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martes, 2 de enero de 2024

SAN INDALECIO Y LOS GANADEROS DE TOROS ALCALAÍNOS

 Por la Sierra Sur, y sobre todo en los municipios de Castillo de Locubín y Alcalá la Real, existían ganaderos de toros que solían vender sus reses de lidia a los pueblos cercanos durtante los siglos XVI y XVII. Generalmente, los pueblos de los Montes Orientales y de la Subbética solían acudir a la ciudad de la Mota para entablar contratos de compra de los novillos con motivo de sus  fiestas patronales.


Pero nos ha llamado la atención que la fama llegara hasta la costa mediterránea y la capital almeriense comprara ocho novillos de lidia en 1653. Los adquiría con motivo de las fiestas de San Indalecio, por lo que esta fiesta patronal de la capital y diócesis se celebraba con mucha solemnidad. Hay que tener en cuenta que san Indalecio estaba muy ligado a la tradición almeriense. Actuamente el  15 de mayo se celebra la festividad de San Indalecio, uno de los siete Varones Apostólicos que llegaron hasta la península ibérica romana en el Siglo I después de Cristo para anunciar el Evangelio, todos ellos bajo la coordinación del apóstol Santiago, que sería su guía en la labor evangelizadora.Cuentan que nació en la localidad aragonesa de Caspe, donde conoció en Zaragoza al apóstol y colaboró con él en la construcción del camarín de la Virgen del Pilar. Tras su estancia  en Zaragoza, los varones fueron ordenados obispos en Roma por parte de San Pedro y San Pabldonde viajaron acompañando al apóstol 'español'. Con él también conocieron Jerusalén, justo antes de regresar a Hispania para predicar la fe del cristianismo y entregar su vida a tal misión bajo la influencia del apóstol. Los siete Varones Evangélicos se distribuyeron por diferentes áreas de la península, estableciéndose como referencia en la labor de extender el cristianismo en este espacio de referencia dentro del Imperio Romano. De esta manera, San Torcuato se estableció en Guadix, entonces la ciudad denominada Acci; San Tesifón se estableció en la Verji hoy conocida como Berja; San Esiquio fue a Carcese, ubicada en la actual provincia de Jaén; San Segundo se estableció en Abla, entonces denominada Abula; San Eufrasio en Iliturgi, que actualmente es la ciudad jienense de Andújar; San Cecilio fue a parar a Elvira, en territorio granadino; y finalmente, San Indalecio se estableció en la ciudad de Urci, en Almería, donde comenzó su labor. No fue fácil su camino hasta llegar a Urci, teniendo incluso que salvar persecuciones, que en aquellos tiempos sufrían los cristianos por parte del Imperio. Urci era un antiguo asentamiento íbero, de la que hablan algunos estudiosos romanos, como Plinio El Viejo, que la cita como ciudad lindera entre la provincia Bética y la Tarraconense.    

    Tras asentarse en la localidad de Urci, ubicada en el área del Bajo Andarax, se trasladó a la actual capital de Almería, donde se convirtió, para la historia, en el antecedente de los obispos de esta diócesis. No fue ésta su última plaza, puesto que posteriormente pasó por otras como Granada, Cartagena, Lorca, Murcia, Elche, Orihuela, Alicante, Valencia, Alcañiz, Segorbe, Tarazona, Zaragoza, Oca, Burgos y Toledo.Su labor de apostolado no se limitó a toda la cuenta hispánica mediterránea, sino que se amplió por territorios del interior, en una labor abnegada que le supuso no pocas persecuciones y acosos.De hecho, su muerte está registrada como un martirio, antes de ser arrojado al mar, para ser enterrado en Urci.    

    Sus restos mortales, precisamente, han sufrido no pocas experiencias desde entonces. Por ejemplo, tras la dominación musulmana, el capitán mozárabe García Arnáez lo hizo trasladar al Monasterio pirenaico de San Juan de la Peña, ayudado por monjes benedictinos, en el siglo XI. La ubicación de dicho monasterio en la Ruca Jacobea volvía a poner en relación a San Indalecio y al Apóstol Santiago. Sin embargo, ésta no sería la morada definitiva de los restos del patrón almeriense. Con la desamortización del siglo XIX en España, se volvían a trasladar dichos restos, en este caso hasta la Catedral de Jaca.Hoy por hoy, San Indalecio descansa bajo el altar mayor de la Catedral de Almería, gracias a una gestión del anterior obispo de la diócesis, Rosendo Álvarez Gastón.

Por el documento notarial de Francisco Velasco (AHPJ , Legajo 5161 folio 200) el cinco de mayo del año comentado acudieron a Alcalá la Real Mateo Pizarro y Agustín Marín , vecinos de Almería. Manifestaban que habían comprado ocho toros a Bernardo de Almagro, ganadero alcalaíno, a razón de cuarenta ducados cada uno, Le  habían dejado 160 ducados de deuda , los que se comprometían a pagarlos a final de este mes de mayo Y el compromiso consistía en que los ocho toros los habían comprado para hacer las fiestas que se clebrabran en la ciudad de Almería en honor de  san Indalecio. Y refería que habían de llevarlos con otros cuatro toros (los sobreros) y los cabestros. Si nos los devolvieran los toros o cabestros, porque los hirieran o mataren, en un espacio de veinte días tras las fiesta habían de pagar al ganadero alcaláino los cuarenta ducados por cabeza. También se obligaban a pagar el salario de quince reales a la persona que llevara acbo el cumplimento de esras diligencias. Los testigos del traro eran del mundo de la  vaquería el hijo de Pizarro Diego ,y Juan de Molina conocedor de vacas y los  vaqueros alcaláinos Bernabé Garcia Saeta, Juan Gallego García, Hernando de Valenzuela y Josefe Ruiz.  . 





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