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miércoles, 31 de octubre de 2012

Y SI NOS FALTARA LA SOCIEDAD DEL BIENESTAR...



 

En el mundo occidental, la sociedad del bienestar ha supuesto un paso de gigante en comparación con otros periodos históricos. El sistema público se organizó, gracias a  la aportación de sus contribuyentes, con una capacidad protectora que podía afrontar y paliar muchas de las situaciones precarias de los componentes de la sociedad europea y española. Ante la falta de trabajo o el desempleo, proveyó los mecanismos para atenuar el menoscabo de la primera fuente de ingresos de los trabajadores en tiempos de crisis o de situaciones difíciles  por los que suelen pasar muchas empresas; en la tercera edad, dispuso de los mecanismos necesarios básicos para afrontar las carencias de una vida feliz  desde la atención a la salud hasta el  momento  crucial de la dependencia de muchas familias; en otras edades de la vida, alcanzó el máximo desarrollo de actividades, infraestructuras y otros programas para conseguir el total bienestar de los ciudadanos.

            Pero si nos falta este sistema público y no existe, en consecuencia, la sociedad de bienestar, ¿qué podría suceder o acontecer? No  nos lo figuramos; criticamos todo  lo que se nos antoja y nos cuesta trabajo mantenerlo, despotricamos de los que se desvelan por luchar por este modo de vida  y nos hacemos de  bruces armando guerras entre tirios y troyanos como si no estuvieran muy cercanos los primeros síntomas del advenimiento de la destrucción de la sociedad del bienestar.  Y yo me pregunto : Para no quedarnos de bruces y creer que estoy escribiendo un cuento de hadas, más bien de duendes malos ¿ por qué no se los preguntamos a las cantidad de personas que acuden a recibir una ayuda diaria de muchos organismos no gubernamentales? Pues estos han sido los primeros que se han dado cuenta de que la sociedad del bienestar  ya no es una realidad, sino que ellos mismos han sido víctimas de un tsunamis arrasador que  se ha llevado  a toda persona por delante sin miramiento alguno, sobre todo a los más débiles y desprotegidos.  Pues, en primer lugar, le ha quitado  o reducido el empleo de su unidad familiar de modo que los ha  mermado drásticamente  en los  recursos e ingresos, con lo que se ven coartados  para afrontar todas las necesidades básicas  ( y digo básicas como el alimento, el vestir, o  la vivienda,  que son derechos constitucionales y, por qué no naturales ). En segundo lugar, las familias se han visto condenadas a un endeudamiento insoportable que  muchas  han agotado hasta las alforjas y alcancías de los abuelos, que lo habían atesorado con gran esfuerzo y sacrificio,  y en un santiamén  se han quedado con los tiestos rotos. En tercer lugar,  muchas personas se han visto excluidas en medio de la pobreza y la vulnerabilidad más lacerante que nos podamos imaginar  y se han convertido  en los seres más desfavorecidos e indefensos de este Tercer Mundo, a cuyas personas  no se les pone la cara sonrojada ante la inmediata isla de pobreza y exclusión social  de l Cuarto Mundo que ha  nacido entre sus paredes. Por último recojo unas palabras del VII Informe del Observatorio de la Realidad Social en septiembre de 2012 Cáritas Nacional “ la evolución de la solicitudes de ayuda de Cáritas no es un asunto pasajero o coyuntural , sino que expresa la consolidación de una estructura social en la que un número elevado de personas y familias han quedado sin esperanza en su proyecto vital”. Lo dejo como  corolario último, pues ha tocado el lado más sensible de los individuos , se ha cortado de raíz la esperanza de muchas personas.

            Ante estas situaciones de pobreza y precariedad, creemos que no nos va coger nunca el tren de la exclusión, y saltamos fácilmente de largo al otro lado de la  vía del bienestar  para irnos a la orilla de la integración social, y en una comarca como la nuestra, que todavía no nos hemos resentido profundamente, nos instalamos inamovibles e insensibles ante la llamada de la solidaridad de muchas familias. Pero si  nos faltara  a muchos la sociedad del bienestar, me pregunto qué haríamos. Pues, como, en otras ciudades, en la nuestra ya son numerosas las personas que acuden a Cáritas y Cruz Roja para demandar  en primer lugar alimentación ( que sobrepasa más del setenta por ciento), luego reclaman ayudas de vivienda y empleo, ropa y calzado, gastos sanitarios y asuntos legales. Y siempre, con la cabeza alta dicen que lo que quieren conseguir es un empleo, porque lo otro lo piden con la cabeza gacha por el amor de sus hijos que tienen que comer diariamente.  

 

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