ANTES
DE MARTÍNEZ MONTAÑÉS, UN BORDADOR DE FLANDES
EN ALCALÁ LA REAL
Siempre nos hemos preguntado sobre los bordadores que confeccionaron los ornamentos
religiosos de la iglesia Mayor Abacial y de otros templos de Alcalá la Real,
que se erigían por aquel tiempo, como los conventos de trinitarios y franciscanos
o el de San Juan, Veracruz, San Sebastián, Santa Ana o San Pedro de Castillo de
Locubín. Se desprende de la laguna
ingente de documentación que se presenta antes de la incierta la llegada del padre de
Juan Martínez Montañés, siempre que suelen aparecer algunos datos sobre
contratación de ternos, dalmáticas, casullas, frontales, gallardetes,
estandarte, banderas, pendones y lienzos colgantes. Frente a ello, abundan el
comercio entre mercaderes y tejedores
granadinos, jienenses y alcalaínos ejercitando un intercambio que pone
de manifiesto la presencia de la venta y la elaboración de estas prendas y
objetos de las artes no suntuarias. Hace un año, con motivo del 450 Aniversario
del Nacimiento del famoso imaginero Juan Martínez Montañés traíamos a colación
a su padre confeccionando para esta tierra el primer pendón de la cofradía de la Virgen de la
Cabeza de Alcalá la Real. Destacábamos su taller de bordado y lo relacionábamos
con el mundo de artistas alcalaínos, sobre todos los Sardos a la hora de
ofrecer los primeros pasos de su hijo el Lisipo Español en el mundo de la
imaginería. Repasábamos, en breves líneas, alguna documentación sobre otro
estandarte para la misma cofradía realizada el séptimo decenio del siglo XVI, atribuciones
de ornamentos religiosos a sus magníficas manos, pendones de la ciudad, y su
traslado a Granada juntamente con su hijo Juan en el taller de Pablo de Rojas.
Tras su marcha, aquel vacío de su taller en tierras alcalaínas fue completado
por otros bordadores, muchos de ellos granadinos como Andrés Díaz que se afincó
en Alcalá la Real y le renovó los estandartes a la misma cofradía de la Virgen
de la Cabeza de Alcalá la Real, al mismo tiempo que multiplicó su presencia en
muchas cofradías y ternos de iglesias.
Pero, antes de este Montañés de linaje oscuro, el bordador
ocupaba un lugar privilegiado en los recintos religiosos y de particulares. Es
interesante que ante el escribano alcalaíno Antón García de los Ríos en 24
de abril 1552, se nos muestre un broslador, otra manera de llamar
los bordadores, y lo hacía para unas dalmáticas de una institución regular
trinitaria.
Se lo había encargado el Monasterio de Frailes y
Convento de la Orden de la Santísima Trinidad. Por lo que se deduce que el
convento alcalaíno era mixto. Son los
frailes los que administran, en un número de unos diez miembros, como hemos
descubierto en otros documentos notariales de esta fecha, dirigidos por el
padre Pedro Carrión, y que regentaban también el convento de monjas de Nuestra Señora de los
Remedios. Una situación extraña, con grandes problemas de jurisdicción y
convivencia, puesto que se llegó incluso a la entrada del convento por parte del
corregidor Montano utilizando la fuerza
para pacificar la situación.
En este documento se
declaraba que el escribano Luís de Pareja era el depositario de
unas dalmáticas realizadas por el broslador Pedro de Flandes, vecino de
Granada" ejecutadas
al precio de cincuenta y cinco ducados y medio, y se le dieron y pagaron veinte
ducados, y se le debían y restaban treinta y cinco ducados y medio, cuales por
hacer buena obra espera que me constituya de ellas". No es de extrañar que el cabildo de frailes de aquel monasterio encargara estos ornamentos, pues debían
acudir a muchas ceremonias religiosas de fiestas y exequias vestidos con estas
dalmáticas, utilizadas principalmente
por los diáconos, Es fácil imaginarse
aquellas vestimentas enriquecidas en las bocamangas, hombreras, franjas
por delante y espaldera a través de ornamentos y dibujos. Con el color
del tiempo litúrgico Además, en este sitio, fueron utilizadas por los frailes que
acompañaban a los oficios de la misa al vicario. .Debían pagarse la deuda
antes de fin agosto en la ciudad de Granada y para ello se
convirtió en nuevo depositario de las dalmáticas el jurado Pedro de Frías con
el compromiso ante el escribano y con el consentimiento de embargo de bienes en
la dicha cantidad, si no lo cumplía, de los 35 ducados y medio.
También fue un dato muy interesante de este documento para
la historia de este bordador flamenco su presencia en Alcalá la Real porque había
realizado varias obras en Granada con la llegada de los artistas y comerciantes
flamencos en Granada. Y, unos años, después, se afincó en Sevilla. Nos indica
que en el campo del bordado tenía una
gran relevancia la importación, tan sólo por este tiempo hemos encontrado un
Juan Martínez, sastre, que podríamos relacionar con la familia de Montañés en
Alcalá.
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