TIEMPO DE ZUMAQUES
Si a un mes se le puede relacionar con un producto en la Sierra Sur, desde tiempo inmemorial, el zumaque define actual y perfectamente el ambiente
alcalaíno de la Sierra Sur. Hay que
remontarse a más de un siglo en el que este producto figuraba como uno de los
frutos de la economía local. No sólo su plantación en las zonas montañosas, anteriormente en la Camuña,
Castillo de Locubín, Cañuelo, Charilla, y, como es lógico, en el actual paraje
de sus Tajos, sino en otros rincones que ha desparecido. Los romanos ya lo denominaban "rhus", procedente del celta
"rhudd", que significa "rojo", aludiendo al color de sus
frutos y lo utilizaban como
acidulante, sustituyendo en los encurtidos al vinagre. Se utilizaba por sus
propiedades astringentes, para curtir cueros desde la antigüedad. Sus hojas y
tallos contienen gran cantidad de taninos, así como un colorante amarillo
llamado miricetina, que aportaban el tinte de diversos objetos.
Hoy día, la zona del zumaque se recorre en una ruta que ocupa las faldas de los Tajos, junto
al Portillo de los Aspadores, de Alcalá
la Real donde se puede contemplar esta
planta medicinal, de uno a dos metros de altura en forma de arbusto, de
ramas finas y con hojas recubiertas por finas vellosidades. Esta planta se
enreda con otros arbustos y plantas del
mundo mediterráneo. Se distingue su fruto, por ser una baya de color rojo, muy
intenso, así como las hojas. Su valor estético y disfrute medioambiental ha hecho olvidar su valor gastronómico, como
en la cocina turca o siria, para adobar carnes. No se puede soslayarse el valor medicinal de otros tiempos, porque las
flores, hojas, frutos y raíces tienen propiedades astringentes, antidiarreico,
antifúngico, antihemorrágico, antiséptico y
tonificante. Pues esta planta también se ha usado eficazmente para
afecciones como hemorroides, diarreas, escorbuto, gonorrea y disentería, sin
nunca olvidar su alto nivel tóxico, que desaconseja su tratamiento sin licencia
médica.
Pero el zumaque se usó desde la antigüedad,
especialmente, para curtir las pieles. Y
más importante que su uso medicinal y curtido, es su utilización como
tintura. Actualmente se observa en las cercanías de pueblos y pequeñas ciudades
españolas donde las tenerías tuvieron
cierta importancia. En Andalucía, destacaron Baeza, y Priego de Córdoba, donde,
en el siglo XVIII, llegó a tener una floreciente industria del curtido que
exigía el zumaque cultivado en su término y en otras localidades vecinas
como Alcalá la Real. Todavía la gente mayor relata que esta planta estuvo
asociada al cultivo del olivar de montaña y su recolección suponía un
considerable suplemento para la renta familiar. Aunque su extensión se fue reduciendo,
debido a su gran potencial colonizador y resistencia ha ido ocupando terrenos
incultos, cunetas, bordes de caminos e incluso canteras abandonadas.
Del zumaque dependía la industrial artesanal de la corambre, la curtiduría o tenería,
el lugar para confeccionar los cueros, donde se llevaba a cabo el proceso que convertía las pieles de
los animales en este tipo de cubrición humana. "Coriaria" deriva del latín "corium", piel o cuerpo. Constaba de cuatro
fases para el total curtido de las pieles: limpieza, curtido, recurtimiento y
acabado. Se debía quitar el pelo de la piel con agentes de curtimiento y
tinturar, para producir el cuero terminado, de modo que el zumaque fue, por muchos siglos, el
productor generador de este paso de la piel a material de vestido y de otros
usos.
Se elegía un lugar un poco apartado de las partes nobles de la ciudad
de la Mota, y cercano a algún caudal de
aguas. A veces, en los cortijos
de la comarca, en concreto el de Marrón junto a la Camuña, el molino de
aceite compartía con el de zumaque hasta muy entrado el siglo XIX, incluso el lagar de uva compartía
recinto con estos tres frutos. Pero las tenerías se hicieron urbanas en muchas ciudades, villas y
pueblos. En la ciudad llana de Alcalá la
Real ofrecía desde el siglo XVI todas
las garantías, el final de la Tejuela, junto a la cruz del Humilladero y por
bajo de la Fuente Beber, realizada por Francisco de Cherinos, y donde corrían
las aguas que bajaban a las huertas de las Azacayas. Dos siglos después, Manuel
Castr0 disponía y declaraba esta casa tenería en el Catastro de la
Ensenada. Se encontraba en las Azacayas
con todos sus pertrechos y con agua de
propiedad. Se componía de dos casas con dos cuartos en alto, cocina, corral,
caballeriza, terrado para habitación y
su molino para zumaque.
El lugar era apropiado para o ablandar las pieles en los pilones, que
daban los baños alcalinos y salados,
produciendo aguas servidas de las Azacayas
con un alto contenido de ácidos y sales.
En los pelambres, se llevaba a cabo
la eliminación del pelo. Este proceso también eliminaba la epidermis, y
estructuras presentes en la piel.
En los pilones y calderas, se efectuaban los procesos que sigue la
curtiembre, en grandes bloques: ribera, curtido, teñido, secado acondicionado,
y terminación El proceso de curtimiento se efectuaba lixiviando las pieles con
el zumaque de modo que producía una gran
cantidad de aguas servidas.
Las operaciones de acabado consistían en secar, revestir, sujetar con
estacas, sembrar, pegar y lavar las pieles lo largo de todos aquellos
corralones que lindaban con las alfarerías, las azacayas y el molino del
zumaque.
Como era frecuente, junto a las tenerías, se
encontraba el molino de zumaque donde se molía la harina para curtir las pieles, Era de pequeñas dimensiones con
una piedra de rodezno para obtener el
zumo tras la trituración de las hojas
que con las corrientes de aguas de las azacayas limpiaba y trataba los cueros.
Desde
mediados del siglo XIX el cromo, un elemento más barato, pero más nocivo, pasó
a sustituir al zumaque. Recientemente y debido a la más estricta legislación
ambiental y de salud de la CE para el cromo,
y se inician investigaciones para su recuperación como
curtiente natural y cultivo en zonas deprimidas. Hoy el zumaque en el paraje de los Tajos de Alcalá es un
testigo solitario y estético de otro
tiempo, que en el primer o segundo domingo de noviembre atrae a muchas
personas del turismo interior, un complemento en las tierras de Alcalá, que han
comenzado este día con el nombre de Domingos del Zumaque. Muchos se preguntan
si este producto, sin olvidar su complemento medioambiental, no entra en los
planes de las nuevas agendas europeas.
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