En siglos pasados, los repoblamientos de los pueblos de
acuerdo con las diversas etapas de
frontera del reino de Jaén dieron lugar a la llegada de personas de
otras regiones, con hombres de guerra, pero también de oficios y algunos profesionales. Este es el caso de la Sierra Sur, a la que , tras la toma de Granada, afectó intensamente la llegada de vecinos del Norte, y de los
pueblos ya repoblados de los reinos de
Sevilla, Córdoba y Jaén. Sobre todo, tuvo lugar en los primeros decenios del
siglo XVI, provocando un fuerte crecimiento
de la población. Pues hay constancia de que acudieron muchas familias que se
vieron favorecidas por las nuevas medidas de gracia de la Corona, a través de
la merced de solares y medidas protectoras. Junto a estas familias, acudieron
nuevos profesionales que comenzaron a ocupar puestos en los servicios de la
ciudad (medicina, escuela, el derecho, comercio…). Entre ellos ocuparon un
lugar espacio, los médicos. Hay constancia de que hubo médicos, farmacéuticos, físicos
y protomédicos, pero se constata la presencia de una familia muy importante
relacionada con la medicina que fueron los López de Villalobos. Pues, en el segundo decenio se estableció en Alcalá la
Real el licenciado Diego López de Villalobos. Es fácil caer en la primera
intuición y relacionarlo con el famoso médico y humanista Francisco López de
Villalobos, descendiente de una familia judía y, a su vez judeoconverso, que
escribió varias obras relacionadas con la medicina, al mismo tiempo que se
considera uno de los más importantes humanistas del Renacimiento de España, a
la vez que fue médico destacado de la Corte en tiempos de Fernando el Católico
y el emperador Carlos V.
Comparte, de seguro, el lugar
de origen, su linaje y la pertenencia al
mundo de la medicina con este insigne, médico que fue acusado por la Santa
Inquisición. Pero no hemos podido constatar la relación consanguínea directa con este famoso galeno. Pues, un hermano suyo
el famoso conquistador Ruiz López de Villalobos declaró que su familia era hija
de Villalobos, natural que fue de la Casa de los Villalobos de León sin
especificar a este miembro con el que mantuvo algunos vínculos familiares. En
cambio, estuvo emparentado con otro miembro de repobladores de las nuevas
conquistas de las tierras andaluzas. Nos referimos al padre don Juan de Villalobos, del famoso linaje de
los hidalgos malagueños, que se afincaron en sus tierras tras la conquista de la
capital costera en 1487 recibiendo solares, tierras y casas. En concreto,
adquirió la vecindad en 1489 y su correspondiente parte en el reparto de bienes
inmuebles (una casa en la calle de los Guardas, otra en la de los Carpinteros,
y un solar fuera de las murallas en el arrabal de la Puerta Granada y dos
colinos en la zona de Alhaurín de la Torre). Anteriormente residió en la villa
extremeña de San Martín de Trevejo donde ejerció el cargo de
alcalde. En Málaga, fue mayordomo en entre 1489 y 1491, el de regidor
(1494-1505) y de modo vitalicio en 1508 por merced real, en 1507 administró
como receptor los bienes de los moriscos expulsados a África del Reino de
Granada. Se casó en primeras nupcias con doña Constanza de Rivadeneira
antes de llegar a Málaga y tuvo por hijos a Francisco y al médico alcalaíno Diego López de Villalobos.
En 1509 se le concedió el cargo de la alcaidía del Peñón de la Gomera, y , en
los últimos años del siglo XV, se casó de nuevo con la madrileña Juana de
Vargas, con la que tuvo a Ruiz López de Villalobos, Antón de Villalobos y
Bernardino de Vargas, todos ellos relacionados con la conquista de América y
emparentados con el virrey Antonio de Mendoza. Tras dejar el cargo de regidor a
su hijo Francisco, falleció en 1512.
Diego
de Villalobos alcanzó el grado de licenciado en medicina, tal como se
manifiesta en algunos documentos notariales junto con su hermano Francisco en
la ciudad de Málaga. Se trasladó a Alcalá la Real como médico en Alcalá la Real
y ejerció el oficio médico, con el que adquirió gran renombre y acrecentó su caudal
con el repartimiento de la 10.000 fanega llevado a cabo por el emperador Carlos
I entre los vecinos. Incluso agrandó su patrimonio con la compra de los
terrenos limítrofes. Sus tierras se concentraron en torno al arroyo del Palancares
dando lugar a una zona que se le llamó Villalobos, debido a que varios
descendientes suyos, con el cargo de regidor en el cabildo alcalaíno, dieron
lugar a que se llamara con el nombre de esta familia. Hay varios documentos
notariales obre compraventa de tierras cercanas a las suyas y procedentes de
este repartimiento. En 14 de diciembre de 1528, ante el escribano Francisco
Ordóñez ante Alonso de Jaén y su hijo Francisco Ordoñez], sirve de
documento una compra de seis fanegas y media de tierra ( la suerte de
tierra que se concedía por peonía o soldado de pie) que hizo a María Martínez
en el sitio de Conejeros del Palancares. Pagó 335 maravedís y estaban por
linderos más cercanos la posesión de tierras y monte del boticario Diego de
Córdoba, por la parte baja y por la parte alta, la posesión de tierras y monte
de Catalina Ruiz.
Suelen abundar
este tipo de documentos, y su fama pervivió ya que la familia de López de
Villalobos regentaba la devoción de San Blas en la iglesia Mayor Abacial,
en la penúltima capilla del ala del evangelio con un retablo muy antiguo y el
escudo de armas de la familia colocado encima. Esta capilla posteriormente
recogió las reliquias del santo en 1583 y se convirtió en ermita a partir del
siglo XVII, donde existía una imagen de un Cristo, el de la Salud.
No fue el único
médico famoso del siglo XVII en la ciudad de la Mota. No puede olvidarse a Juan
Gutiérrez de Godoy, otro humanista, que
regentó el puesto de médico real de Felipe IV.
Añadir leyenda
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En las
casas de la Morada de doña Leonor de Aranda, mujer que fue de Diego de
Torreblanca.
Firmas de
Diego de Córdoba, boticario; y de Diego López de Villalobos, médico.
En rojo, firmas boticario y médico López Villalobos; en azul, data
del 14 de diciembre del nacimiento de Jesucristo mil e quinientos veinte
e ocho años, y lugar de firmas y casas de Diego de Torreblanca en la
Mota.
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