EL LATONERO, UN ANTIGUO OFICIO
En el libro de Alcalá
la Real. Cancionero, relatos y leyendas, se escribía sobre los
lañadores que acudían a la ciudad de la Mota a principio del siglo XX,
ambulando por la calle mientras pregonaban, mediante el lañado, el arreglo de
lebrillos, cántaros, fuentes, platos y todo tipo de cerámica, y los asociamos
con los que arreglaban sombrillas y cántaros y ánforas metálicas. Como era un
oficio que escaseaba en la ciudad, hasta que se establecieron unos latoneros de
origen italiano, un siglo anterior, se comentaban que eran escasos en los
establecimientos de tiendas, a pesar de que latoneros, también los hubo y se
pagaron sus gastos en la edificación del ayuntamiento alcalaíno allá por el
cuarto decenio del siglo XVIII. Pero ha caído en nuestra manos un documento que
versa sobre el testamento de Alonso González, vecino de Priego, que rendía
sus últimas mandas en Alcalá la Real ante el escribano Francisco Ordóñez, el 19
de julio d 1537, recién estrenado el uso del latón sustituyendo al cobre y
bronce en los utensilios de la cocina y de otros menesteres como el arte, que
ejercían sobre todo los caldereros, dando lugar a gremios y nombres de calles
en las grandes urbes como la de Los Caldereros o la Calderería de muchas ciudades..
Se beneficiaban de la maleabilidad del latón, esa aleación de cobre y zinc, que
les permitía superar y multiplicar las formas artesanales y artísticas anteriores, Además,
no era extraño que este latonero también trabajara el estaño, plomo, cobre y
bronce, sin tocar oro, plata, acero o hierro. Tampoco nos extraña que
fueran los precursores de fabricación de otros productos que conocemos
como los cubos de pozos, candiles, embudos, las formas para dulces, bandejas, calderas,
…Hasta que se montaron tiendas de latón, solían acudir latoneros de otros lugares en
las plazas públicas de la Mota, o del Ayuntamiento posteriormente; y, en la
feria de Alcalá, donde vendían sus productos.
Los latoneros también,
como hemos comentado lañaban y sellaban las tinajas y botijos, nuestros pipos,
cántaros, dolias etc. Todavía se encuentran sus huellas en los museos
etnográficos donde se exponen sus objetos como el de Artes y Costumbres del
Palacio de Villadompardo de Jaén.
El latonero del siglo
XVI, Alonso González no puede quedar desapercibido. Había caído enfermo en la
ciudad de la Mota y requería los servicios del notario para declarar sus
últimas intenciones. Quería ser sepultado en la iglesia de Santo Domingo de Silos,
y dejaba parte de sus bienes e ingresos en sus hijos Juan González, Beatriz y
Marta González, curiosamente, a todos los había dotado con bienes en sus
matrimonios. Y, esta última se casó con Martín Hernández de Bailén, vecino de
Priego. Años más tarde, el maestro de obras Alonso González, trabajaba en
Alcalá, y su hijo Luís González de Bailén se casaba con la hija de Ginés
Martínez de Aranda. No es de extrañar la relación de los lañadores con los
arquitectos, pues intervenían lañando las paredes de murallas y edificios públicos.
Y Ginés requirió sus servicios en el Gabán de la Mota. Pervivieron hasta los años
cincuenta del siglo XX, existían latoneros, hojalateros, caldereros de feria y
otros relacionados con estos nuevos oficios en tiendas de barrio y en la plaza
principal. Pero la voz de los latoneros se extendía por los barrios avisando a
las vecinas demandando el arreglo de todo tipo de cacharros de cocina con precios muy baratos para las familias
pobres. Aquellos hombres con su cajita metálica y un hornillo portátil,
alimentado con carbón, derretían el estaño con los calientes soldadores con el
fin de arreglar a las vecinas sus objetos domésticos. Tras su cobro, se marchaban con su bicicleta
de anchas ruedas y un portalin de madera, diciendo ¡Latonero! ¡Se arreglan
cacharros de lata y cántaros de porcelanaaa!
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