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domingo, 1 de diciembre de 2019

EL LATONERO EN ALCALÁ

UN LATONERO ALCALAÍNO 

Escribíamos en Alcalá la Real. Cancionero, relatos y leyendas, sobre  los lañadores que acudían a la ciudad a principio del siglo XX, ambulando por la calle mientras pregonaban el arreglo mediante el lañado correspondiente de lebrillos, cántaros, fuentes, platos y todo tipo de cerámica, y los asociamos con los que arreglaban sombrillas y cántaros y ánforas metálicas. Como era un oficio que escaseaba en la ciudad, hasta que se establecieron unos latoneros de origen italiano, un siglo anterior,  los comentábamos como escaso en los establecimientos de tiendas, pues latoneros, también los hubo y se pagaron sus gastos en la edificación del ayuntamiento alcalaíno allá por el cuarto decenio del siglo XVIII.Pero ha caído en nuestra manos un documento que versa sobre el testamento de Alonso González, vecino de  Priego, que rinde sus últimas mandas en Alcalá la Real ante el escribano Francisco Ordóñez,el 19 de julio d 1537, recién estrenado el uso del latón sustituyendo al cobre y bronce en los utensilios de la cocina y de otros menesteres como el arte, que ejercían sobre todo los caldereros, dando lugar a gremios y nombres de calles en las grandes urbes. Se beneficiaban de la maleabilidad del latón, esa aleación de cobre y zinc, que les permitía superar y multiplicar as formas artesanales y artísticas anteriores,   Además, no era extraño que este latonero también trabajara el estaño, plomo, cobre y bronce, sin tocar oro, plata, acero o hierro . Tampoco  nos extraña que fueran los precursores de fabricación de otros  productos que conocemos como los cubos de pozos, candiles, , embudos, las formas para dulces,  bandejas, calderas, ....Hasta que se montaron tiendas de latón , solían acudir latoneros de otros lugares  en las plazas públicas de la Mota, o del Ayuntamiento posteriormente;  y, en la feria de Alcalá, donde vendían sus productos. 
Los latoneros también, como hemos comentado lañaban y sellaban as tinajas y botijos, nuestros pipos, cántaros, dolias etc.Todavía e encuentran sus huellas en los museos etnográficos donde se exponen sus objetos como el de Jaén.

Recordamos los latoneros ambulantes que trataban el latón y el cobre, y  arreglaban por las calles de los barrios altos cacharros caseros  de  de latón o cobre  en la década de los cincuenta del siglo XX, incluso sartenes, barreños, cubetas antes de la llegada del plástico en los objetos domésticos. Reparaban tinajas, lebrillos, cántaros y cacharros  de barro esmaltado, mediante lañado de la grietas producidas en los recipientes. Los niños nos fijábamos en ellos mientras hacían el lañado  mediante unos agujeros en el vidriado con  un taladro de mano, que perforaba el barro  y de forma paralela a la grieta, cada agujero. Los técnicos requerían, " uno frente a otro con objeto de introducir lañas de acero una vez dilatadas por el calor que previamente habían ido introducido en el hornillo. Estando al rojo vivo las lañas se colocaban en los agujero y se enfriaban con un trapo mojado. Si quedaba un pequeño hueco entre la laña y la superficie vidriada se rellenaba con un empastado de cemento, que al cuajar se hacía resistente y sellaba la grieta, de esta forma se evitaba el vaciado de líquidos y le daba nueva consistencia al recipiente.
Era un personaje popular que conectaba con los vecinos y avisaba de su oficio con algún sonido de flauta artesanal  y , a grandes voces, profería, como en otras ciudades :
¡¡ El Latonero!!
Se arreglan casos, cacerolas, sartenes de porcelana, se hacen jarritos de lata.
Se lañan lebrillos, cantaros, palanganas y pucheros de barro.
¡¡ Niña, vecina  el Latonero !!.
El latonero del siglo XVI, Alonso González no puede quedar desapercibido. Había caído enfermo en la ciudad de la Mota y requería los servicios del notario para declarar sus últimas intenciones. Quería ser sepultado en la iglesia de Santo Domingo de  Silos, y dejaba parte de sus bienes e ingresos en sus hijos Juan González, Beatriz y Marta González, curiosamente, a todos los había dotado con bienes en sus matrimonios. Y, esta última se casó con Martín Hernández de Bailén, vecino de Priego. Años más tarde, el maestro de obras Alonso González, trabajaba en Alcalá, y su nieto Luís González de Bailén se casaba con la hija de Ginés Martínez de Aranda. No es de extrañar la relación de los lañadores con los arquitectos, pues intervenían lañando las paredes de murallas y edificios públicos . Y Ginés requirió sus servicios en el Gabán.
En los años cincuenta, existían latoneros, hojalateros, caldereros de feria y otros relacionados con estos nuevos, Pero la voz de los latoneros se extendía por los barrios avisando a las vecinas demandando el arreglo de  cacharros de cocina como sartenes, cacerolas, casos o jarros , todo a precios de ganga para las  economías débiles. Aquellos hombres  con su arqueta metálica y el hornillo portátil  y alimentado con carbón vegetal,  calentaban los soldadores para derretir el estaño, y arreglaban a nuestras madres sus objetos- Y se marchaban con su bicicleta de anchas ruedas y y un portalin de madera,  diciendo ¡Latonero! ¡Se arreglan cacharros de lata y cántaros de porcelanaaa!

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