FRANCISCO ZÚÑIGA MARTÍN
En nuestros años de estudiante, solíamos basarnos a la
hora de explicar la esencia humana partiendo de una frase filosófica de Ortega
y Gasset. Este filósofo español había expresado “Yo soy y mis circunstancias” y
se hizo un referente del pensamiento español para explicar la vida de las
personas, cada uno de nosotros somos yo y el medio en el que vivimos y no nos
podemos separar de él. A veces, no podemos comprender la trayectoria de la vida
humana de las personas, en sus principios, madurez y final, sino contamos que
algo ajeno, mi circunstancia nos puede romper una cadena bien forjada de
nuestro comportamiento vital.
Viene a
cuento con la pérdida muy desgraciada de Francisco José Zúñiga. Nunca pudo
esperarse un final tan trágico a los pies del templo de la patrona alcalaína.
Fue una persona, que, si hubiera que caracterizarla, se encuadraría en el
espíritu sumo de superación, con respecto a él y su entorno social. Desde niños
dio pasos agigantados en su formación física e intelectual convirtiéndose en
una persona entregada a los demás. Sus padres lo mimaron, y él también los
protegió en los últimos años. Se le despertó el servicio a los demás, iniciando
los primeros pasos del sacerdocio, y se integró en una empresa de trabajo con
una gran proyección de servicio social. Fueron los escenarios de la vida, donde
pudo ejercitar sus virtudes y sus valores. No le faltó la bondad y la
generosidad para colaborar y relacionarse con los demás. Era el hombre afable
que comunicaba muestras de aliento, como le calificaban muchos, un hombre
bueno en el sentido más amplio de la palabra, al que se
nos “nos ha privado de su compañía, de su conversación y de su cariño”. En su
relación solidaria con los demás “Un cristiano ejemplar, un ciudadano
insuperable y un servidor inimitable. Su forma de ser llegaba muy íntimamente a
cualquier persona que le cantaba en sus últimos momentos; “Puedes llorar,
cerrar tu mente, sentir el vacío/y dar la espalda, /o puedes hacer lo que a él
le gustaría:/sonreír, abrir los ojos, amar y seguir/". Y, en esencia
sustantiva no puede describirse mejor su vida que con estas palabras “Bondad,
empatía, amor, paciencia, gratitud, perdón, humildad, solidario, caritativo, involucrado,
servidor inimitable, cofrade, cristiano ejemplar y mejor persona donde los haya
y donde poder reflejarse. Estos de tantos muchos valores son los que tenía Paco
Zúñiga, amigo de todos, amante de su pueblo, Alcalaíno por los cuatro costados
de los de antes, y de valores incalculables, todos hemos sentido una gran
impotencia y la sangre se nos ha revuelto sin lugar a dudas”.
Todos se habían calado del yo personal de Paco Zúñiga,
pero sus circunstancias lo marcaron siempre. Su casa era compartida entre su
vivienda y la diaconía de la iglesia de Nuestra Señora Consolación, donde
servicialmente ofrecía toda su dedicación a la parroquia de Santa María la
Mayor y a cualquiera persona que necesitaba de sus servicios. Su lugar de
trabajo le hizo compartir la representación de rey de armas o de macero alcalaíno
en los protocolos de la vida municipal, guardián de la seguridad de los demás y
de sus bienes, anfitrión y conserje de eventos culturales, sociales o
servicios. Y, en la voluntariedad, tuvo
su campo con muchas obras solidarias y en CÁRITAS de Alcalá la Real, donde no
cejaba de aportar sus inquietudes y aportar muchas horas de su vida en favor de
los demás y de la inclusión.
Estas eran los escenarios de sus circunstancias. Pero
no esperaba la última circunstancia marcada por el sino y el destino, por la
mano que le corto los últimos alientos de la vida, que detuvo todos los momentos
compartidos, por sus confidencias, por su entrega generosa, por su tiempo y por su vida. Te convertiste en
altar lleno de luces y de flores en la placeta de Consolación, en ara de
sacrificio martirial, como ejemplo de una vida de entrega. Nunca estuviste
solo, y, sobre todo, quedaste de testimonio frente a la rabia contenida. Se
entienden estas palabras del edil mayor.
Particularmente quiero quedarme con
todas las virtudes que nuestro amigo Paco Zúñiga practicaba día a día, ese es
el camino que elijo y seguiré practicando, sin rechazo social por ninguna causa
como el mismo hacía, dando ejemplo en todas las acciones que siempre se han
emprendido en nuestro pueblo, de las que él con ejemplaridad participaba , eso
es lo que el seguro haría, aunque la rabia por dentro le comiera como a todos.
Paco fue él y sus circunstancias. Pero, ante tanta generosidad y amor no se
merecía nunca la tragedia de su última circunstancia.
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