La conquista cristiana
Con la conquista
cristiana, desaparecida la inestabilidad de la frontera y la posible tala de
campos y vides, la expansión del viñedo
es un hecho innegable. Además, de elemento esencial para la vida y de productor
de riqueza, el vino impregnaba todas las
actividades de la vida. Así lo recoge la poetisa alcalaína María Pilar Contreras:
“Tremolado
el estandarte de la Cruz en las torres de la Alhambra, lanzados del suelo español
los hijos de Mahoma, ya Alcalá entró en una vida tranquila, tan de desear,
después de una serie no ininterrumpida desangrientas y ncarnizadas luchas. Los
capitanes que mandaban y los nobles que siguieran, formaron la primera clase
social, los demás habitantes cultivaban el hermoso terreno virgen. A las
márgenes de los arroyuelos que brotaban al pie de las gigantescas rocas,
levantabánse las humildes casas de campo, hoy aldeas, hiciéronse plantaciones
de extensos viñedos, espesos bosques de álamos y frutales, dando rápido impulso
a la agricultura y a la ganadería”.
Con la conquista de Alfonso XI se
mantuvieron y renacieron los viñedos. Por noticias indirectas, se observa que en el primer
repartimiento, el grupo hidalgo se componía de familias, beneficiadas de un cortijo de 100 fanegas,
varios pedazos de cereal u varias aranzadas de viñas.
El paisaje de viñas solía estar en las proximidades de
las aldeas ( La Viñuela en Alcalá y castillo), se entremezclaban las viñas con
las casas; en las zonas rurales, el cereal y viñedo.
Las fincas tenían una extensión de una a cinco aranzadas, que se agrupaban para su custodia con un chozón de támaras, piedras, y retamas para protegerse de los furtivos y disponían de un lagar común: muestra el gran número de nombres como el Cortijo del lagar, lagarillo...).
El viñedo estaba muy protegido en medio de una sociedad eminentemente pecuaria por medio de algunas ordenanzas que impedía la entrada del ganado a los viñedos y el correspondiente aviso por medio de los garabato - hierro y campanos de los perros- para que los viñaderos, viñadores y guardianes de viña se protegiesen ante la llegada del ganado.
Los viñadores vigilaban varias heredades, y tenían que recibir permiso del corregidor para ejercer su oficio. Se protegían de pequeños cobertizos o cuevas de piedra que todavía jalonan el término alcalaíno. Cobraban un sueldo de peón, y no podían llevarse ni la uva para su casa ni para su familia, salvo la que le entregaba su patrón ( tres racimos): tampoco comprar ni arrendar viñas ni hacer trato alguno. Cualquier robo y hurto que llegara a la cantidad de media arroba era castigado con 15 días de cárcel, 3.000 maravedís de multa y una mañana de vergüenza pública en la argolla. Consistía nada menos en sentar al reo sobre el cadalso asido a un madero por una argolla, sujeta al cuello, donde debía permanecer en esta postura para vergüenza pública o mientras otro u otros condenados sufrían la pena capital.
Los
lagares proliferaban en aquel paisaje. Los había en medio del campo: de
cobertizo y una pequeña habitación para recinto de alamacenaje; de cortijo
rural- lagar y vivienda; y de ciudad, sobre todo, en las casas de bodega. Fiel
reflejo el que se encuentra en la Mota. Se prohibía el trato del apareador con
los limosneros o demandante, criados o familiares mientras se pisaban las uvas.
La venta de vino en estos años llegó a alcanzar la cifra de 80 taberneros, mesoneros o particulares. La razón no ea otra sino que la mayoría de la población tenía propiedades de vino y gran parte se exportaba.
Los
primeros meses del año, la venta del vino se centraba por igual a pueblos
granadinos y jiennenses. Decaía en primavera, y en mayo volvía a renacer con la
venta de vino a la ciudad de la Alhambra. Poco a poco, la plantación de viñedos
en pueblos cercanos a la capital del Santo Reino hizo que su venta decayera a
mediados del siglo XVII y se centrara en los pueblos granadinos.
El
vino ocupaba , aparte de su función alimenticia fundamental. uno de los
ingredientes en tres actividades
festivas: las mascaradas o fiestas de víspera, los juegos de caña y
toros y las máscaradas o gremios. Solían
celebrarse con motivo de las fiestas más importantes de las ciudades y las
villas y por las extraordinarias, que
tenían lugar con motivo de la llegada de un nuevo rey o el propio parto
de una reina y , el triunfo del ejército español en algunos de sus extensos
territorios. Se anunciaba con lumbres en las partes de los castillos, mientras
los caballeros recorrían la ciudad anunciándolas el día anterior. Con motivo de
la fiesta, se agasajaba con la bebida a los hidalgos caballeros que acudían de
otras localidades, mientras participaban en juegos que consistían en
simulaciones de luchas de caballeros cuerpo a cuerpo o contra una alcancia,
figura de trapo a la que trataba de clavar alguna de sus armas.
Los gremios representaban ingenios,
que no eran otra cosa que pequeñas comedietas graciosas referentes a sus
distintas especialidades, los tintoreros, los zapateros, los albañiles,...y
sobre todo, los campesinos, que eran los que más pervivieron. A ellos se les convidaba a vino y así ejercitaban con
mayor agudeza todo tipo de excentricidades que no eran capaz de hacerlo estando
cuerdos.
Eran
conscientes de la presencia del vino en la fiesta como esta canción de un
moriscos en las fiesta de san Diego de Alcalá:
Mala
fiesta te dé Dios,
Y
luego tan mal San Juan
Que
te falte vino y pan
Y
tengas catarro y tos.
Pues nuestros antepasados vivían enraizados en una cultura religiosa muy ligada con la agricultura,
en la que el santoral servía de prretexto para cualquier actividad y de
horóscopo zaragozano anticipado:
Así en diciembre, por
Santa Lucía, vuestra patrona se recogía
por el pueblo campesino: Que tantas
fiestas envía. Y más que la noche crece el día:
En enero . San Antón, le guarde las caballerizas y las reses a los
campesinos.
Candelaria, San Blas, San Matías, en febrero Igual la
noche y el día.
Marzo, sin embargo, sin santos, marcea marzador, pardo.
Cuaresma, las máscaras de campo.
Por abril, los pastores celebraban san Marcos e
iniciaban a recoger frutos. Hay varias romerías. Acuden las cofradías con
insignias, hacen danzas de palos y espadas, convites , juegos competiciones de
entre mozos, rondas sortijas, enramadas y actos superticiosos. Como decía Quevedo
en los borrachos:
Envainan, y en una ermita
Beben ya amigos con
sorna
Su pendencia hecha
mosquitos.
Aquí paz y despuñes
gorja.
Mas vino han despabilado
que en esa hagan la
ronda
que en un mortuorio en
Vizcaya
y que en Amberes una boda.
Mayo, mayea,
festero empieza con el Día de la Cruz saca la fiesta a la luz, donde
decía el poeta:
Aquí
dan
En esta ermita del Santo
Que celebra España tanto
Caridad de queso y pan
Y de aquella agua bendita
(¿agua dije? afrenta fue)
de aquel licor de Noé
que tantos dolores quita.
En Mayo, es el momento de renovar contratos los
agricultores y de los clérigos cobrar el diezmo
Al
clérigo la tunda
San Juan los busca.
Por julio, la fecha de a cosecha de trigo y vino:
Con Santa Marina en la mano y Santiago cebado.
En Agosto, el campesino vivía la fiesta por
excelencia:
Agosto y Septiembre no vienen siempre.
Agosto y vendimia no es cada día.
Y ligaba con la actividad de san Lucas que
consistía:
Suelta el buey para las yuntas
Mata el puerco y tapa la cuba.
San Andrés, un mes después, época de matanza y
recogimiento en casa.
Los tipos de vino más frecuentes de las fiesta:
-vidueño o dulce, realizado con
garnacha o moscatel,
-el torrontés o de color amarillo, variedad española de uva blanca y muy transparente y que tiene grano, pequeño y el mollejo muy délicado. Se obtenían viñas blancas y muy dulces.
-
Baladí. Es una variedad de
cepa vinífera de Andalucía oriental, cuyo nombre procede de los árabes.
-
añejo
-
trasañejo
-
yema que se sacaba de la
mitad del tonel
- estrujón con sabor
avinagrado, pus era un vino aguapie que se consegúía con la vuelta dada en la
biagra o soga o d esparto al pie de uva
y apretando bien-
-
mosto
Solían ser almacenados en
tinajas, de ahí que abunden con frecuencia las
bodegas en todas las excavaciones del cerro de la Mota, e, incluso en
los cortijos de alguna que otra aldea. Frente a las costumbres de otros pueblos
y ciudades que se almacenaba en cubas y
toneles, al principio en Alcalá este alamcenaje
que daba una gran calidad, también provocaba grandes incovenientes, pues
se necesitaban de expertos para azarconearlo (
condimentarlo con diversos
productos químicos) y para medirlo a la hora de venderlo en grandes cantidades.
Tan sólo, los medidores de vino estaban facultados para ello. Y no era poco lo
que se sacaba de vino en estos siglos, pues se vendía de mil a dos mil
arrobas diarias en fechas importantes del mes de noviembre, diciembre, mayo y
junio, más de 20.000 litros diarios. Hubo años que la comarca llegó a
sobrepasar los 600. 000 litros de vino de exportación y casi la mitad de gasto
de tabernas, mesones y particulares. Cifra muy significativa para una sociedad
de 2.000 vecinos y unos ocho mil habitantes.
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