AÑOS NEFASTOS
A lo largo de la historia, la sociedad se mueve en un
péndulo que marca por ciclos, años o meses, los acontecimientos de los pueblos. A
tiempos llenos de bienestar, acontecen momentos trágicos, en los que surgen los desastres naturales, las crisis de subsistencia o de pestes, plagas o
epidemias. Más o menos, se ven afectados territorios extensos; en ocasiones, se
ciñen las desgracias y el desafortunio a comarcas o municipios, y, actualmente
se ven afectados por el efecto multiplicador de la globalidad.
Ya los romanos dividían su calendario
entre días fastos y nefastos. Marcados con F o N solían permitir las
actividades humanas o religiosas, en su exclusividad. Pero no fueron solo estas
siglas las que privaron, sino que se añadieron otras como los días comitiales o
de asambleas, los NP, nefastos en parte que permitían las actividades en secciones
del día en las que celebraban las fiestas. Pero, este concepto del calendario
cambió totalmente convirtiendo los días fasti en festivos y los nefasti ,
reservado a los dioses, en los días terribles para los vecinos.
. En la comarca de la Sierra Sur, durante
el periodo comprendido entre 1580 y 1585, fueron unos años difíciles, sobre
todo para la ciudad de la Mota, su territorio abacial y de corregimiento. A principios del quinquenio, el licenciado
Nino acudió como juez de residencia para llevarla a cabo al Juan de Torres
Garnica, y ejerció el cargo de corregidor desde este año
hasta el año 1584, pues se le prorrogó en la primavera del 1581 .
En su primer año del corregimiento del licenciado Nino tuvo que
organizar la participación de las milicias alcalaínas en la guerra
contra Portugal. No se respondió como obligaba la Corte de Felipe II, sino que ,
al estar empeñada Alcalá desde el levantamiento morisco del reino de
Granada, su participación se redujo a diez carretas, veinte hombres y cuatro
bueyes y una segunda remesa de tocino y cereales ( garbanzos, guijas, habas…)
sacadas a los vecinos de la ciudad. Similar fue la postura de Loja,
ciudad del corregimiento alcalaíno, también alegaron pobreza los vecinos y sólo
se envió una compañía de Costa al mando de Iñigo del Rosal .
Si el año 1580 se había visto inmersa la ciudad
en las campañas militares y abastecimiento de tropas, en 1581, se
llevó a cabo otro alarde para hacer una leva de 100 hombres porque venían las
tropas de Abdalá desde Constatinopla a Árgel. Además, se le acumularon
nuevas y variadas desgracias, entre ellas, una plaga de langosta
por el mes de marzo en todas las ciudades de su corregimiento. Incluso, se saldaron
gastos extraordinarios como las exequias con motivo de la muerte de la
reina, para pagar los lutos, túmulo y funciones religiosas.
En 9 de octubre
del 1580 se produjo jn terremoto, con el que se resintieron varios edificios,
cuyo epicentro fue la ciudad malagueña de Alora. Se cayó parte de la
torre del Homenaje sobre el Alcázar y la calle de la Escaleruela. Unos
días después, la torre de del Gabán, junto con la torre del Pendón, la del
Farol, el adarve y edificio de las Carnicerías y toda la muralla del Gabán. Con
su derrumbe cegó el paso y las calles que comunicaban la fortaleza por el
Postigo hacia Santo Domingo. De la trascendencia de esta obra lo dan las
medidas de todo lo caído, suponía sesenta metros de largo por 24 de alto.
Pronto se iniciaron las obras de las Carnicerías. Vinieron el maestro de Málaga
Diego de Vegara, emitió informe y trazas Gabriel de Aranda, e incluso Alonso de
Barba.
.
Los regidores y el corregidor del año 1581 hicieron lo que pudieron para reconstruir
esa parte de la ciudad, que era la puerta principal a la plaza de la Mota,
y a los edificios más importantes que se albergaban a su alrededor, la
Casa de la Justicia, las Casas de Cabildo, la Cárcel y la
Iglesia Mayor, no sólo, recinto
urbanístico sino lugar obligado de comercio principal de la ciudad. Por eso, en
el otoño de 1582, la torre del Gabán o de la Justicia la desmontaron
hasta arrasarla y nivelarla con las demás murallas y Gabán, pero en la mañana
del día siete de febrero un nuevo terremoto produjo una ruina inmensa en los
fundamentos y cimientos de las torres del Pendón y del Farol y las traviesas
del lienzo, donde se apoyaban el mirador que la ciudad tenía en la plaza
pública. Murieron de doce a quince personas y se derrumbaron varias casas de vecinos
(cinco mujeres y un viejo), con los que se cerró el paso de los vecinos a la
plaza, a lo que hubo que abrir un portillo para poder salir a veinte pasos de
la plaza; acudieron maestros como Alonso Barba de Jaén.
También tuvo que afrontar una epidemia de
peste bubónica que se extendía desde el mes de abril de 1580 en muchos
pueblos de Andalucía. En el mes de octubre, en Alcalá se tomaron medidas
y encendieron hogueras con romero y fuegos en el domingo día uno, para
que cesaran las enfermedades que había en la ciudad y hubo que emplearse
a fondo, de nuevo en el año siguiente por el mismo mes, y en el mes de
julio de 1582, impidiendo la entrada de los transeúntes que venían de Priego,
cerrando las ventas y las puertas de la ciudad, se pusieron unas cuadrillas provistas
de arcabuz al frente de un guarda para recoger a la gente que anduviera por los
campos , y, como era normal, se realizaron las acostumbradas plegarias y
rogativas celebradas por el abad en la iglesia Mayor.
En muchas ciudades, se alegaba que el desembarco
de tropas por Málaga había producido la epidemia a través de los soldados que
intervenían en Portugal.
En Alcalá la Real, hay noticias del paso
de las tropas del capitán Hernando de Caraveo, con Juan de Aguirre, vecino de Málaga,
y la presencia de la peste todavía en Andalucía por la zona de Málaga en 26 de
noviembre de 1582. Por un documento de poder al alférez Pedro de Navarrete de
Estella ante el escribano Gómez Muñoz (legajo 4695, folio 70 y ss.) para
comparecer ante el presidente y Señores de la Chancillería de Granada con el
conducto y la patente de don Álvaro de Bazán, capitán general de las Galeras de
la Armada de España, presenciamos como afectaban las medidas contra epidemia,
incluso en el tránsito de las tropas por las ciudades. Por este conducto,
se obligaba a hacer una leva para formar compañía de infantería en las ciudades
de Málaga, Loja, Antequera, Alhama y Alcalá la Real Y manifestaba el capitán:
Como es notorio, no se puede entrar en
la dicha ciudad de Málaga ni su tierra poder ser la dicha gente respecto de la
peste contagiosa que en la dicha ciudad de Málaga en su tierra dicen haber, e
puedan pedir que por los dichos señores la dicha gente de Infantería se pueda hacer
en el marquesado de Priego y condado de Cabra o en otra cualquier parte donde
los dichos señores fueren servidos.
También, llevaba el poder con el encargo para querellarse con la ciudad de Loja
y otras partes " por razón de no dejar entrar la dicha compañía,
ni al soldado en la dicha ciudad habiendo habiendo mostrado testimonio como debían
de tierra sana y pida los intereses y costas que a mí y a los dichos soldados
se nos recreció". Y solicitaba nuevas providencias para entrar en
otras tierras.
Los años veinte del siglo XXI son años nefastos para
la sociedad alcalaína y su corregimiento. A la pandemia del coronavirus,
se añade el enjambre sísmico que ronda por la zona, el calentamiento
atmosférico y sus consecuencias. Menos mal que el ejército asiste con sus
servicios a los pueblos y no es una carga, como en siglos anteriores, tanto por
el alojamiento como por las levas que despoblaban a los territorios de los
hombres más jóvenes. No todo iba a ser nefasto, en este caso la ayuda militar
convierte a los pueblos en la esperanza de los años fastos. De seguro que comenzaran a acontecer.
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