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jueves, 5 de diciembre de 2019

DEL CAMELLO AL PARAJE DE LA CIUDAD. en Ideal Acalá la Real.




Hay núcleos alcalaínos que existieron y desaparecieron antes de que se hablara de la España vaciada. Respondían a tiempos de conquista del monte entre roturaciones, desmontes y talas salvajes. Incluso, a periodos en los que los movimientos migratorios le incidieron por razones bélicas, sociales o económicas.  Para encontrarlos, mejor es venir acompañados. Por expertos o guías del lugar, y los mejores cicerones son los alcaldes pedáneos. Con Antonio López Moyano, recorrimos de la dehesa del Cam

ello hasta el núcleo desaparecido de la Ciudad. Por la calle, donde pasa el antiguo camino de las Pilillas que se adentra al Camello, se dirige la ruta hacia una amplia colada. Esta penetra en los actuales terrenos de la  Sierra del Camello, y  llega  a una era, desde donde nuestro  guía nos dirigió una lección de las casillas abandonadas y el hábitat disperso que emigró a otras tierras en la segunda mitad del siglo XX, al mismo tiempo que explicó la roturación de estos terrenos, los chozones y las casas derruidas , que abundaban a las faldas del Camello; a ellas se entra por veredas desde una colada central que sirve delimitación de las suertes y trances junto con elementos geográficos como barrancales y arroyos.  
Y, a continuación, por una puerta de cerco entramos a una vereda de ganado encerrado por vallas, proseguimos el camino, en medio de un paraje de fresco natural entre chaparros, encinares, monte bajo y un camino, que no se prestaba a descuido alguno porque podía uno dar de bruces en el suelo. Una larga columna de un solo individuo abrazaba al monte y divisaba las cimas de los montes cercanos.  En algún paraje, pudimos contemplar los montes de derredor desde Villalobos hasta Mures. La Pedriza, Alcalá, Santa, Ana, algo de Frailes, la Martina, Marroqui, y, asomando Ahillos, las Sierras de Jaén.    
Enlazamos con el camino de Illora que nace en la Peña del Yeso. Más ancho,  y menos peligroso, se rondaba por un terreno de ganado mientras subíamos una cuesta empinada hasta las Caballerizas, Antes, nos detuvimos en la cuarta dolina, la de la Calera, el antiguo hoyo de Cequia, donde recibimos una lección doctoral del alcalde pedáneo ( no lo digo fingidamente, sino con toda la sinceridad del mundo), con la que nos ilustró del origen de esta dolina que simula el coso taurino rodeada de un graderío natural, donde todos sentados escuchábamos su origen geológico tras una erosión natural y comparaba con las cuevas de Aracena, Y recordó el caudal del pozo y su potencia preservada gracias a sus gestiones del alcalde pedáneo; no reparamos en establecer una confrontación con la descripción de los humedales del Libro de  esta dicha vereda sale del Palancares, alindando a la mano derecha con la dicha agua que baja de Acequia hasta que se aparta de ella y entra por  mano izquierda  tierras de propios de esta ciudad, n las quales por esta dicha mano llega hasta el camino de Granada, y passado del va todavía las  dichas tierras alindando por aquella cordillera arriba hasta lo realengo de los Hoyos que dizen de Azequia do acaban esta vereda”.

Luego, topamos con un ganado ovino protegido por unos obesos mastines que nos miraba a los caminantes de reojo bajo la protección de sus pastores y dueños. Al llegar a las Cabrerizas, contemplamos los abrevaderos antiguos y modernos realizados de forma daliniana con bañeras reutilizadas. Llegamos a un  cortijo abandonado y a las antiguas cuevas de arenisca para lavar los objetos de metal en las cocinas de la Sierra Sur. En este cerro existe un fenómeno geomorfológico, que ha dado lugar a una formación rocosa muy particular, producto de un proceso de erosión diferencial causada por los agentes meteorológicos. Es cierto que la peculiar formación a la que nos referimos, ha sido objeto de culto en épocas pasadas, como lo atestiguan las romerías que hacían los habitantes de la aldea hacia este lugar, así como la denominación que recibe: la Virgen del Camello.
Por una vereda exterior, nos adentramos a esta roca contemplando  terrenos granadinos, el cortijo del Menchón, el Quejigal, las Parrillas, el valle, las lindes y campos extensos de olivar y cereal, regado por el Palancares.   En sus derredores, parecía un encuentro romero y, atentos a las palabras de Antonio López, recordamos el origen de aquella roca humana con similitud icónica de una virgen theotocos, donde se celebraba la fiesta de abril por el día de San Marcos. Bajamos el camino y nos dirigimos a la carretera que se dirige al Menchón Alto, desde donde nos adentramos una vereda que nos conducía a la Ciudad, un lugar curioso que fue la mayor concentración de este partido de campo en el siglo XIX y XX, superando a los núcleos de Cequia, Pilillas y Ventorrillo. En el diccionario de Madoz, este núcleo formaba parte de las 34 casas dispersas del partido del campo en que se halla dividido el término de la ciudad de Alcalá la Real, y afirmaba demás casas son insignificantes, edificadas en suertes de propios.  Y, alude a este entorno el Camello, más elevado y extenso que los anteriores de la Jineta y Malabrigo, y aunque de su misma naturaleza, casi todo cubierto de monte bajo , pues las numerosas y corpulentas encinas que lo poblaban han desaparecido para leña este monte y sus faldas se denomina dehesa del Camello, que corresponde al cauda de propios , y los 3 cerros forman cordillera de Este a Oeste a 1 leguas de Alcalá la real. El río Palancares atraviesa en dirección de Oeste a Este este partido de campo, cuyas tierras en su mayor parte son de buena calidad.


Al bajar nos encontramos con un antiguo pozo cubierto con la forma de los antiguos pajares, carrucha con cubeta y bebimos de su rica agua. 
Descendimos y llegamos a un fresno, a un quejigo, testigos del antiguo arbolado medieval, y a una doble encina, donde los aldeanos de los años posteriores a la posguerra celebraban la fiesta de la Virgen de Fátima. Parecía como si el Menchón Bajo nos mirara y nos solicitara una visita para otra ocasión. Pues se conserva de 1917  un  plano, obra  del Anselmo López  Nieto,  y recoge toda la comarca alcalaína, y, en este partido podemos distinguir los siguientes datos geográficos que nos sirven  para mostrarnos un paisaje y un hábitat con una mayor proliferación de casas, chozas, cortijos nuevos que en la referencia actual,  y, el  mantenimiento de los ACTUALES  en el cruce de camino de la Escaleruela y Ciudad, casilla del Tío Sancho,  el núcleo de la Ciudad , casa de Francisco Coca,   Juan Pérez, Dolores Márquez ( estas tres junto al límite).

Entre olivos, actualmente llegamos a las ruinas de las antiguas viviendas de La Ciudad, rememoraban los roturadores de terrenos de propios que lindaban con los de los monjes cartujos, desamortizados por Mendizábal. También, nos recordaran a la vivienda de muchos vecinos de mediados del siglo XX, entre ellos la familia Arjona y a mí me vino a la mente la de Adolfo Díaz. Muros medio caídos, ventanas sin marcos, hornos de barros entre maleza y los olivos, una fuente seca donde había triones y otros anfibios de su misma especie. Seguimos ya por una amplia vereda y una cuesta hasta dar de nuevo con la carretera asfáltica, nos detuvimos en los Capachos, en su mirador, nos miraba el Quejigal y compartimos lecciones de su antigua atalaya, bajamos a la plaza de la ermita de san Isidro, luego por la carretera y más tarde por la trocha hacia las Pilillas.  

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