Hace varias
semanas, el joven Carlos Hinojosa se despedía del cargo de la delegación del Instituto Andaluz de la Juventud de Jaén; el
pasado jueves 11 de octubre, Ana Cortecero, concejal de Recursos Humanos,
Policía y Turismo, bajaba las escaleras
del ayuntamiento alcalaíno tras una intensa vida dedicada a la res publica
despidiéndose de la representación oficial, en la que se ha mantenido durante
más de trece años. Le pesaba dar su último adiós en una casa, en la que ha
pasado ( en sus palabras de su discurso final, recogiendo el verso machadiano “
todo pasa y todo queda”) muchas horas de
trabajo y lucha por defender los intereses de “su ciudad”, tal como viene
manifestando en muchas declaraciones a pesar de ser natural de la ciudad tosiriana
. Aún más, no solo lo ha expresado públicamente, sino también muchas personas
han podido comprobar diariamente su amor
por nuestra tierra y sus gentes renunciando a cotas más altas en favor y
entrega por mejorar el bienestar de los alcalaínos y cumplir el compromiso
firmado, a lo largo de tres gobiernos, en la cartas del programa y candidatura
que asumió y afrontó en los primeros años del segundo milenio.
A todos nos
han sorprendido favorablemente numerosos aspectos de su participación y
presencia municipales, su ser, su estar y su hacer. Pero, nadie puede olvidar
tampoco que Ana se ha adaptado
totalmente a su nueva ciudad, que le acogió en sus primeros pasos de
impartir la enseñanza secundaria, aportando su profundo saber, su fructífera
pedagogía y su dotes de magnífica y eficiente directiva para dinamizar el
funcionamiento del instituto Alfonso XI ; también , supo ser receptora a la llamada e invitación de formar parte de la tarea
colectiva para colaborar con el progreso y desarrollo de Alcalá la Real en todos los campos que
asumió como concejal de cultura o de gobernación municipal. Como mujer
luchadora, valiente y tenaz ante la adversidad, nunca se arrugó ni en los momentos difíciles, ni moldeó su forma de ser
a las corrientes del aire pasajero, sino que mantuvo siempre la esencia
de su intelectualidad apoyándose en el
razonamiento y dando siempre todo tipo de argumentaciones para
describirnos el universo realista de una
Alcalá en progreso, que dejaba su sabor de terruño para convertirse en una
ciudad del siglo XXI. Nunca le faltó el rigor científico y siempre
cuidó del protocolo de cuidar la
amistad entre todos los que le rodeaban: en la docencia o en la praxis política, su melodiosa voz y su
mensaje argumentativo siempre serán una seña de identidad de muchos actos de su
pasada permanencia en la vida local.
Comprendo, perfectamente,
aquellas palabras que dijo en su despedida como profesora del centro educativo
, aludiendo que “siempre se sentirá profesora del IES Alfonso XI y este será su
centro”, porque fue el centro en el que
dejó una huella imborrable, y, en este caso, esta perdurará en muchos alumnos a
los que les abrió los ojos con el
discurso racional y le recordarán cuando
muestren a sus hijos aquella agenda
escolar , en la que daban sus primeros pasos de acercamiento al mundo
de la filosofía.
En la historia
de Alcalá hay hitos que han marcado un impacto especial entre la población, Ana
será siempre muy bien recordada por el pueblo alcalaíno ( Etnosur, Biblioteca
Municipal, la Cultura
explicada y razonada, Turismo de Excelencia….) y, en palabras machadianas,
aunque todo pase y todo quede “Ya es sólo brocal el pozo; púlpito será mañana;
pasado mañana, trono./".
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