EL MAESTRO BORDADOR JUAN MARTÍNEZ MONTAÑÉS
Hace dos semanas, llevamos a
cabo la descripción de la familia y entorno de Martínez Montañés, en concreto
sus abuelos por la parte materna y su padre el bordador del mismo nombre y
apellidos. En este artículo, nos centramos en la estancia y oficio del padre en
Alcalá la Real y Granada donde le acompañó su hijo, en su fase de aprendiz de
escultor de Pablo de Rojas. En Alcalá la Real, por los años setenta y ochenta
del siglo XVI, el padre de Montañés ejercía de bordador y mantenía abierto un
taller de bordado, donde acudían los clientes, cofradías, eclesiásticos y
particulares que hacían donaciones de vestidos sagrados a las iglesias y
conventos. Hay constancia de la presencia de su relación con mercaderes de la
seda, contratantes e, incluso, miembros de su taller, entre ellos los
aprendices. Un nuevo documento de contrato o carta de
aprendiz en 1578, lo comprometía con Juan de Cueto para educar en el arte del
bordado a su hijo Pedro de Torreblanca, de edad de trece años (Hernán Sánchez,
Legajo 4676. Folio 189 v. en 23, julio de 1578). El objetivo consistía en
aprender el oficio sin encumbrar nada. Le debía dar de comer, vestir, calzar y
beber y 12 ducados tras el periodo de aprendizaje en cinco años (al presente
del documento cuatro ducados para Navidad, otros en San Juan y al finalizar el
resto). Se obligaba el maestro a enseñarle o bezarle todo en este arte del
bordado, sin ninguna reserva para que lo dominara en su oficio; también en no
emplearlo en algo ajeno al oficio y mantenerlo bajo su cuidado esos años y en
que no se rompiera los vínculos salvo que se fuera de la casa. Con
esto, Martínez Montañés debió mantenerse en la ciudad hasta el año 1582
aproximadamente, como demostramos con otros documentos. Y es curioso el
apellido del aprendiz, que no lo encontramos más que en el clérigo Diego de
Torreblanca, beneficiado y mayordomo de la Abadía.
EN GRANADA
La
fiesta del Corpus Christi fue y es una de las principales celebraciones de la
Iglesia Católica en honor a Jesús Sacramentado. No cabe duda que la
Contrarreforma y el Concilio de Trento coadyuvaron a su difusión y su
propagación. Como dice Amador Vico, " El Concilio de Trento abordó
el tema de la Eucaristía en dos sesiones y desde dos puntos de vista: el
dogmático –definiendo con claridad la presencia real de Jesús en el Santísimo
Sacramento, rebatiendo así las tesis protestantes– y el reformista –intentando
corregir prácticas supersticiosas que con el paso del tiempo se habían
implantado en torno a la misa. El pueblo católico suele celebrarlo con el
día festivo del Corpus y su correspondiente octava. Junto con la misa oficial y
procesión, se añadía, por otra parte, el acompañamiento de muchos elementos
profanos que acompañaban la procesión, a través de la comparsas de los gremios,
recitaciones de grupos de música y escenificaciones de
autos. También comenzaron a surgir las nuevas hermandades sacramentales
con el nombre del Santísimo Sacramento. En concreto, el 12 de mayo de 1581, el
cabildo municipal de Alcalá la Real suplicó al prelado su erección cofrade,
basándose en la bula “Dominus
Noster Jesus Christus de Paulo III,
que concedió la aprobación de la
cofradía . En Alcalá se comisionaron
a los miembros, Pedro de Pineda, el alcaide Rodrigo de Góngora y Juan de Aranda
Góngora, ante el Arzobispo de Granada, para que “ franquease copia autorizada de ella, “.
Y trajeron desde la capital de la Alhambra el decreto de fundación y las
constituciones, que conservaron en el archivo de la cofradía. Muchos hidalgos y
miembros del cabildo pertenecieron a dicha cofradía. Se realizaron sus andas,
su custodia, y otros objetos litúrgicos a lo largo de los siglos XVI y
del XVII. Entre objetos, era fundamental que se distinguiera la cofradía con la
insignia correspondiente. Y, muy curiosamente nos la encontramos ante el
escriban0 Alonso Ordoñez (legajo 4610, folio 130) en 14
de febrero de 1586, siendo testigos Juan de Baeza, Luis Hernández de Cardera y
Alonso Gutiérrez de Villalobos.
Por el documento de obligación y contrato, el
broslador Juan Martínez Montañés se comprometía a realizarlo a la cofradía. Se
aportan nuevos datos sobre su vida y la estancia de la familia en Granada. Pues
era vecino de esta ciudad en la colación de Santa Escolástica, y vino a Alcalá,
donde, como estante, llevó a a cabo la operación y contrato. Y
especificaba “me obligo a hacer un paño para la cofradía del Santísimo Sacramento
, que en esta ciudad está instituida, que se entiende de la insignia del
Santísimo Sacramento, que es el cáliz con la hostia y dos ángeles, que le
acompañen”. Por este tiempo su hijo, el Dios de la Madera, vivía con
el padre antes de su marcha a Sevilla.
Sus medidas eran 56 centímetros de ancho y 66 de largo
“han de tener dos tercias de ancho la bordadura , y de largo tres
cuartas en proporción y, según la forma y manera que está en las muestras
firmadas de los nombres de los señores Pedro de Pineda
Valenzuela e Pedro de Pineda Góngora, regidor, que yo llevo en mi
poder y queda en el susodicho". Y añade “junto con esta bordadura en los remates a de tener
cuatro agnus Dei y estos han de tener cuarta de ancho en redondo, y en las cuatro
esquinas del paño flores grandes, que acompañen a la insignia del largo una
tercia, y otra de ancho". La fecha de finalización era, “y a de
estar acabado de esta forma para el Domingo de Ramos primero”. El precio “se
me han de dar cuarenta ducados y, si apreciado montare más y en este aprecio
subiere hasta veinte ducados, se me han de pagar diez solamente y, si montare
menos de los dichos cuarenta ducados, y sí el aprecio se hiciere eso, se me ha de pagar y no más. Quiero en cuenta
de los dichos señores Pedro de Pineda Valenzuela y Pedro de Pineda Góngora doce
ducados y, lo de más de ir pagando y, acabado de hacer, se han de acabar de pagar y no
cumpliendo los susodichos doy facultad os susodichos que por
los dichos cuarenta ducados e intereses e costas se me pueda
ejecutar”. Exponemos en el presente artículo un grabado, parecido al
que debió servir de modelo, y estandartes con la iconografía descrita muy
interesante para el caso de que se quisiera reconstruir este estandarte, como
se hizo con el de la Virgen de la Cabeza.
Por otro documento se
comprometía en 13 de noviembre de 1595 con la iglesia de San Pedro del Castillo
de Locubín, para realizar un terno con el mismo escribano ( Legajo 46 , folio
346). " para su servicio y culto divino que se haga una capa de
damasco de azul bordado con su azanefa y capilla bordadas sobre terciopelo
azul de un romano de oro henchido y troncos de garraspes y asimismo tiene
necesidad de una casulla ni más ni menos del mismo damasco y obra de la
dicha capilla a la redonda con franjones de oro y seda azul y
asimismo tienen necesidad de dos dalmáticas las cuales aj de ser de
terciopelo carmesí bordadas de terciopelo del mismo color, los faldones y
bocas mangas , cabestros y collares y collarejos , los cuales han de llevar un
romano de oro llano , los ojos y los troncos de oro matizado a la broca con sus
figuras plateadas y campos de púpameles. Se obligaba ante el
mayordomo a acabarla a la perfección a vista de oficiales. Debía de soltar
la quinta parte de la factura y el oro y la seda y demás materiales debía pagar
la iglesia del Castíllo.
Por estos años noventa debió morir el
bordador o broslador Juan Martínez Montañés, y le dejó la antorcha de los
contratos de la sede abacial a otro bordador granadino, Andrés Díaz parroquiano
de la iglesia de La Magdalena. Ya escribimos algo de su arte con motivo del
libro de la Historia de la Real Cofradía de la Virgen de la Cabeza, pues hizo en
los años finales del siglo XVI el gallardete que presidió la
cofradía durante el siglo XVII y posteriores. Abundamos en sus aportaciones a
la historia del bordado en Alcalá la Real. Sirva de ejemplo este documento del
escribano Alonso Ordóñez en 13 de junio de 1595 (Legajo 4616, folio 103),
en el que el clérigo y presbítero Rodrigo Ordóñez, familiar suyo,
contrató con este bordador granadino estante en la ciudad abacial, una
serie de piezas y se comprometía a pagarle 711 reales y medio. de quince
varas de raso morado bordados todos los campos con trece hilos de
oro y veinte y ocho sesgos de guarnición bordados de guarnición de oro de
canutillo y de seis varas y media de raso canutillo y seis varas y
media de raso amarillo bordados los campos con tres hilos de plata y oro
y tres sergas de una guarnición negra bordados de oro de canutillo
sobre terciopelo amarillo y sobre veinte y dos sergas bordadas sobre terciopelo
azul, para una ropa, bordados de canutillo, y del resto de todo lo
susodicho queda deber los susodichos ciento y once reales y medio.
Ya había muerto el
bordador Juan Martínez Montañés, el escultor se hallaba en Sevilla, y Andrés Diaz ocupó el mercado alcalaíno del
bordado.
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