Malio Celso, de 50 años, aquí
está enterrado, que la tierra te sea leva
Muy parecida la inscripción
recogida de otros lugares en el Corpus Inscriptionum Latinarum es la siguiente:
LOCUS PEDUM XV
MARCUS MARIUS
RUGA HIC S.
EST
S.T.T.L.
(Lugar de 15
pies. Marco Mario Ruga, aquí está enterrado. Que la Tierra te sea leve)
Todas esta inscripciones corresponden al período propiamente
latino, las cuales se diferencian tipológícamente de las inscripciones
paleocristianas como está procedente de la aldea de la Rábita:
POTENTIUS,
FAMULUS XRTI.
VISXIT ANNOS LVII
(Potencio, siervo de Cristo, .
Vivió 57- NO ES SEGURA LA FECHA POR
ESTAR LA PIEDRA ROTA
POR ESTE SITIO^*- años)
Curiosamente, la sala romana de la muerte se
completa con un sarcófago procedente de la Fuente del Rey y una urna
incineraria del Bajo Imperio, lo que manifiesta los dos ritos de la muerte que
realizaban los romanos: la incineración, propio
de las clases nobles y la exhumación, más frecuente en las clases bajas
y los esclavos.
El mundo de la muerte está bellamente ilustrado
con unos paneles que recogen los dioses de la Muerte: Hades, Plutón y Proserpina, sin olvidar
las ceremonias funerarias y la tradición romana de las imágenes que ocupaban un
papel fundamental en el banquete de la ceremonia de despedida. También se
recoge la leyenda de la Laguna Estigia
por donde han de pasar todos los muertos hasta entraren el Averno o Infierno
con la nota pintoresca que el fiambre/
esqueleto del sarcófago presenta el célebre denario que se le pagaba para ser
bien conducido a su compartimiento infernal
FRANCISCO
MARTÍN ROSALES
II
A INSCRIPCIÓN INICIA. A MODO DE LEYENDA.
INICIA
INICIA
Me acerqué a una inscripción romana del Museo de Alcalá la Real. Leí la leyenda de su texto, que decía INCIA, XXI ANNORUM. De pronto, del interior de la piedra salió esta voz y me contó esta historia en varios capítulos Soy una joven romana que he nacido en la zona suroriental del conventus asitgitanus, perteneciente a la provincia romana de la Bética. Quiero contarte mi historia truncada a los veintiún años por una muerte repentina tras unas fiebres altísimas que tuve que soportar en los albores de la primavera del año 212 después de Cristo. Creerás que este personaje fue un invento de tu profesor de Lengua y Cultura Latina. Pero esto no es cierto. Este personaje, fue verdaderamente una persona de carne y hueso. Existí, viví durante 21 años y trabajé bajo el cuidado y mimo de mi matrona en una de las villas que se extendían en torno a una fuente cercana de la ciudad actual de Alcalá la Real.
No nací precisamente en estas tierras, sino que mis padres huyeron de una famosa ciudad hispanorromana, cuyo nombre no recuerdo, y se asentaron en estos lugares. Me comentaron que, antes de nuestra llegada, hubo varios poblados muy importantes, a los que denominaban oppida, lugares situados en las cumbres de los cerros, cercanos a los ríos, fortificados con unos pequeños muros y relacionados unos con otros en forma de una red de comunicación muy parecida a las que luego existieron durante la frontera granadina. Entre todos ellos, destacaba un poblado o núcleo más importante, también llamado oppida u oppidum, donde residía la fuerza militar y el reyezuelo del lugar. Estos poblados estuvieron habitados por los indígenas de este sitio, denominados universalmente por el gentilicio de los iberos, pero, que, en esta zona, dependía de una rama de ellos, los iberos batestanos. Mis padres me contaban que el núcleo más importante era la actual Baza, de la provincia de Granada, en aquel tiempo perteneciente al conventus gaditanus.
No sabía localizar mi ciudad y tomé un pergamino con la figura de la Bética, y le puse, en el centro el nombre de Bética con letras más grandes, al mismo tiempo que la dividí en las cuatro demarcaciones que me habían referido, para ello me ayudó mucho mi padre y un mapa que él conservaba de cuando ejerció de tribuno militar en el ejército romano. Siempre fui muy amante de mi tierra pequeña y, por eso, le pedí a mi padre otro trozo de pergamino, donde hice un plano para situar los pueblos, qué digo, los oppidda, de nuestro entorno y las villas o casas de campo de nuestros vecinos. Entre los primeros, mi padre me señalaba cuatro: Encina Hermosa o Cabeza Alta, La Gineta, La Mesa y el Villar de la Rábita; entre los segundos, recuerdo que no paraba de citarme nombres: la Fuente, Santa Ana, el Villar Alto y Bajo, La Lancha, Acequia Alta, Medialuna, Vegas de Paz, Ribera Alta, Puertollano, Fuente de la Salud,.. Se detuvo un momento y me dijo que otro día me contaría la historia de cada uno de ellos.
Me encontré a un descendiente de un antiguo indígena que me refirió que, por este lugar, también pasaron otros pueblos no iberos, principalmente los cartagineses y no me lo decía con seguridad, pero me insinuaba que, probablemente, muchas torres, colocadas en las cimas de las montañas y a la vera de los caminos, habían sido construidas por estos vecinos del Norte de África para introducirse en el interior de la Península y controlar los itinerarios de las tropas y las mercancías que intercambiaban con los iberos, Incluso, sus ascendientes romanos las mantuvieron para proteger los itinerarios de las vías romanas.
No podemos olvidar la presencia de los cartagineses en esta tierra, porque fue objeto del enfrentamiento con los romanos durante la Segunda Guerra Púnica .Mi padre me contaba que sus antepasados venían como libertadores de los iberos subyugados por los cartagineses , pero que, tras la derrota cartaginesa, se asentaron en muchos lugares, dividiendo a Hispania en Ulterior y Citerior, según se comprendiera más allá y mas acá de Roma, tomando como eje el río Guadalquivir y Cartagena. Cuentan que hubo algunas batallas por estas tierras en Iliturgi y en Castulo, donde Anibal se casó con Himilce, hija de un reyezuelo de aquella zona”.

Miró, de nuevo y con detenimiento, la inscripción, y observo en la parte Inferior una pequeña circunferencia y un triángulo; al lado, varios triángulos invertidos; en un nivel mas bajo una media luna. Y me pregunto: ¿No será esta muchacha una devota de la diosa Tanit? ¡Qué lío, era romana, de ascendencia púnica y con vecinos iberos! Llaman a la puerta, y un amigo me trae una moneda con una cara de Aníbal y un caballo entre palmeras. Y me cuestiono mi origen mientras repito: en mi interio:” siempre hombres de frontera”.
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