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miércoles, 9 de febrero de 2022

LAS TENERÍAS DEL CASTILLO DE LOCUBÍN

 





LAS TENERÍAS DEL CASTILLO DE LOCUBÍN


A lo largo de algunos documentos del siglo XVI, algunos escribanos recogían conciertos de compraventa entre los ganaderos y comerciantes del Castillo de Locubín para comprar las pieles de los animales de la zona, producto muy deseado  por aquellos tiempos. Los hay  de ciudades del entorno, por este año de 1578 el comercio se centraba en Córdoba, donde intervenían los mercaderes del Castillo de Locubín, en concreto el merchante  Luis Izquierdo, con el cordobés Francisco López Carrasco, por cuyo conmpromiso le debía aportar todas las pieles de carnero y oveja a razon  seis reales y medio la docena de pieles de la oveja  y 16 reales y medio ala de carnero; estas pieles quedaban reservadas en las Carnicerías de la Villa del Castillo(Escribano García de Espinosa, legajo 4632 folio 161).  Para llegar al estado de materia prima industrial, se realizaba una labor de  curtiembrecurtiduría o tenería. Se llevaba a cabo en el lugar artesanal  para confeccionar los cueros, denominado Tenerías. No nos vamos mucho a detener en el  proceso que convertía  las pieles de los animales en ester tipo de cubrición humana. Sabemos que constaba de cuatro fases para el total curtido de las pieles: limpieza, curtido, recurtimiento y acabado. Se debía quitar el pelo de la piel con agentes de curtimiento y tinturar, para producir el cuero terminado.

Se elegía un lugar un poco apartado de las partes nobles de la ciudad, y cercano a algún caudal de aguas. Lo  mismo que en la ciudad llana de Alcalá la Real ofrecía todas las garantías, el final de la Tejuela, junto a la cruz del Humilladero y por bajo de la Fuente Beber , realizada por  Francisco de Cherinos, y donde corrían alas aguas que bajaban a las huertas de las Azacayas, en el Castillo de Locubín las Tenerías podían acogerse en un sitio adecuado con mayor facilidad por la abundancia de agua  y el río cercano a la villa. Así aconteció en 1578 (García de Espinosa, legajo 6531, folios 231 r/v cinco de julio de 1578).

Era un lugar propiedad de Luis de Gormaz,  compuesto por una casa, arrendada a Hernando de Ibáñez, curtidor vecino de Alcalá la Real y residente en Castillo de Locubín. Pero, esta se encontraba en cimientos, y era lindera a las de los herederos del albañil Francisco Pérez, el estanque de Martín Sánchez de Manrique  y las casas del arrendador Luis de Gormaz. Mientras se construyó con su cámara y terrado, le dejaba  para vivir las casas de Luís Gormaz. No le faltaban las aguas, como inidca el estanque circundante, y estar situadas en el valle de la villa del Castillo. Se componía de dos altos , que se entendía de dos medias tinajas para el servicio de la tenería ( se reealizaron desde la fecha del contrato en quince días) a costa del arrendador; y , por otra parte, la caldera,  la debía pagar Luís de Gormaz, lo mismo que los reparos y tejados para las pelabras, unos cobertizos donde se realizaba la curtiduría. Completaba un molino de zumaque, que era el producto con el que se conseguía el curtido y estaba colocado encima de la caldera. 

ANEXO
El lugar era Apropiado para o ablandar las pieles en baños alcalinos y salados, produciendo aguas servidas con un alto contenido de ácidos y sales. El proceso de curtimientos se efectuaba lixiviando las pieles con el zumaque , tanino vegetal alumbre de sales metálicas y formaldehído. Esta operación produce una gran cantidad de aguas servidas. Las operaciones de recurtimiento, teñido y licor grasoso constituyen el tercer paso del proceso. Generalmente, las tres operaciones se efectúan en un solo tambor y consisten en la introducción de la solución de curtimiento (recurtimiento), tintas y aceites para reemplazar los aceites naturales de las pieles (licor grasoso). El proceso genera alta resistencia un bajo volumen de afluentes concentrados que contienen aceite y color.

Las operaciones de acabado son: secar, revestir, sujetar con estacas, sembrar, pegar y lavar las pieles. Las dos últimas operaciones producen alta resistencia bajos volúmenes de afluentes concentrados.

Los procesos que sigue la curtiembre son, en grandes bloques: ribera, curtido, teñido, secado acondicionado, terminación.
La literatura clásica estudia esa secuencia de procesos. En particular, los libros antiguos manejaban el concepto de “terminación” como “post curtición”; e involucraban teñido, engrase, etc. La terminación propiamente dicha, o acabado, en general está poco desarrollada en estas fuentes.
·         En primer lugar el cuero puede entrar a la curtiembre fresco, es decir recién sacado del animal; o salado, forma de conservarlo durante meses, por acción de la sal, que actúa deshidratándolo. De acuerdo a los casos, se remoja, o lava.
·         Eliminación del pelo, principalmente por tratamiento químico; puede hacerse en forma “destructiva”, disolviendo el pelo, clásicamente con cal, sulfuro de sodio; o atacando en distintas formas la raíz, y obteniendo el pelo sólido, que se puede separar por filtrado; de esta forma, se reduce la carga orgánica en el efluente, facilitando su tratamiento. Este proceso también elimina la epidermis, y estructuras presentes en la piel.

·         Eliminación de la grasa subcutánea: por medios mecánicos, con la maquina denominada trinchadora. Aquí se obtiene la tripa, que es sensible a distintas acciones; debe ser estabilizada por el proceso de curtido. Antes o después del curtido el cuero se divide en dos capas: flor, la externa, y descarne.
LAS TENERÍAS EN 1609
Ante Hernando Morales Baca, se comprometía el regidor alcalaíno y vecino castillero Cristóbal Muñoz, a a arrendar unas tenerías que había adquirido en Castillo de Locubín y se ubicaban en la calle del Badillo, linderas con las casas de Cristóbal Muñoz y el estanco de Francisco Mazuelo, el albanar que subía a ella, un canal de aguas sucias junto al estanco de Mazuelos . En el contrato de arrendamiento aparece como arrendador el curtidor Juan López de Lara, casado con Francisca de Martos. Se componía de estanque, adoquines y tinajones. 
El rentista se beneficiaba de 12 ducados anuales por cada año de arrendamiento, y seis cueros vacunos y veinticuatro de cordobán, pero debía surtir de zumaque a la tenería. 
Entre las condiciones, debía el arrendador echar la boza y lana en el albanal y no en el corral de la tenería que debía mantenerse limpia. No podía hacer lavadero público en la tenería ni subarrendarlo. 

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