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domingo, 14 de noviembre de 2021

EN LA SEMANA DEL JAÉN, TIEMPOS DE ZUMAQUES

TIEMPO DE ZUMAQUES

 

 

Si a un mes se le puede relacionar con un producto  en la Sierra Sur,  desde tiempo inmemorial, el zumaque  define actual y perfectamente el ambiente alcalaíno de la Sierra Sur. Hay  que remontarse a más de un siglo en el que este producto figuraba como uno de los frutos de la economía local. No sólo su plantación en las  zonas montañosas, anteriormente en la Camuña, Castillo de Locubín, Cañuelo, Charilla, y, como es lógico, en el actual paraje de sus Tajos, sino en otros rincones que ha desparecido. Los romanos ya lo denominaban "rhus", procedente del celta "rhudd", que significa "rojo", aludiendo al color de sus frutos y lo utilizaban como
acidulante, sustituyendo en los encurtidos al vinagre. Se utilizaba por sus propiedades astringentes, para curtir cueros desde la antigüedad. Sus hojas y tallos contienen gran cantidad de taninos, así como un colorante amarillo llamado miricetina, que aportaban el tinte de diversos objetos.

Hoy día, la zona del zumaque se recorre en una  ruta que ocupa las faldas de los Tajos, junto al  Portillo de los Aspadores, de Alcalá la Real donde se puede contemplar esta  planta medicinal, de uno a dos metros de altura en forma de arbusto, de ramas finas y con hojas recubiertas por finas vellosidades. Esta planta se enreda con otros arbustos  y plantas del mundo mediterráneo. Se distingue su fruto, por ser una baya de color rojo, muy intenso, así como las hojas. Su valor estético y disfrute medioambiental  ha hecho olvidar su valor gastronómico, como en la cocina turca o siria, para adobar carnes. No se puede soslayarse el  valor medicinal de otros tiempos, porque las flores, hojas, frutos y raíces tienen propiedades astringentes, antidiarreico, antifúngico, antihemorrágico, antiséptico y  tonificante. Pues esta planta también se ha usado eficazmente para afecciones como hemorroides, diarreas, escorbuto, gonorrea y disentería, sin nunca olvidar su alto nivel tóxico, que desaconseja su tratamiento sin licencia médica.

Pero el zumaque se usó desde la antigüedad, especialmente, para curtir las pieles. Y  más importante que su uso medicinal y curtido, es su utilización como tintura. Actualmente se observa en las cercanías de pueblos y pequeñas ciudades españolas  donde las tenerías tuvieron cierta importancia. En Andalucía, destacaron Baeza, y Priego de Córdoba, donde, en el siglo XVIII, llegó a tener una floreciente industria del curtido que exigía el zumaque cultivado en su término y en otras localidades vecinas  como Alcalá la Real. Todavía la gente mayor relata que esta planta estuvo asociada al cultivo del olivar de montaña y su recolección suponía un considerable suplemento para la renta familiar. Aunque su extensión se fue reduciendo, debido a su gran potencial colonizador y resistencia ha ido ocupando terrenos incultos, cunetas, bordes de caminos e incluso canteras abandonadas.

Del zumaque dependía la industrial artesanal de la corambre, la curtiduría o tenería, el lugar  para confeccionar los cueros, donde se  llevaba a cabo  el proceso que convertía  las pieles de los animales en este tipo de cubrición humana. "Coriaria" deriva del latín "corium", piel o cuerpo. Constaba de cuatro fases para el total curtido de las pieles: limpieza, curtido, recurtimiento y acabado. Se debía quitar el pelo de la piel con agentes de curtimiento y tinturar, para producir el cuero terminado, de modo que  el zumaque fue, por muchos siglos, el productor generador de este paso de la piel a material de vestido y de otros usos.

 

Se elegía un lugar un poco apartado de las partes nobles de la ciudad de  la Mota, y cercano a algún caudal de aguas. A  veces, en  los cortijos  de la comarca, en concreto el de Marrón junto a la Camuña, el molino de aceite compartía con el de zumaque hasta muy entrado  el siglo XIX, incluso el lagar de uva compartía recinto con estos tres frutos. Pero las tenerías se hicieron  urbanas en muchas ciudades, villas y pueblos.  En la ciudad llana de Alcalá la Real ofrecía desde el siglo XVI  todas las garantías, el final de la Tejuela, junto a la cruz del Humilladero y por bajo de la Fuente Beber, realizada por  Francisco de Cherinos, y donde corrían las aguas que bajaban a las huertas de las Azacayas. Dos siglos después, Manuel Castr0 disponía y declaraba esta casa tenería en el Catastro de la Ensenada.  Se encontraba en las Azacayas con todos sus pertrechos y  con agua de propiedad. Se componía de dos casas con dos cuartos en alto, cocina, corral, caballeriza, terrado para habitación  y su molino para zumaque.  

El lugar era apropiado para o ablandar las pieles en los pilones, que daban los  baños alcalinos y salados, produciendo aguas servidas de las Azacayas  con un alto contenido de ácidos y sales.

En los pelambres, se llevaba a cabo  la eliminación del pelo. Este proceso también eliminaba la epidermis, y estructuras presentes en la piel.

En los pilones y calderas, se efectuaban los procesos que sigue la curtiembre, en grandes bloques: ribera, curtido, teñido, secado acondicionado, y terminación El proceso de curtimiento se efectuaba lixiviando las pieles con el zumaque de modo que producía  una gran cantidad de aguas servidas.

 

Las operaciones de acabado consistían en secar, revestir, sujetar con estacas, sembrar, pegar y lavar las pieles lo largo de todos aquellos corralones que lindaban con las alfarerías, las azacayas y el molino del zumaque.

Como era frecuente, junto a las tenerías, se encontraba el molino de zumaque donde se molía la harina para curtir  las pieles, Era de pequeñas dimensiones con una piedra de rodezno para obtener  el zumo tras la trituración de las hojas  que con las corrientes de aguas de las azacayas limpiaba  y trataba los cueros.

 

Desde mediados del siglo XIX el cromo, un elemento más barato, pero más nocivo, pasó a sustituir al zumaque. Recientemente y debido a la más estricta legislación ambiental y de salud de la  CE para el cromo, y  se inician  investigaciones para su recuperación como curtiente natural y cultivo en zonas deprimidas. Hoy el zumaque en  el paraje de los Tajos de Alcalá es un testigo solitario  y estético de otro tiempo, que  en el primer o segundo domingo de noviembre atrae a muchas personas del turismo interior, un complemento en las tierras de Alcalá, que han comenzado este día con el nombre de Domingos del Zumaque. Muchos se preguntan si este producto, sin olvidar su complemento medioambiental, no entra en los planes de las nuevas agendas europeas. 

 

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